Empanadas con historia
“El Gauchito”
En Independencia 414 hay un rinconcito de La Rioja, una verdadera embajada de esa provincia norteña en San Telmo. “Pensar que cuando era muy chiquita, San Telmo me parecía un barrio de viejos, por los anticuarios y el tango”, rememora Johana Ormeño (26), hija de Beto, el alma mater de la casa de empanadas “El gauchito”. “Pero a medida que fui creciendo -continúa la joven- me di cuenta de la importancia de la historia del barrio, presente en cada adoquín de la calle Defensa”.
“Con el tiempo, reconocí que mi enojo con el barrio tenía que ver con que mi padre, que era mozo de la pizzería “Mi tío”, se pasaba todo el tiempo trabajando y no podía compartir con nosotras ni un acto escolar. El barrio se ¨apoderó¨ de mi papá. Hoy creo que sin esa fuente de trabajo, no hubiese podido mantener a la familia”, cuenta Johana, embarazada de siete meses.
El local es chico pero el corazón es grande. Cada foto, cada adorno, tiene su historia. Las fotos de algunos clientes -chicos del colegio Ing. Luis A. Huergo y turistas que dejaron sus huellas, entre otros-, conviven con la pintura del Gauchito Gil y los retratos de Mercedes Sosa, Carlos Gardel, Maradona, Perón y Evita.
La mayor de las dos hermanas (la menor, Yamila, ausente de la entrevista por cumplir 18 años el mismo día) cuenta que el nombre del negocio lo puso su madre, Mónica Cerezo, porque cuando sufría de pancreatitis una persona le dio una estampita del Gauchito y al curarse de la enfermedad, bautizó al local con el nombre del santo pagano, como agradecimiento.
Padre e hija recuerdan cuando, en plena crisis de 2001, venían a San Telmo los domingos a vender ensaladas de frutas. “Probablemente en otro barrio no hubiéramos podido hacerlo”, coinciden.
La receta de las empanadas riojanas (hechas con carne cortada a cuchillo, cebolla de verdeo, huevos, papa y aceitunas) es la herencia de la bisabuela de Beto. Él buscó “ese sabor guardado en la memoria del paladar” desde que llegó de Aicuña, un pueblito riojano de 300 habitantes de los cuales la mayoría se apellida Ormeño.
La historia del clan se remonta al 1700: “Juana Ormeño -que era sanjuanina- fue la primera mujer que se animó a llevar el vestido con los colores patrios”, afirma con orgullo Johana. Y Beto no se queda atrás: “Mi tatarabuelo Francisco Ormeño, oriundo de un pueblito cercano a Puerto Alegre allá por 1930, fue un precursor de la medicina natural de quien se han escrito libros”.
Aunque hace 14 años que la familia está en San Telmo, Beto sale regularmente a volantear. ¿Hacen delivery?, pregunto. “No, tenemos ¨envío a domicilio¨ porque somos conservadores de nuestra lengua”, contesta con una sonrisa Beto, que quiere organizar desde el llano, la “Feria de empanadas” en Puerto Alegre. “Hay que tener esto”, sostiene el riojano señalando su corazón. “Quiero contagiar a mi pueblo la idea de que, con esfuerzo, todo se puede. Y, de paso, abrir puertas a mis comprovincianos”, asegura Ormeño antes de convidarme un sabroso locro criollo.
Texto y foto:Diana Rodríguez