Emilio Ambasz – El arquitecto verde
Por Clara Rosselli
Qué es lo que ocurre en la cabeza de un arquitecto a la hora de imaginar un proyecto, es todo un misterio para los que no están dentro de ella y, a veces, lo es -incluso- para él mismo. Durante el proceso de diseño, las ideas se van plasmando en dibujos y de a poco todo empieza a entenderse: las líneas rectoras, la intencionalidad, la expresividad; entre otras cosas.
Qué era lo que refulgía en la cabeza de Emilio Ambasz cuando proyectó la ampliación del MAMBA (Museo de Arte Moderno de Buenos Aires), es lo que muy lentamente -tal vez demasiado- se va vislumbrando en la esquina de San Juan y Defensa, en lo que será el Polo Cultural Sur que incluirá, además, el Museo del Cine. Ahora, todavía lejos de lo que finalmente quedará, según lo proyectado, se encuentra aún omitido el elemento esencial que nunca falta en la arquitectura de Ambasz y que, sospecho, es el primer extremo de la madeja que el arquitecto deja desenredar a medida que diseña: el elemento verde. De todas las ventanas que dan sobre las calles y de los remates superiores habrá plantas dispuestas como si fueran jardines verticales y una difusa neblina de riego rodeará las plantas.
La primera vez que entré en conocimiento del proyecto de la ampliación del museo, estaba cursando los primeros años de la carrera de arquitectura y me gustaba mucho la idea de diseñar incluyendo el verde. Esto fue alrededor de 2001, cuando el tema de los edificios sustentables apenas estaba empezando a escucharse, al menos en nuestro país. Por aquellos años, Ambasz había donado su proyecto de 1997 para la puesta en valor del edificio de la antigua tabacalera de Nobleza Picardo, el hoy parcialmente inaugurado MAMBA. Lo genial del diseño es que no se trata simplemente de una remodelación, que estará dentro de los estándares internacionales en cuestiones museísticas, sino que será la revitalización de un edificio.
El proyecto no solo pone en valor, preserva y le da un nuevo uso al edificio, sino que lo convierte en un ser vivo en conexión con el barrio. Cuando las plantas cuelguen de sus ventanas, el museo no será jamás un edificio de ladrillos inertes sino que cada día irá creciendo, rebalsará los muros, se extenderá por fuera de sus límites e irrumpirá en la ciudad. Esta imagen es la que el mismo Ambasz recuerda de San Telmo según lo que comenta en una entrevista concedida a La Nación en 2009: “Las casas coloniales con grandes patios y plantas, canteros con malvones, zaguanes también llenos de plantas. Ese era el recuerdo que yo tenía del barrio que rodea al museo, balcones que salían de la terraza”.
Ambasz se destaca por concebir una arquitectura en armonía con el paisaje, que respeta el medio ambiente y la sustentabilidad. Muchas veces juega con el contraste entre opuestos que generan lo vivo y lo inerte, lo verde sobre lo gris, lo blando sobre lo rígido pero -al mismo tiempo- logrando una complementación entre ambos, como ocurre en el MAMBA.
El arquitecto verde
Emilio Ambasz nació en 1943 en Argentina y estudió arquitectura en la Universidad de Princeton. A partir de allí ha desarrollado proyectos por todo el mundo. Es un profesional de la talla de los grandes arquitectos europeos y ha recibido galardones por su “Arquitectura Verde”, la cual le sirvió como inspiración durante años. Asimismo, realizó trabajos de curadoría en el MoMA (Museum of Modern Art) de Nueva York, donde actualmente- trabaja y ha sido profesor.