COOPERATIVA ESTACIÓN SAN TELMO

Hay personas que parecen haber vivido varias vidas en una sola existencia. Jorge Martinelli (64) es una ellas. Este hombre de rulos canosos y ojos claros, es el mismo que a los 16 años formó la banda musical “El sonido de Hillber” y a los 18 viajó a Nueva York a comprar instrumentos. Es también el que vivió en el campo, despojado de casi todo y el secretario de la asociación civil “Hecho en Buenos Aires”, la emblemática revista que daba (y sigue dando) trabajo a los sin techo. También aquél que recorría las guardias de los hospitales y despertaba a las personas en situación de calle, para ayudarlas a recuperar su dignidad.

En una mesa del bar La Poesía -prácticamente “su oficina”-, Jorge pide un café con leche con una medialuna que no comerá, por el entusiasmo a la hora de hablar de San Telmo; su barrio desde hace veinte años.

Restaurador, carpintero, ebanista, músico y reciclador “de maderas y de personas”, Martinelli habla de la importancia del trabajo territorial y de la desigualdad extrema del mundo actual.

“Trabajé muchos años en servicios sociales de la revista (que actualmente está a cargo de Patricia Merkin, su ex pareja). Y ese aprendizaje quiero aprovecharlo para seguir abriéndole puertas a la gente que vive en la calle”, explica el alma máter de “Estación San Telmo”, la cooperativa de trabajo que incluye alrededor de diez personas y brinda servicios de carpintería, compostura de calzados, electricidad -entre otras cosas- en la calle Chile 496.

“Nuestra idea es poder sostener el espacio a través de nuestro trabajo, dando un servicio más al barrio. Este proceso productivo, incorpora cada vez a más personas que son aprendices de la escuela. A partir de este año estamos formalizando nuestra institución, como un lugar de desarrollo y trabajo social. Queremos que se convierta en un modelo laboral, que se pueda replicar en otras zonas, capacitando a personas en riesgo social y haciendo, al mismo tiempo, un aporte a las industrias culturales como la música, el diseño gráfico y el teatro”, define Jorge, antes de presentar a cada uno de los trabajadores de la cooperativa que están en la Estación, esta mañana fría de invierno.

Beto Ormenio (54), nacido en un pueblito del valle del Río Bermejo, tiene una casa de empanadas riojanas en Independencia 414. Este proyecto crea un puente entre La Rioja y San Telmo, generando talleres de ida y vuelta, con producción de artesanías.

Sebastián Lindemann (38), chileno, es asesor en proyectos económicos y sociales de micro-emprendedores. Se ocupa de armar capacitaciones de trabajo en equipo para lograr el objetivo de la organización. En Chile trabajó con la comunidad Mapuche, una de las más abandonadas de la región.

Jorge Fuentes (83), comenzó fabricando calzado para tango y, luego de jubilarse, cerró su negocio en Defensa 733 para dedicarse a la compostura. Nació en Mendoza, pero se crió en Avellaneda. Una vez que llegó a Buenos Aires, se enamoró definitivamente de la ciudad.

Jorge Fuentes hijo (38) es abogado y da asistencia profesional a los vecinos del barrio. Desde el punto de vista profesional, es un ejemplo de interacción entre artesanos y profesionales y de la cooperatividad enfocada al bien común. Es la primera generación de profesionales y asegura que “siempre hay tiempo para ayudar”.

Lautaro Martinelli (36) es hijo de Jorge. Aprendió de su padre el oficio de carpintero y trabajó en un taller de cuadros. Actualmente reparte el tiempo entre su trabajo en un aserradero de Barracas, la restauración de muebles y la práctica de aikido.

“Nuestra mayor fortaleza es estar en San Telmo”, asegura Jorge, quien recuerda que antes del 2000 era un barrio ¨heavy¨. “De noche era tierra de nadie, sin iluminación y peligroso. Sin embargo, luego de la puesta en valor del Casco Histórico, actualmente tiene la impronta de las ciudades viejas que deslumbran a los turistas”.

   Texto:Diana Rodríguez/ Fotos: Rocio Rosselli

También te podría gustar...