“El hobby es encontrar la variedad o el ejemplar único”

DSC07652Cuando pensamos en un coleccionista, nos imaginamos una persona que junta alguna cosa que le interesa especialmente. Pero, en realidad, no se trata de amontonar objetos sino de conseguir el mejor de todos.

Para conocer más sobre el tema nos pusimos en contacto con Ángel Martín Sandoval, vecino del barrio desde hace 46 años, quien dedica parte de su vida a esta actividad. Martín recibe a El Sol en su departamento del piso 8 de la calle Estados Unidos al 700, donde tiene una vista panorámica de San Telmo. Al entrar, sobre la mesa del living, ya ha desplegado algunos de los álbumes de su colección de estampillas. Sandoval es contador de profesión pero filatelista de alma, por lo que lo primero que le preguntamos es:

El Sol: ¿De qué se trata la filatelia? Martín: La filatelia es el interés por la colección y clasificación especialmente de sellos postales, así como el estudio de la historia postal. Es muy interesante por-que hay distintos tipos de estampillas, por ejemplo: las conmemorativas con temas como el Bicentenario, la Iglesia, los Museos; las ordinarias que se usan para el correo común; las del correo aéreo que ya no se hacen pero debe haber alrededor de 200 diferentes; las que son para cargas o para encomiendas. En fin, hay una gran diversidad y también algunas son muy antiguas.

DSC07655¿Cuándo apareció la estampilla? El creador del sello postal adhesivo fue el maestro inglés Rowland Hill. Este sello comenzó a circular el 6 de mayo de 1840 con la imagen de la Reina Victoria. En nuestro país, la primera estampilla apareció en la provincia de Corrientes -el 21 de agosto de 1856- con la imagen de Ceres, diosa de la Agricultura y en 1858 fue creada la primera estampilla de la Confederación Argentina. Este es otro valor agregado que tienen los sellos postales, el valor didáctico, porque se relacionan con la historia. Por ejemplo en 1870 en Europa -en Inglaterra y Alemania- aparecían las primeras casas de filatelistas y los primeros catálogos de estampillas surgieron en el Siglo XIX y eran franceses.

¿Cómo se originó en usted el interés y por qué de estampillas? Porque me gusta lo gráfico. Comencé alrededor de los 11 años, despegándolas y guardándolas. Después, durante algunos años, por el estudio y otras ocupaciones dejé un poco de lado el tema, pero alrededor de los 40 años empecé a hacer la colección. Entonces, compré algunos álbumes alemanes de hojas de acetato. Luego surgió la oportunidad de abrir -con otro colega- un estudio contable y los vendí. Esa plata me ayudó a completar lo que faltaba para asociarme. Alrededor de los 60 años, me regalaron algunos sobres con estampillas usadas y empecé nuevamente la colección.

DSC07647Pero ¿cuál es el hobby, realmente? El hobby es encontrar la variedad o el ejemplar único. Además, detrás de las estampillas hay un mundo que es muy interesante conocer porque algunas de ellas transmiten parte de la historia de los países, ya que aparecen imágenes de personas ilustres, pinturas famosas, monumentos importantes, la flora y fauna de un lugar, etc. y eso es lo que nos atrae también a los coleccionistas. En ese sentido, en mi caso también tengo una librería de libros antiguos en Florida y Paraguay donde uno de mis clientes importantes era Antonio Carrizo que compraba -entre otros- libros de arte, teatro y pintura. Recuerdo una anécdota de él. Un día vino por una edición del libro Vuelo Nocturno del escritor francés Antoine de Saint-Exupéry edición 1932 y cuando la empleada se lo dio y le preguntó si lo iba a leer, dijo que ya lo había hecho. No quería ni tocarlo, porque en realidad lo compraba para tener ese ejemplar, esa edición de la obra. Eso demuestra cabal-mente a lo que aspira un coleccionista, en este caso de libros antiguos. Volviendo a las estampillas ¿dónde las consigue? Uno tiene que relacionarse con los dueños de las casas de filatelia o también ir a la Oficina de Filatelia del Correo Argentino (Perón 300, Tel. 4891-9191). Puede ser a través de regalos, porque saben de mi hobby o hay gente amiga a la que le parece ver algo interesante en algún lugar y me avisa.

DSC07646En el caso de las que están pegadas en los sobres, ¿cómo se hace para despegarlas sin que se rompan y pierdan valor? Una manera es llenar un recipiente con agua, se mete el sobre o se lo recorta alrededor de ellas, no muy cerca para no dañarlas. Es mejor esperar que se despeguen solas, porque si no se pueden romper. Otro método es hacerlo con vapor, con mucho cuidado.

Para los que no somos entendidos en el tema, nos intriga saber si cualquier estampilla es valiosa para un coleccionista y, si no es así ¿cómo distinguir unas de otras? Los sellos emitidos, especialmente usados en una época de una manera limitada es lo que le da valor. Los más raros son los de la República de Moldavia (ubicada en el sudeste de Europa), las de la Guayana Británica (costa norte de América del Sur), las de Hawai (al suroeste de Estados Unidos); entre algunas otras. Pero hay detalles a tener en cuenta que le quitan valor, como -por ejemplo- que el sello del correo tape parte de la estampilla.

¿Entonces, podemos decir que un coleccionista también puede sacar rédito de su hobby? Sí, pero uno no empieza pensando en eso. Quizás con el tiempo, cuando se obtiene más conocimiento del tema y siempre buscando el ejemplar más raro o el de determinada época o tema, se da cuenta del valor de la pieza postal que acopió. Pero en principio, no es el objetivo.

DSC07643¿Qué estampilla destacaría como valiosa y cuál es su valor aproximado? En Argentina tenemos la serie de los Rivadavia, las cabecitas, los gauchitos que pertenecen a la historia antigua de nuestro correo y cuyos precios pueden llegar a sumas que comienzan en los mil dólares aproximadamente.

Como vemos, el coleccionista no es meramente un buscador y acopiador de objetos sino que -a través de ellos- se “mete” en la historia, los ubica geográficamente y los relaciona culturalmente a través de los usos y costumbres de la sociedad. Por eso, hay que reconocer en ellos el mérito de la curiosidad, la perseverancia y el conocimiento.

Isabel Bláser

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