El problema de confundir autoridad con autoritarismo

Por Mónica Rossi

Los maestros están sometidos a diferentes tipos de violencia. Más allá de la violencia física directa (golpes o amenazas de ellos por parte de alumnos o padres), existen formas de violencia psicológicas ejercida por diversos actores.

Asimismo, las conducciones de las escuelas, muchas veces, desamparan al docente ante acusaciones de familiares de los alumnos. Todo esto genera una pérdida de autoridad y hace que las familias tomen partido por el alumno, como defendiéndolo de un ataque personal, no reconociendo así que una de las tareas del docente es indicar normas de conducta y convivencia, aparte de lo específicamente pedagógico.

El sistema escolar funciona adecuadamente sobre la base del respeto a la autoridad. Si esta es cuestionada, sin justa causa y por el mero hecho de ser autoridad, los alumnos rápidamente aprenden que cualquier violación a todo tipo de norma o pauta de convivencia -por parte de ellos- no genera ninguna consecuencia importante y -al mismo tiempo- perciben que son impunes, por lo que actúan en consecuencia. No se trata de proponer un código de castigos, ya que el problema es la pérdida de autoridad docente que siempre hizo funcionar el sistema escolar.

Otras de las problemáticas es que nadie regula la conducta de los padres. Estos pueden acusar libremente y sin fundamento a los docentes, sin existir consecuencias si tales acusaciones son injustificadas. Tal conducta hace que se fortalezca más la idea del “todo vale” en una institución donde -básicamente- debe aprenderse y primar el respeto hacia el otro, que luego se pondrá de manifiesto en las conductas normales y habituales de todos los individuos, logrando así la buena convivencia social.

Por otro lado, se ha dicho que es muy importante la presencia de docentes varones en las instituciones, sobre todo en los niveles primario e inicial, pero sucede que los mismos están sometidos a una presión extra. Cualquier comportamiento que en una maestra es considerado afectuoso, cariñoso y maternal, la misma actitud en un varón es vista con desconfianza. Pareciera ser que los hombres no tienen permitido ser afectuosos y si demuestran cariño hacia sus alumnos pueden ser vistos, potencialmente, como personas que «abusan de los niños».

Todos estos temas que son vivencias cotidianas de los docentes, los preocupan y muchas veces los inhiben para cumplir con su vocación. Por eso, revalorizar la autoridad docente es fundamental para el exitoso funcionamiento de las instituciones.

 

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