“El que maneja la tijera, maneja la peluquería”
Ángel Colucci tiene su local -Alto Estilo- en la esquina de Cochabamba y Chacabuco desde 2003, pero su historia en el barrio comenzó mucho antes. Y así lo cuenta él: “Vivo en San Telmo hace alrededor de cincuenta años, pero nunca había trabajado acá, aunque siempre quise “cerrar” mi profesión en el barrio”.
El Sol: ¿Cómo llegaste acá?
A.C.: Nací en un famoso conventillo, que ahora es La Botica del Ángel (Sáenz Peña 543, CABA). Después, en 1955, mis viejos se hicieron una casita con el plan Eva Perón en Longchamps, Prov. de Buenos Aires y, en la década del sesenta, como había muchas huelgas de trenes a mi papá se le complicaba porque tenía que venir a trabajar a la capital, entonces la vendieron y compraron un departamento en Independencia 837 (CABA). Cuando me casé con Gladys, en 1978, nos fuimos a vivir a Palermo. Al año y medio, ya con una hija, pudimos comprar un departamento en Bolívar 1071. Luego nacieron los otros dos y cuando fueron más grandes nos mudamos cerca de acá.
E.S.: ¿Sos peluquero por vocación o por elección?
A.C.: Cuando vivía en Independencia, al lado de mi casa había una peluquería y siempre charlaba con una peluquera que trabajaba ahí. Una vez, hablando de cómo era su trabajo me dijo: “Por qué no aprendés”. Tuve curiosidad, le hice caso y fui a academias, tomé cursos con diferentes coiffeures y me empezó a gustar. Entonces comencé a trabajar en la profesión al mismo tiempo que lo hacía en la empresa SEGBA (Servicios Eléctricos del Gran Bs.As.) y cuando me retiré me dediqué por completo a esta profesión.
E.S.: ¿Trabajaste en locales del barrio?
A.C.: No, siempre en mi peluquería. Pasé de tener una no muy grande en Catamarca y Carlos Calvo, luego en Reconquista y Lavalle, de ahí pasé a Pueyrredón 576 donde estuve mucho tiempo y abrí otros salones: en Araoz y Santa Fe y en Austria y Arenales. Alrededor de 2003 cansado, porque tenía mucho personal a cargo -en Araoz trabajábamos 30 personas y en las otras entre 12 y 15 desde coloristas, asistentes, peluqueros, maquilladores- cerré los locales, busqué uno por San Telmo y aquí estoy.
E.S.: ¿Tu peluquería tiene un estilo definido?
A.C.: Hacemos todas las tendencias. El peluquero que quiere estar actualizado, así esté en un barrio, tiene que seguir yendo a ver ateliers. La actualización la realizamos a través de los laboratorios como Wella o L´Oréal que van produciendo encuentros con profesionales que vienen del exterior. Estar en eventos internacionales te va formando y uno ve tanto lo que le gusta, como lo que no va a aplicar en su trabajo.
E.S.: ¿Cómo ves el nivel de los profesionales, en general?
A.C.: En los barrios vas a encontrar muy buenos peluqueros, cosa que no se da en el resto de Sudamérica. Todos los años hay campeonatos internacionales en distintos países: Japón, U.S.A., Alemania, Inglaterra -entre otros- donde se presentan diferentes equipos para hacer peinados de noche o la exigencia que pidan en ese momento y los argentinos siempre están en el podio. Tenemos una compañera -Coty de Moreno, ahora retirada-que ganó cinco veces la Rosa de Francia en peinados, que es el galardón más importante del mundo. Es una gran profesional y profesora. En San Telmo hay muy buenas peluquerías y muchas. Lo que me llama la atención es la cantidad de chicos jóvenes que lo hacen profesionalmente muy muy bien y eso gratifica.
E.S.: ¿A las chicas que trabajan en tu local, las formaste vos?
A.C.: Tanto Vicky como Rocío, cuando empezaron, no sabían ni lavar la cabeza. Hoy cortan, peinan, hacen color, reflejos. Lo importante es ver si tienen facilidad y si les va a gustar trabajar en esta profesión. Porque hay que estar mucho tiempo parado y es bastante agotador, pero muy creativo. Hace poco, las dos, hicieron un curso, se recibieron de coloristas y trabajan muy bien. Se fijan en los detalles y me recuerdan cosas que sé pero que con los años uno las va haciendo mecánicamente. Muchas veces estoy frente a una clienta, le pregunto qué quiere hacerse y contesta: “No sé, fíjate vos”, entonces empiezo a cortar y aunque no tenga claro lo que ella quiere, enseguida sale. Es por la experiencia, el estudio, el trabajo mismo y eso trato de transmitirle a los que trabajan conmigo: observar, ver a la persona, imaginar qué color le quedará bien según sus características o qué le va a gustar, sin tener que fijarse en la ficha Eso es importante.
E.S.: ¿Siempre acertaste?
A.C.: Toda persona que trabaja se equivoca y más en esta profesión donde cuando uno es joven quiere ser creativo, con la posibilidad de fallar. Después, se miden los riesgos y te equivocás menos porque tenés experiencia y ya sabés hasta dónde podés “jugar”.
E.S.: ¿Cuáles son los secretos de la profesión?
A.C.: Lo que resalto es que el que maneja la tijera, maneja la peluquería. Lógicamente todo tiene que ver con todo, pero el corte es fundamental. Es importante definirlo bien y si puede hacerse. El cliente tiene que saber si lo que te pide, con su pelo o con su estilo se puede lograr porque en las revistas se elige el tipo de cabello de la modelo, está maquillada y fotografiada para que se vea bien y eso no pasa en el día a día.
E.S.: ¿Quiénes marcan la tendencia?
A.C.: Los laboratorios. Una vez charlando con la jefa de L´Oreal, me contaba que le costaba encontrar modelos para dejarse hacer permanente para que los chicos aprendan y yo le decía que los responsables eran ellos, porque siempre muestran una coloración sobre el cabello alaciado. Igual ahora se usa mucho la buclera o el pelo más ondulado, con movimiento.
E.S.: También se usa el “despeinado”…
A.C.: Antes los peinados recogidos se armaban con ruleros, secador, se batía el pelo y peinaba. Hoy se peinan para que parezca informal, pero está bien pensado. Las tendencias no son tan acartonadas. Hace un tiempo, conversando con unos muchachos que iban a poner una peluquería en Colombia, les pregunté qué estilo iban a llevar -porque uno no puede cortar diferentes estilos en la misma peluquería, se busca siempre una tendencia- y uno me dijo: “Vamos a argentinizar, viste que a nosotros nos mira Europa pero también Sudamérica, entonces vamos a hacer todo con mucho movimiento, vamos a soplar el pelo”, porque aquí las tendencias son mucho más sueltas, más naturales.
E.S.: ¿Y las “famosas” canas?
A.C.: No son para todas las mujeres. Hay distintos tipos de cana, alguna medio acerada o la blanca, pero no la tienen todos; cuando se pone amarillenta no es linda. Es una tendencia, porque se está usando mucho el gris. Las chicas quieren hacerse reflejos con gris y no a todas les queda bien.
Pone el acento en las mujeres que trabajan y dice -cuando le piden si puede atenderlas fuera del horario, por ese motivo-: “Las espero, porque no vienen de mirar una novela y uno debe ser consciente que hoy en día todos estamos atados al trabajo”.
El barrio es su paisaje cotidiano y en él distingue: “para tomar un café, el Clásico -Humberto Primo 501-, para almorzar y ¨desenchufarme¨ me encuentro todos los días con amigos a comer comida casera en el Patio de San Telmo -Piedras 1316- donde la pasamos muy bien”.
Ángel cuenta que su mujer, a veces, fue su “conejito de Indias” porque con ella probó colores, reflejos, permanente y que ninguno de sus tres hijos se dedica a algo relacionado con su profesión. Florencia es abogada; Agustina, docente y Bruno está hace unos años trabajando en Europa; quizás alguno de sus nietos: Francisco, Margarita o Josefina, se entusiasme y quiera adueñarse de sus tijeras.
Texto y foto: Isabel Bláser