“En las plazas nacen las revoluciones”
El “Indio” Benavente
Cada domingo, cuando cae la noche, se desarman los puestos alrededor de la Plaza Dorrego y, al mismo tiempo, comienza otro ritual. Un grupo de personas empieza a colocar el piso para transformar el espacio en una pista de baile. Es la famosa “milonga del Indio”. Pedro Benavente, su nombre real, se apresura en aclarar que su milonga -que tiene más de veinte años- ahora se llama “Placita del pañuelo blanco”, en honor a Hebe de Bonafini.
“Algunos de los negocios se creen dueños del espacio público. Y, en realidad, la plaza no solo es el baile, tiene un sentido político: defender el bien común”, explica el Indio que es un personaje indiscutido en nuestro barrio.
El Sol: Para vos ¿qué es el tango?
Indio: Es una expresión genuina del pueblo. Si nos ponemos a pensar, Evita llegó a ser quien fue a través del tango, porque la impulsó Agustín Magaldi. Para los que amamos el tango, nuestras vidas rondan alrededor del abrazo, los amigos, la mística de Buenos Aires. No es solo un baile, está declarado “Patrimonio de la Humanidad” por la UNESCO. Para nosotros, la cultura no debe tener una mirada netamente comercial, sino que es un fenómeno popular. La placita tiene más de dos décadas y sigue creciendo como “punta de flecha” de luchas, debates, apoyando la tradición y la historia. En verano la plaza se llena y en invierno también. Es una fiesta, un lugar de encuentro. Además, nos hacemos eco de otras luchas, como la de los vecinos del parque Lezama, que lograron que se reabra sin rejas y el anfiteatro vuelva a ser usado para la participación popular.
El Sol: ¿Cómo empezaste a armar esta movida?
Indio: Soy profesor de educación física, además de tango y folclore y llevo 25 años como artista callejero. Me enamoré de San Telmo. Recuerdo que me estaba separando de mi compañera y me quedé sentado en la plaza Dorrego mirando la luna y las estrellas. Empecé a “flashear” con la película “Tango, baile nuestro” y a imaginarme la milonga en aquella terraza. Después hablé con los amigos de Cochabamba 444, donde tuve maestros del tango como Mingo y Esther Pugliese, Gustavo Naveira y Olga Besio; entre otros. Más tarde, pasé al Parakultural con Omar Viola y Zapatos Rojos. Luego estuve en La Trastienda, con Oscar Ramírez y María Pantuso y, posteriormente, en el estudio de tango de Los Dinzel (gran pareja de baile, integrada por Gloria Ines Varo y Carlos Rodolfo Dinzelbacher).
Todos ellos, incluyendo también a “el Pupi”; “el Tano”; Teté; la turca Ana Postigo; Omar Vega, son grandes amigos y maestros de la vida. Estoy orgulloso de pertenecer a la familia del tango, que además de bailarines, reúne a músicos y poetas.
Pedro estudió Derechos Humanos en la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo; tal vez de allí provenga su vocabulario que incluye frases como “resonar socialmente” y la palabra “colectivo”, que usa repetidamente. Siente una gran admiración hacia las Madres: “Son maravillosas, para mí estar junto a ellas es como conocer al Che o a Fidel”, sentencia Benavente y agrega: “En las plazas nacen las revoluciones”.
Luego de aclarar que “no enseño solamente, también aprendo con el otro. Cuando bailo con alguien, ambos estamos aprendiendo y enseñando al mismo tiempo”. Ha trabajado con artistas de la talla de Mercedes Sosa y León Gieco, al tiempo que Eduardo Galeano ha sido una de sus fuentes de inspiración. Este año tiene planeado viajar a Holanda, Alemania y Bolivia.
Las luces de colores iluminan la placita, como cada domingo. Entonces el Indio habla de “hacer poesía con el cuerpo y el alma” e invita a apagar la “tele” y el Facebook para encontrarse cara a cara y abrazar al otro.
Diana Rodríguez/ Fotos: Damián Sergio