El otro Bicentenario

Un acercamiento a la vivencia indígena en estos festejos

La idea del Bicentenario debería ser más de conmemoración que de celebración acrítica. El 25 de Mayo implicó una serie de sucesos que se fueron entretejiendo desde las primeras invasiones europeas al continente americano y que reclaman ser recordadas.

El barrio de San Telmo fue el escenario para la extensión de la conquista española cuando en 1536 Don Pedro de Mendoza fundó por primera vez la ciudad de Buenos Aires, probablemente en la zona del actual Parque Lezama.

Ilustración de tolderias indígenas del siglo XXIX

Ilustración de tolderias indígenas del siglo XXIX

Estas tierras estaban pobladas por los Querandíes*, con quienes, en un principio, la relación era pacífica ya que ofrecieron alimentos a los españoles. Pero un día fallaron y eso fue motivo para que Pedro de Mendoza ordenara a sus expedicionarios visitar el pueblo Querandí donde el mal trato de los españoles provocó que los indios los apalearan.

Cuando Pedro de Mendoza se enteró del conflicto mandó a su hermano Diego a matar a los Querandíes y apoderarse del pueblo. Según José Gabriel Vazeilles, fue la creencia animista mágica lo que les permitió no ver a los españoles como dioses (como pasó en otros pueblos) y responderles con una dura batalla en la que sitiaron la ciudad-fuerte, obligando a los españoles a recluirse.

Finalmente, aliados con otros pueblos de la región (Guaraníes, Charrúas y Chaná Timbús), destruyeron la primera ciudad de Buenos Aires y expulsaron a los españoles de la zona. Recién en 1580 Buenos Aires fue nuevamente fundada por Juan de Garay.

Durante siglos se fueron sucediendo otros encuentros entre distintas etnias dando forma al país que este año se celebra. Por eso, en este número que dedicamos al Bicentenario, no dejemos de preguntarnos si en sus festejos se pueden identificar todos los argentinos.

Por eso consideramos esencial conocer cómo viven y sienten el Bicentenario los pueblos indígenas del país. Entrevistamos a Gabino González, Cacique de la Comunidad Tupí Guaraní “El Rincón de la Esperanza de Malvinas” de Monte Grande, provincia de Buenos Aires. También es el representante de los pueblos Guaraníes de la provincia de Buenos Aires en el Consejo de Participación Indígena y en el Consejo de Coordinación del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas2 (INAI).

El Cacique Gabino González. Foto: Mariana Weiss

El Cacique Gabino González. Foto: Mariana Weiss

¿Podrías contarnos alguna anécdota de los primeros encuentros que tuvieron los Guaraníes con los españoles?

Hay dichos, habladurías, pero de acá a 100 años, más atrás no. Tengo recuerdos de mi padre y abuelos pero no de guerras sino de convivencia, de la forma de vivir en comunidad.

La historia dice que estábamos en la parte de Misiones de Paraguay, donde se empezaron a mezclar con los españoles. En la cultura nuestra la persona que se integraba a la comunidad tenía los mismos derechos que los demás. Si el blanco se casaba con una india el cacique tenía que cuidar a esa persona que se integraba y éste tenía el derecho de ser mantenido, era una obligación de la comunidad. Para nuestra cultura no éramos esclavos de los blancos, sino que los integrábamos a la comunidad.

¿Cómo prefieren ser llamados?

Nosotros nos reconocemos como “indígenas” porque tenemos una ley que es la 23.3021 donde somos reconocidos como pueblos indígenas, no como originarios o aborígenes. No aceptamos el término “pueblos originarios” porque todos somos originarios de tal lugar, de tal parte.

¿Se sienten representados en la Ley 23.302?

Yo estoy reconocido por el Estado y pertenezco al Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, que sería el ente que el Estado puso para que nosotros nos dirijamos para participar en los ´90. El INAI se conformó a través de una lucha de todos los hermanos donde deberíamos estar unificados como representantes para trabajar en esa estructura. Lamentablemente eso tampoco se logró porque en el INAI, hoy por hoy, el 90% son blancos y no hay indios trabajando. No tenemos la participación que realmente nos merecemos.

¿Se consideran argentinos?

Yo tengo 65 años y mi generación considera que tenemos que sentirnos argentinos porque si no perdemos todo. Si no hubiera habido una división de países toda esa tierra sería nuestra. Como Guaraníes aceptamos estar dentro de un territorio que se llama Argentina. Pero lo aceptamos como una obligación porque no queda otra, es una condición del Estado que seamos argentinos. Como dirigentes tenemos que tratar de que la gente viva un poco mejor y nosotros no tenemos una fuerza como para formar un Estado, una nación integral nuestra. Lo que sí peleamos es el derecho indígena.

¿Cómo viven el Bicentenario?

El Estado lo está haciendo como algo grandioso para ellos, para el blanco pero no para los indígenas. No estamos invitados, no tenemos la participación que deberíamos tener. Si a nosotros hace 200 años nos mataron como sapos, no hay festejo, yo no lo veo como algo para festejar. Nosotros recién en el año 1994 empezamos a existir [legalmente]. Antes teníamos que tener un representante blanco, porque no podíamos hablar. Recién con la modificación de la Constitución Nacional se reconoce en el artículo 75 a los pueblos indígenas. Ahora por lo menos nos podemos expresar, podemos hablar.

 

1La Ley 23.302 de Política Indígena y Apoyo a las Comunidades Aborígenes (sancionada en 1985 y reglamentada en 1989), declara de interés nacional el apoyo y desarrollo a los pueblos indígenas para su plena participación en el proceso socioeconómico y cultural de la Nación respetando sus propios valores y modalidades.

2El Instituto Nacional de Asuntos Indígenas fue creado por la Ley Nº 23.302 y depende del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Su función es actuar como organismo de aplicación de la esa ley y asegurar el ejercicio de la plena ciudadanía a los integrantes de los pueblos indígenas garantizando el cumplimiento de sus derechos constitucionales.

* No se sabe con certeza si hay descendientes porque no están inscriptos en el Registro Nacional de Comunidades Indígenas del INAI.

—Mariana Weiss
Fuentes: Vazeilles, José G., El pantano argentino y el remolino norteamericano- Aspectos de la historia moderna de originarios y pueblos inmigrados al “nuevo mundo”, Ed. Manuel Suárez, Buenos Aires, 2008/ Schmidl, Ulrico, Derrotero y viaje a España y las Indias. Disponible en http://www.biblioteca.org.ar/libros/1102.pdf

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1 respuesta

  1. – Por Fernando Chanquía Aguirre

    Sabemos -en este mes previo al mundial- que parte de la sociedad se prepara para organizar los festejos bicentenarios del primer Gobierno Patrio. A eso todos lo sabemos, aunque no sepamos bien qué hay para festejar.
    Pasaron doscientos años, es verdad… pero, doscientos años más de qué!
    Aunque a otra parte de la sociedad le resulte difícil asimilarlo, este 25 de Mayo pareciera constituir un hecho ineludible; algo así como un hito. Una grandilocuente ceremonia de argentinidad. Un punto de convergencia para escolares, autoridades y anchos patrones de esta gran estancia Argentina.

    En el Día de la Patria , como de costumbre, habrá ceremonial y desfile. Habrá himno, muchas banderitas, sombreros con cintas y solapas con escarapelas. Todo eso, mas, no auténtica representación nacional.
    Pero los ilustres conocidos no querrán perder su lugar en la cita. Ni los que estuvieron, ni los que están, ni los que ambicionan llegar. El encendido patriotismo capitalino, multiplicándose en colorido júbilo, dirá que estamos en un gran país.
    Aunque todos los días del año nos encuentre aquí, emboscados, disputando miserablemente cada palmo de suelo, en esta tierra de grandes oportunidades para los que llegaron, pero también, de injustos olvidos con los que ya estaban.
    Realmente inconsecuente y alargado país. Tan centralizado; tan subdesarrollado. Con tanto modelo extractivo-exportador. País que tiene mucho y tuvo de todo; genocidio aborigen, terrorismo de Estado, modelo financiero, deuda externa y tanto especulador.

    Posiblemente y pese a todo logre hacerse otra fiesta memorable, como la del primer centenario. Pero como aquellos primeros cien años, será fiesta para unos pocos.
    La de los amantes del goce, la de los viajes largos y los negocios que cotizan en bolsa. De aquellos terratenientes que no hicieron un gran país; sino todo lo contrario y que además no les interesa. Porque sus intereses están más allá y les importa un rábano que hay más acá.
    A esos señores o no les importa o se olvidaron que un país necesita desarrollo en todos sus frentes. Olvidaron que no sólo es acumular, sino también distribuir. Que no es medrar para un sector, sino hacerlo para todos. Que no solamente es crecer, sino hacerlo integralmente.
    Aunque estadística y censo lo niegue, se siguen multiplicando las pancitas vacías con fecha de nacimiento; porque están muy lejos de poder alcanzar las ventajas de un proclamado crecimiento.
    Los que hoy se disponen a festejar su triunfo sectorial, desconocen que un país no es un inmenso granero para hacer acopios cercanos al puerto. Un verdadera Nación es esfuerzo conjunto fructificando en producción diversificada. Es reconocimiento.
    Es mega empresa industrial y es también paciencia artesanal. Es andar de pié y marchar a la par.
    Es un enjambre de corazones y brazos trabajando, mancomunadamente para el mismo panal.

    Pero esa todavía no es nuestra organización social.
    Porque no es ese el escenario en que se celebra el segundo centenario; sino el de siempre. Aquel que desde 1.810 a la fecha, sigue impúdicamente un viejo modelo de sociedad. Ese que hoy concentra a todas las fuerzas retrógradas con plena vigencia, apoltronadas plácidamente, enseñoreadas en su eterno estar.
    Y entonces aquí nos asalta nuevamente el interrogante de plantearnos honestamente…
    ¿Qué bicentenario es el que vamos a festejar?

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