El miedo al dentista
En general este miedo se genera en el inconsciente colectivo adjudicándole al odontólogo un rol de figura sádica. El motivo de tal creencia no es infundado.
En las primeras épocas de la odontología el paciente acudía a la consulta por dolor y el tratamiento de elección era, generalmente, la extracción de las piezas dentales que, en muchos casos, se hacía sin anestesia recurriendo -sobre todo en los niños- a las amenazas y hasta la violencia física. Es fácil suponer la insatisfacción que esta cruel práctica traía para el pequeño, su familia y la sociedad; generando esa imagen que asocia la práctica odontológica con el dolor.
Esto hacía que los niños y gran cantidad de adultos rechazaran el tratamiento odontológico.
En 1925 y 1930 un grupo de dentistas de Detroit constituyó la primera sociedad de odontología infantil. Surge así la Odontopediatría como especialidad, que resultó de la toma de conciencia que a los 12 o 13 años ya es tarde para la primera consulta, porque la demora ocasionaba daños que a esa altura pueden ser irreversibles.
A mediados del siglo pasado se notó que, especialmente en los chicos, llegaban a las consultas con la boca muy deteriorada y, generalmente, la única solución era las extracciones múltiples, en muchos casos con anestesia general.
Conociendo los riesgos que implicaba el sueño anestésico comenzaron a trabajar equipos interdisciplinarios con psicólogos y se empezaron a utilizar estrategias basadas en técnicas lúdicas. Esta práctica demostró que un niño bien motivado facilita en gran medida su atención. También se hicieron estudios sobre grupos de madres que tenían temores relacionados con los odontólogos y sus técnicas. Se comprobó que existe una relación entre los miedos de los niños y los de sus padres, los mismos eran transferidos de padres a hijos de manera consciente o inconsciente.
Y hemos llegado hasta nuestros días seguros de que es fundamental una buena motivación, para que el paciente niño acepte, sin problemas, la atención odontológica.
La mayoría de los niños que acuden al consultorio, si no tienen experiencias previas traumáticas o una influencia negativa de su familia, pueden estimarse como buenos pacientes. Tenemos que considerar que ante una situación nueva o de cambio, las personas adoptan actitudes defensivas; también es importante considerar cómo han sido sus aprendizajes previos.
Por lo tanto el odontólogo debe tener en cuenta cómo accionar en cada situación particular. Si el niño trae experiencias previas negativas hay que bajar las ansiedades y generar un vínculo confiable. La disposición de los padres o los familiares que acompañan al niño al dentista es muy importante a la hora de comenzar el tratamiento. Sus actitudes respecto a la odontología pueden favorecer o entorpecer el tratamiento. Los padres que han tenido buenas experiencias favorecen la situación; en casos diferentes, con malas experiencias, los padres transmiten sus miedos a los niños.
La motivación implica la presentación del profesional, transitar el hábitat del consultorio para que el niño lo conozca, mostrarle el equipo odontológico y explicarle para qué se usa cada elemento, darle también la oportunidad para que observe y pregunte lo que necesite saber.
Al mostrarle los elementos con que se trabajará, debemos contarle al niño en qué consiste nuestro trabajo y cómo se va a desarrollar en el tiempo. Es como un contrato verbal que se hace con el paciente al que JAMÁS le debemos mentir por ninguna razón, pues esto producirá un quiebre en la corriente de confianza que buscamos generar.
Este trabajo de motivación puede durar varias sesiones. En general los papás quieren que comencemos enseguida con la práctica bucal, pero deben entender que el tiempo de la motivación no es un tiempo perdido, es un tiempo ganado para el niño pues estamos generando en el mismo y para el resto de su vida, una actitud positiva frente a la situación odontológica, lo que redundará en una mejor salud bucal y general.
Dra. Haydee Amden
Odontóloga- Psicóloga Social
M.P. 10236
El 3 de octubre de 1917 se realizó el Primer Congreso Panamericano de Odontología en Santiago de Chile, oportunidad en la que se creó la Fundación Odontológico Latinoamericana (FOLA).
Por iniciativa de un argentino: el Dr. Paul Loustalan, en el 2do. Congreso de la FOLA realizado en 1925 en Buenos Aires, se instituyó el 3 de octubre como el Día de la Odontología Latinoamericana.