Crónica de una fiesta patronal
«Andiamo, vamos yendo,» Con estas humildes palabras murmuradas entre los clérigos, parroquianos y huéspedes honorarios que conformaban la procesión de entrada, comenzó la misa solemne del domingo 2 de septiembre en la iglesia de San Telmo. Los clérigos entraron al son de tambores y gaitas, la nave central de la iglesia llena del humo aromático del incienso. Se trataba de las fiestas Patronales que recuerdan la vida de San Pedro González Telmo, santo patrón del barrio, conocido por calmar tempestades en alta mar. La misa fue presidida por Mons. Oscar Ojea, vicario zonal y Obispo Auxiliar de Buenos Aires. Un domingo solemne y alegre a la vez. El lema escogido para estas fiestas fue el de «Jesús entre nosotros». En la misa el Mons. Ojea habló sobre la humildad, palabra que proviene del vocablo latino humus, que quiere decir tierra. Luego el párroco Padre Ernesto Salvia agradeció la participación de las gaitas y bailarines de la Asociación Tuy y Salceda, el gobierno español, y los bomberos auxiliares, e invitó a participar en la anual procesión de la imagen. Hace 201 años que se celebra esta fiesta. La de 2007 parecía que se celebraría en día nublado, pero mientras la procesión orillaba la Avenida San Juan, salió el sol. Los vecinos salían a los balcones a persignarse. En la procesión se rezaba, y se daban «vivas» al santo y al barrio.
—Marcelo Ballvé
Centros de salud amenazados
Vecinos, profesionales de salud, y asambleas presionan a las autoridades con movilizaciones y petitorios para contrarrestar el vaciamiento de tres centros de salud municipales en el sur de la ciudad, entre ellos un núcleo de atención odontológica en San Telmo.
«Usaremos todas las herramientas posibles», dice Ana Melnik, de la Asamblea Popular de San Telmo. «Son fundamentales en los barrios estos tres centros de salud, porque desagotan el Hospital Argerich».
Puntualmente, se pide la habilitación inmediata del CeSAC (Centro de Salud y Acción Comunitaria) número 41, en Ministro Brin 842 en La Boca. El centro está construido y equipado, pero falta que se habiliten los profesionales que estarían a cargo, éstos ya seleccionados por concurso, para que se comience a atender al público.
También se pide la apertura de tres centros odontológicos, que igual que el CeSAC 41 sólo esperan que se habiliten profesionales ya escogidos. Uno de los centros odontológicos es el del CeSAC número 15 en Humberto I 470, cerca de la calle Defensa.
Está situación es producto de un ajuste en el presupuesto manejado por el Ministro de Salud Alberto de Micheli, que se vería presionado a ordenar sus cuentas antes de fin de año. Lo que se teme es que si no se hacen efectivos ahora los cargos en los CeSAC, quedarán en el aire para siempre.
—Marcelo Ballvé
El misterio de los semáforos
El gobierno porteño aseguró que reemplazará el aluminio de los semáforos por policarbonato, debido a los robos que se produjeron en San Telmo. A comienzos de agosto se robaron más de 20 semáforos ubicados en un radio de 16 manzanas en el barrio. La avenida Paseo Colón, entre San Juan y Juan de Garay, es una de las zonas más afectadas.
«Lo que estamos haciendo es reemplazar lo que es aluminio por otros materiales como el policarbonato», dijo Roque Viggiano, director del Sistema de Señalización de la ciudad de Buenos Aires. «Fueron robados con el fin de reducir el aluminio y revenderlo», agregó el funcionario porteño.
Según Viggiano, «esto no es nada nuevo. En la zona sur de la ciudad es muy común que se roben metales. Así como se roban semáforos, también se roban cables -que tienen más valor porque son de cobre-, y las placas de los monumentos». «La carcasa de los semáforos es de aluminio», un metal «que «tiene un costo de entre 5 y 6 pesos por kilo. Pesan 12 kilos, por lo que les reditúa entre 50 o 60 pesos», explicó.
Sin embargo, la pérdida para el gobierno porteño, y los ciudadanos, es mucho mayor. Un semáforo vehicular cuesta 1.600 pesos.
El funcionario señaló que «los semáforos más fáciles de robar son lo peatonales, ya que están a más baja altura. Los tiran, los desprenden y se los llevan, porque están agarrados a un poste de hierro, que, a su vez, está contenido con una base de hormigón a la tierra».
—Patricio Tesei (Noticias Urbanas)