“El sueño se construye cuando uno está despierto”
Luis -Nino- Monfroglio (52), es vecino de San Telmo, profesor de música en la escuela de San Juan 353-CABA- y, además de ser un profesional reconocido, es el creador del espacio “Concierto bajo las estrellas” que se realiza en la Manzana de las Luces -Perú 272, CABA-y que ha sido declarado de interés cultural por el Gobierno de la Ciudad.
Nacido en Quilmes, nos cuenta que su vocación “se despertó a los cinco años y pedí una guitarra, que me compraron a los siete. Mi abuelo materno era toba y tocaba una, tenía cierta capacidad para improvisar. Sin saberlo, porque no había estudiado nada de música, usaba una afinación abierta llamada Sebastopol, que se utiliza en la música negra americana. Mis abuelos paternos, por su parte, cantaban todo el tiempo canciones del norte de Italia, a dos voces, mientras hacían sus tareas diarias. Además, como mi padre era melómano, en mi casa se escuchaba siempre música”.
Y relata que esa vocación temprana hizo que comenzara a estudiar a los ocho años, con María Ester Iwatani, “fue un estallido en mi cabeza; empecé a tocar todo el tiempo. Era muy exigente pero cariñosa y me hizo conocer muchos estilos musicales. A los catorce egresé del Conservatorio Musical Buglisi y cuando terminé la secundaria ya trabajaba como profesor en varias escuelas. También cursé en el Instituto Artístico Musical Milanese-Airá como profesor de guitarra, teoría y solfeo. Además estudié en el Conservatorio Nacional de Música “Carlos López Buchardo” con los maestros Elías, López de la Rosa y Aragón Luna y en la Escuela de Música Contemporánea de Bs.As. Center Loft (dependiente del Berklee College of Music of Boston) e hice unos años la carrera de ingeniería química en la UTN”.
En el mes del Día del Maestro, nos interesa conocer su actividad como docente y lo que la música provoca en los chicos. El tema lo entusiasma y nos comenta que, actualmente, está trabajando “en nivel primario e inicial, pero lo hice en todos y también en escuelas especiales. Lo que estoy eligiendo es 5°; 6° y 7° grado, porque me interesa ese período de muchos despertares, es el momento del descubrimiento de ideas y valores que luego se reformulan o refuerzan”.
Suponemos que no es el único momento de la vida que eso sucede y Nino refuerza esa idea, cuando dice que: “A cualquier edad uno tiene un amplio sentido y capacidad de captar sensaciones, imaginar cosas, un vuelo con lo artístico. Pero sos el profesor, estás en un nivel distinto porque tenés más claras algunas cuestiones, sos un facilitador que le estás proponiendo a la otra parte que contemple situaciones musicales que lo conmuevan. Allí hay un lugar de encuentro”.
Aunque parecería que los chicos están dispersos, él afirma que “se enganchan porque a través de la voz les transmitís emociones y les llega sin ningún tipo de filtro, ni resistencia. Ese primer paso hace que se acerquen al objeto musical que los hace permeables a un sentimiento. El deseo de expresión se va a abrir paso solo, como todo en la vida. Hay que generar ese tipo de espacio, muchas veces pensando en qué alivio le puede traer o cuántas cosas le puede hacer recorrer el arte, a ese chico, para su vida y autoconocimiento, como vehículo de expresión. La música no te cura de nada, pero te alivia de todo”.
Y aunque todos no tenemos caudal de voz para el canto, el profesor dice que: “La voz es como tu huella digital, es algo no renovable, un elemento natural que solo hay que educar para que ella exprese nuestro sentir de la mejor manera”.
Sabemos que la computadora ganó mucho terreno y parece que anula otras áreas, pero Monfroglio afirma: “La tecnología es un elemento muy poderoso y solo tenemos que ver cómo la usan los chicos. Es una herramienta. Nunca fui partícipe de hacer carpetas, ya que nadie asegura que guarda un concepto porque lo tenga escrito. Prefiero, muchas veces, jugar con la transmisión oral. No hace falta anotar, sino recordar. Bajamos una letra de la compu, la analizamos, vemos un video y los acerco a la música. La reciente tecnología es un estímulo para nuevas sonoridades. Son caminos para expresar y descubrir cosas que sentís”.
Existe la idea que las horas de música en la escuela, son tomadas como recreos. Sin embargo, nos dice categóricamente: “De ninguna manera. Es una materia esencial y tan es así que actualmente tenemos capacitaciones de cómo enseñarla; es un área que desarrolla al ser humano. No es más ni menos que otras disciplinas. Si alcanzara con la palabra, Dios no hubiera creado la música, la pintura, la escultura. Hay que buscar el interés del alumno para que así lo sienta y ahí se enganchan”.
Otro prejuicio en la sociedad es ver a la música como un hobby, no una vocación a la que hay que dedicarle mucho tiempo de estudio. Esto lo sabe y afirma: “Todos somos en un punto autodidactas, pero hay muchos maestros de los que aprender y hay que ser dócil y serio -como alumno- en la búsqueda, porque el maestro facilita hacia dónde uno tiene que ir. Se puede empezar desde un lugar precario, pero si vas viendo que lo que querés expresar requiere otras herramientas, empezarás con una guitarrita pero después vas a querer un buen instrumento. Lo mismo pasa con los conocimientos, si te interesa, si querés dedicarte a eso, seguramente buscarás aprender y saber cada vez más. Para lograrlo hay que estudiar. Todo depende del camino que quieras seguir”.
Cuando le insinuamos que es difícil vivir de la música, Nino es categórico: “Soy músico porque es lo que tengo que ser, no vine a otra cosa. No se mide con discos ni con nada. El camino lo sigo reafirmando y fortaleciendo. Siempre trabajé de músico. Tengo dos discos (´Hielo Amarillo´ y ´Cambio de Estado´) hechos por mí en su totalidad. Los estoy haciendo circular, pero si no hubiera decidido eso, no hubiera sucedido. Estudié, doy clases y tengo mi estudio de grabación. Después de mucho tiempo de trabajar en esto, vivo de la música. Cuando tenía 20 años me pregunté ¿Construyo mi camino o hago el de otro? Y decidí trabajar para el mío, porque hay que unir el deseo al propósito. El sueño se construye cuando uno está despierto”.
Quizás si la sociedad fuera más solidaria, podrían ayudarse unos a otros teniendo en cuenta la dificultad de trascender en el arte. En este sentido, acota: “Quiero ser generoso y solidario, porque si no compartís lo que tenés el espacio no se agranda. Eso es lo que se construye cuando uno se encuentra. Se genera sinergia. Si no, estamos como en gabinetes estancos.El mensaje para los chicos es que se acerquen, que hagan cosas, que inviten a otros a participar en un proyecto. De lo contrario, son un manojo de corcheas desparramadas en una partitura. Si podés transmitir la pasión que tenés y la despertás en el otro para que haga su propia búsqueda, es un golazo. La satisfacción es compartir parte del proceso”.
Monfroglio es el creador y líder de la banda To.BA. Compuso las canciones y los arreglos que tocaron en diferentes conciertos y recitales -Manzana de las Luces; Centro Cultural Plaza Defensa; Museo Sívori; La Noche de los Museos, entre otros-. Se presentó en el ciclo “Música en la Ciudad 2013”, organizado por la Secretaria de Cultura de la Nación en la Fundación Mercedes Sosa. También organizó y produjo -semanalmente- el Ciclo de Músicos en Manzana de las Luces (2010/2013) y la jornada Manzana Jazz 2013.
Pero no fue solo tocar, sino que su banda (To.BA) generó y participó en acciones solidarias como: Cena Anual Para la Gente sin Techo de la CABA, organizada por la Manzana de las Luces y el Colegio El Salvador; Festival por los Inundados y el De la ciudad al monte, para recaudar donaciones destinadas a las comunidades Toba y Wichi de la Prov. de Formosa.
Después de este andar, dice que -en 2015- cerró “el proyecto To.BA porque tenía que hacer todo en formato de banda, mantener una estructura y un montón de obligaciones que me quitaban el espacio creativo que necesito. Comencé a tocar como Nino Monfroglio, parece algo superficial pero no lo es. Armé un ciclo nuevo: “Concierto bajo las estrellas” donde toco dos o tres canciones y luego presento músicos invitados. Empezó a fluir mi composición, sin un formato determinado. Investigo, porque encontré la libertad de poder componer de nuevo y formé un trío que me vuelve a mis raíces rockeras. La gente se va contenta y el músico siente que está cuidado. Es una fiesta, un estándar muy alto de sonido y el lugar es una maravilla tanto desde la historia como desde la estética”.
Nos vamos, pero podríamos habernos quedado charlando de música, educación, familia y cualquier otro tema de la vida misma. Seguramente lo hagamos cuando nos encontremos en la Manzana de las Luces para disfrutar, primero, un “Concierto bajo las estrellas”.
Texto y Foto: Isabel Bláser