En la casa de Sonia, ejercicio y cuidado

Muchas actividades de entrenamiento físico pueden practicarse en nuestro en barrio. Una de ellas es la que desarrolló Joseph Pilates a comienzos del siglo XX. Si bien esta disciplina lleva actualmente el nombre de su creador, en sus orígenes fue llamada Contrología por el particular acento en la conciencia del cuerpo y el control de sus movimientos.

Hay varios lugares donde practicar Pilates, pero esta vez queremos contar sobre uno en particular por su peculiar estilo “santelmeño”. Nos referimos a El Loft Pilates, Perú 715-Loft 5.

Ubicado en un típico edificio antiguo de San Telmo, sobre la calle Perú, El Loft tiene todo lo que un estudio de Pilates requiere y un plus que hace sentir a sus alumn@s como “en casa”. Después de atravesar unos patios comunes desbordados de plantas y escaleras se atraviesa la puerta y allí encontramos los reformers -camas con resortes y poleas características de esta disciplina-, otros elementos informativos propios de la actividad, imágenes de la columna vertebral, artículos sobre el cuidado del cuerpo, y también encontramos las cosas del “plus”. Sonia Pissoni, la  “profe” y anfitriona, deja toallas limpias, jaboncitos de ricos olores, desodorantes y botiquín completo en el baño, hay lockers con ropa de back up para alguna olvidadiza, suena música bossa nova, jazz o alguna que el grupo elija escuchar ese día y alumbran luces tenues, elementos todos  que invitan a la relajación.

El lugar tiene una energía muy femenina aunque algún que otro señor se anima a cruzar el umbral. También encontramos objetos antiguos remozados, de colores, que Sonia rescata y reinventa para darle al espacio su nota de identidad santelmeña. Un perchero con ropa, un rompecabezas que replica un cuadro de Frida Kahlo, unos cuantos pufs y otros detalles muestran que -El Loft- no solo es un espacio de ejercicio sino también de bienvenida y encuentro. Para reforzar esta idea, encontramos entre los reformers a Pancha -una gata persa- y a Olmedo -un gato siamés-; los eternos compañeros y testigos de todas las clases.

Sonia, siempre apasionada por la actividad física, descubrió Pilates inicialmente como alumna en otro sitio del barrio, vio en este sistema de acondicionamiento físico una propuesta integral centrada en la respiración y la conciencia de los movimientos, un ejercicio desde un enfoque en la salud. Pero también decidió ser la protectora de ese concepto donde confluyen el ejercicio, la salud y el bienestar, creando un espacio con un estilo propio que no resigna ni por la posibilidad de que su actividad sea más rentable.

Entonces, quisimos saber más y para eso le preguntamos: ¿Qué tipo de alumnas recibís en El Loft y por qué llegan?

 Sonia Pissoni: Viene gente de todas la edades, en su mayoría son mujeres que encuentran acá un espacio para conectarse con el cuerpo, hacer ejercicio y también por indicación médica. Durante el mediodía recibo a muchas chicas que trabajan en oficinas cercanas y, de esa manera, sienten que pueden desenchufarse del ritmo loco porteño. Durante la tarde-noche se llena de vecinas del barrio. Y también muchas chicas extranjeras que me cuentan que en sus países hacer Pilates es muy caro.

¿Qué significa tener El Loft en San Telmo?

S.P.: Hace siete años que trabajo en el barrio como instructora, empecé en un local que compartía con un solárium y me di cuenta que necesitaba tener un espacio propio. Entonces llegó El Loft. San Telmo es único y no imagino tenerlo en otro barrio, la onda que tiene la gente es muy especial y va con la que intento tener en esta actividad.

¿Qué es lo más importante de esta disciplina?

S.P.: La conciencia y la conexión con el cuerpo, que cada ejercicio se realiza cuidando la postura, protegiendo la columna y regulando la resistencia de acuerdo al estado físico, la fuerza, las ganas, el estado de ánimo y el momento personal por el que atraviesa cada uno. Intento que mi espacio sea un lugar libre, donde las personas se sientan cómodas y no se exijan algo que no tienen ganas o no pueden ese día. Por eso también es que decido trabajar sola y no tener otros instructores; a pesar de resignar, quizás, un mayor ingreso económico prefiero cuidar el espacio.

Sus alumnas nos cuentan que en este estudio de Pilates se respira de otra forma. Aquí te recibe la dueña de casa, la profe que se ocupa de saber cómo estás hoy, qué ejercicios podrían ser los mejores para este día y qué música puede acompañar la tarea de mejorar la postura, aliviar tensiones y contactar con el propio cuerpo.

El Loft tiene ese no sé qué de los lugares donde se hace lo que se ama, donde al cuidado de la identidad y el estilo se le da un papel principal, característica y espíritu tan distintivo que poseen los ámbitos de nuestro barrio. Sonia eligió lo que hace. Toda ella está puesta ahí, en su labor: para proponer un nuevo ejercicio, para corregir, para identificar qué es mejor para cada día, para abrirte las puertas de la casa. Para saber quien disfruta que Olmedo se suba a su espalda, quien se relaja al verla remolonear a Pancha.

Entrar a El Loft es estar en San Telmo; pasar entre la semi-jungla de matas que hay en los pasillos y patios con historia; que te reciban tenues ronroneos y la sonrisa de Sonia para ayudarte a estar en forma, curar lesiones o entrenar a fondo de una manera suave; sacudirse los ruidos de afuera, la vorágine del mundo, la pesadez del día; tomar conciencia, estirar, fortalecer; encontrar en el cuerpo lo que te hace bien; acostarse, pararse, trepar, colgarse. Todas esas cosas que tan bien les salen a los gatos.

Texto y foto:Yanina Audisio y Cecilia Calderón

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