Decadencia

Todos sabemos que la basura es uno de los problemas más importantes que tienen las ciudades del mundo. También sabemos cómo reciclarla, pero no entraré en ese tema específico sobre el que ya se han expresado –muchas veces- grandes especialistas.

Los enormes contenedores que se encuentran en las calles rebasan, quedan las tapas abiertas y la basura cae afuera de ellos. Cuando las mismas están cerradas, muchos vecinos ponen la bolsita al lado del tacho porque no se atreven a tocar la manija de la tapa, por lo sucia que se encuentra.

También, en varias ocasiones, son movidos de su sitio y colocados a considerable distancia de la vereda, reduciendo así el lugar para el paso del tránsito. Tal vez esto suceda porque nadie quiere tenerlos delante de su puerta, por la suciedad que contienen y los olores nauseabundos que emanan. Está de más decir que son una fuente de infección. Esto se debe a que moscas, ratas y cucarachas, de todos los tamaños, se regodean en ellos y luego pasan a visitar los edificios vecinos, trasladando todo tipo de gérmenes que ocasionan múltiples enfermedades.

Pero, en esta ocasión prefiero hablar de los hechos que, tomados en forma aislada, parecen pequeños actos simples e inconscientes de la vida cotidiana y que -sin duda- todos podemos observar. Por eso paso a relatarles algunos episodios vividos por mí, hace pocos días:

  • Lunes a las 21: Estados Unidos entre Bolívar y Perú, una simpática ratita del tamaño de un “chihuahua” viene hacia mí. Cuando estoy al borde del grito, por suerte desvía su camino y se queda en el montículo de basura que le proveerá su alimento.
  • Jueves 18:30: Plena tarde de sol veraniego, dejo mi auto en el garaje y salgo rumbo a la farmacia. Voy por Carlos Calvo entre Perú y Bolívar. Un masculino, como dice la policía, hace sus líquidas necesidades fisiológicas contra uno de los tachos para la basura.
  • Viernes 23:30: Llevo a una amiga a su casa y en Independencia y Perú hay un grupo de adolescentes, casi niños por su aspecto, sentados en el cordón de la vereda. Entre sus manos ruedan botellas de cerveza y cartones de vino. Los veo desde mi auto, detenido en el semáforo. Cuando me da paso mostrando su verde “sonrisa”, al doblar oigo un estallido, miro por el espejo retrovisor y sí, la botella de cerveza explotó en el medio de Independencia.
  • Sábado 9:30: En esta ocasión los ubico en Perú entre Estados Unidos y Carlos Calvo. El movimiento que genera el supermercado, rompe el silencio mañanero. Me asomo por la ventana y mientras mantengo mi vista en alto todo está bien, pero al bajarla veo el “regalito” que dejó el pichicho que pasea el vecino y que ya están llegando a la esquina. La pena es que el señor se “olvidó” de levantar la suciedad de su perro, que quedó en medio de mi vereda recién lavada.
  • Domingo: Zona Estados Unidos, Bolívar, Carlos Calvo, Perú, Independencia, Paseo Colón, Chile, Balcarce, Defensa. Primeras horas de la mañana en un barrio que despierta tarde. El brillo del sol sobre los trozos de vidrios de diferentes colores, de distintas marcas de vinos y cervezas, decora las veredas y las calles. También hay restos de malestares humanos que ocasionan las borracheras, que luego tienen que limpiar los encargados de los edificios o los dueños de las casas.

Noches agitadas las de los sábados, también lo son las de los viernes. Aún en días de semana no se puede dormir, por los escándalos frecuentes. Siempre olores insoportables de líquidos humanos por Perú, esquina Carlos Calvo. Todas las reglamentaciones dejadas de lado. Nadie nos cuida, nadie nos protege y cuando digo nadie, hablo de las autoridades que deben hacer cumplir las reglas de convivencia.

Por otro lado, si bien los mandatarios tienen la responsabilidad de hacer vaciar los tachos y limpiarlos con la frecuencia necesaria -que no noto que se haga-, también es importante que TODOS tomemos conciencia y que, cuando veamos uno lleno, no sigamos poniendo basura en él. La solución es simple: si nos vemos obligados a sacar la basura en ese momento, podemos buscar otro contenedor en la zona o -de lo contrario- mantenerla en nuestras casas hasta la hora indicada para sacarla a la calle, si tenemos una casa o en el horario que cada consorcio indique.

Por todo esto, a las autoridades les pido la asistencia y protección que nos deben brindar y a los vecinos, que cuidemos la limpieza de nuestro barrio, que es nuestra casa grande. Si lo logramos, seguramente nos gustará más pasear por sus calles limpias y sin olores nauseabundos, que nos obligan a caminar breves trechos sin respirar.

Un barrio sucio es un barrio infectado. Cuidemos su higiene, que es la nuestra, para cuidar -en definitiva- la salud de todos.

Stella Maris Cambré

 

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1 respuesta

  1. Paola dice:

    Hola! Coincido con Stella. San Telmo es un barrio sucio.. en las calles Perú, Bolívar,defensa, Av. Independencia hasta Garay está lleno de ratas.. desde que se instalaron los bares en la calle bolivar, cada vez hay más roedores…
    Yo me tuve que mudar, salir de ese barrio porque sufría por la invasión de esas plagas..

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