El Yoga y el desafío de estar presente

Buscando el equilibrio

Por Geraldine Brezca

Para hablar de Yoga me gustaría contarles que empecé a practicar porque sentía que no respiraba. Esto fue aproximadamente en 1996 y una amiga me recomendó las clases de Ashtanga de Chuck Miller en Los Angeles, donde yo vivía.

Fui una mañana a las 7 a una clase llamada Mysore de Ashtanga, donde el profesor solo corrige, sin guiar la práctica. Si asistís a esa clase se supone que ya conocés la serie de posturas, pero no era mi caso. Después de tres saludos al sol (una serie de posturas clásica de Yoga), no podía más. Me acosté en Savasana, que es la postura de relajación y el profesor me tapó de los pies a la cabeza. En ese momento me pregunté ¿dónde te metiste…?

Geraldine Brezca en una postura de yoga. Foto: Ignacio Sourouille.

Practiqué Ashtanga por más de 10 años, combinado con clases de Hatha Flow dictadas por Saul David Raye, entre otros profesores, con quien hace dos años hice mi entrenamiento para poder dar clases también. Hace un poco más de tres años practico Iyengar, que es un estilo y una disciplina súper terapéutica. Iyengar me solucionó los dolores lumbares, de los cuales sufrí durante mi práctica de Ashtanga, sumado a mi trabajo de asistente de cámara, donde levantaba mucho peso y mal. Además siento que mi sistema inmunológico está más fuerte y eso me hace sentir muy saludable. La práctica es tan exacta que la conciencia tiene que estar al ciento por ciento.

Esto es la meditación: por ejemplo cuando estás haciendo algo y estás en esa actividad sin pensar en nada más que en lo que estás haciendo, estás completamente en el presente. Por ejemplo, cuando estamos haciendo un sándwich, si nos concentramos solo en eso, y en nada más, es una especie de meditación.

En estados normales, generalmente nos pasamos saltando del pasado al futuro, yendo y viniendo constantemente, sin estar conscientes del presente. Lo que el Yoga me dio es atención a lo que estoy haciendo y de ahí el estar presente. Además, me posibilitó confiar más en mi intuición y percepción.

Tengo un profesor, Erich Shiffman, que hace una analogía con las barras de señal de Internet. Cuanto más señal, mejor es la conexión con la fuente de la información que buscamos. Dice que es como si tuviéramos una antena y que si la conectáramos con la gran antena (algo así como la conciencia universal), lograríamos recibir información más fácilmente, ya sea para resolver situaciones con claridad o para conectarnos mejor con nuestro ser esencial, que en general se encuentra tapado.

Siento que con la práctica física de las posturas llego a un estado meditativo que me  permite fluir energéticamente con el todo. Mi conciencia se expande y observando los ciclos de la naturaleza, lo bella y perfecta que es, puedo identificar esos ciclos en mi propia vida. Así entiendo que hay momentos para salir al mundo externo, otros para entrar a mi mundo interno y el punto medio entre ambos, es lo que busco.

Creo que el Yoga me sensibilizó mucho con relación a estos procesos y me acompaña, fortaleciendo mi cuerpo para poder estar bien plantada en este mundo e inspirándome a plasmarlo en el arte. Es un instrumento que me ayuda a volver a mi centro cada vez que me salgo de él con más fluidez, sin quedarme desequilibrada por mucho tiempo…

Como decía uno de los profesores que he tenido: es como estar manejando un avión, estás todo el tiempo buscando el equilibrio.

(Me gustaría nombrar a Ruth, mi profesora de Yoga en San Telmo, quien convoca un grupo humano muy lindo y a quien le agradezco por una práctica que es cada vez más profunda. También agradecer a las Telmeñas que asisten a mi clase de Hatha-Iyengar-Danza mix. Si nos seguimos juntando y hacemos conocer lo que nos da la práctica de esta disciplina física y mental, iremos contagiando a quienes nos rodean para estar más presentes.)

Geraldine Brezca es vecina de San Telmo, documentalista y asistente de cámara, además de practicante y profesora de yoga.