«El arte de dar vida con hilos»


El Museo Argentino del Títere es el refugio de marionetas, sueños y arte.

¿Qué niño no construyó un mundo de fantasías jugando a ser princesa o el héroe de algún cuento? El artículo de hoy se trata de eso: de sueños y fantasías. En la calle Piedras 905, esquina Estados Unidos, se anidan éstos, en un espacio que se erige como el Museo Argentino de Títeres. El mismo nació en 1983 de la mano de dos visionarias de la imaginación, dos artífices de ilusiones: Mané Bernardo y Sarah Bianchi. En sus inicios la vocación de titiriteras la desarrollaron con una actividad itinerante, por todo el país. Fue recién en 1996 donde estos mágicos muñecos dispusieron de un lugar físico, al instalarse en la que había sido la casa natal de Mané Bernardo.

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El Museo cuenta, actualmente, con más de seiscientas marionetas y tres salas que muestran títeres de diferentes lugares del mundo. Muñecos de Checoslovaquia, Italia, Inglaterra y España, entre otros, deslumbran detrás de majestuosas vitrinas minuciosamente cuidadas. La historia de este mágico mundo se inicia cuando Bernardo conoce a Bianchi en el Teatro Nacional de Títeres -creado por la primera-, que funcionaba nada más ni nada menos que en el Teatro Nacional Cervantes y la convoca a incorporarse a la compañía de realización de marionetas. Con el tiempo, Bernardo “obligó” a que Sarah maniobrara los títeres pero a partir de allí “EL ARTE DE DAR VIDA CON HILOS” ya no dejó de hacerlo hasta sus últimos días. Juntas se convirtieron en las primeras mujeres titiriteras de Argentina y empezaron un largo camino de difusión de este apasionante arte.

Actualmente el Museo, un verdadero baluarte de los santelmeños, cuenta -además- con una biblioteca especializada en varios idiomas que muestra distintas técnicas de esta difícil disciplina. Tiene lugar también en él, una videoteca con registros de las labores de las fundadoras, de titiriteros extranjeros y del ámbito nacional. Como si esto fuera poco, en su sede, se brindan talleres arancelados de carácter bimestral, trimestral o anual. Entre ellos están los seminarios de dramaturgia para teatro de títeres; el taller de lectura en voz alta; el seminario de máscaras y, charlas -dictadas para docentes, estudiantes, músicos, psicopedagogos y público en general- sobre la función pedagógica de las marionetas. También hay teatro de títeres, tanto para adultos como para niños.

Por otro lado, se siguen haciendo muestras itinerantes que constan de 72 piezas que viajan por todo el país e incluso por el exterior, exhibiendo distintos métodos de esta actividad creativa.

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El 15 de abril de 2013 en el Honorable Senado de la Nación se asumió el compromiso de paz y el Museo Argentino del Títere y la Fundación Bernardo-Bianchi fueron nombrados Embajadores de Paz por varias organizaciones. Desde ese momento Silvia Muselli, quién quedó a cargo de este fantástico espacio de ilusión, se embanderó en un proyecto llamado “Arte y Títeres por la paz” con la firme intención de difundir esta noción en forma permanente.

Tanto Bernardo como Bianchi -quién fuera la última en fallecer en el 2010- han dejado un legado no solamente barrial, sino también para las generaciones de todo nuestro país. El-las fueron artífices de risas, magias y sueños

. Fueron las primeras en poner en movimiento los hilos de la imaginación de muchos y dieron vida a cientos de títeres, cual cuento de Pinocho y Gepetto. “Un reloj es un reloj, pero si es el Sr. Reloj con texto e interactuando con los demás en la obra, es un personaje. Siempre que el titiritero le de la mano, el pie o todo su cuerpo, se transforma”- decía Sarah Bianchi.

Por todo esto, por el simple hecho de sentirnos orgullosos de poseer semejante patrimonio y porque creemos que la vida es sueño, es que invitamos a todos a sumergirse y atesorar este legado tan fantástico y apasionante.

Florencia Sodorini – Fotos: Damián Sergio 

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