Equinoccio de setiembre

Nostalgia de primavera. Sí, siento nostalgia de las tardes felices que pasaba con mi madre, mi abuela y mis compañeras de colegio, disfrutando de la fiesta que se organizaba en la calle Defensa.

Mi recuerdo comienza en los años ´60, cuando los primeros días de septiembre ya empezaban a traerle -al barrio- aires de nuevas alegrías. Pero la historia se inició mucho antes, alrededor de los años ´40. No sabemos bien quién fue el que empezó, un 21 de septiembre, a adornar con flores su vidriera pero, a partir de ese momento, los demás también lo hicieron y casi como algo natural, comenzó la competencia. La idea prendió y, poco después, la Asociación de Comercio decidió organizar un concurso de vidrieras. Otorgaba entonces un primer y segundo premio a la vidriera mejor adornada, que consistía en la entrega de un diploma al dueño del negocio.

Fue una sorpresa y una gran atracción para los vecinos que paseaban para admirarlas.

Más tarde, a mediados de la década del ´50, comenzaron los desfiles de carrozas, que en realidad eran camiones adornados y, en muchas ocasiones, las señoritas que desfilaban con vaporosos vestidos de verano, iban sentadas al lado de una estufa por el frío que todavía se hacía sentir.

San Telmo, hoy tan cosmopolita y turístico, por excelencia lugar de anticuarios, tuvo otrora un centro comercial completo en la calle Defensa, que cubría todas las necesidades de sus habitantes. Librerías, ópticas, sederías, tiendas, perfumerías, casas de electrodomésticos, peleterías, además de almacenes y heladerías. Casi todos estos negocios pertenecían a la Asociación de Comercio y ofrecían premios para la que fuera elegida Miss San Telmo, Reina de la Primavera.

En lo personal puedo recordar, especialmente, una vidriera que creo era la de la librería de José, en Defensa al 900. Había un gran tallo de árbol que simulaba el tronco madre, con sus ramas y un importante número de jilgueros y canarios sueltos que cantaban y en el piso, césped y flores. Otro arreglo que recuerdo, era el de una vidriera que tenía un banquito de plaza y muchos muñecos, todo sobre el verde florecido.

Antiguas épocas que me traen recuerdos hermosos de una dulce infancia. Pero quiero aclararles que, para los que van más atrás de los ´60 en el tiempo, recurrí a la memoria de Elías Kohen, dueño de la zapatería “Don Andrés”, que para la primavera ponía un jarrón con flores en su cóncava vidriera y a quien -en el #55 de El Sol- Clara Rosselli le hizo un reportaje.

Quería reencontrarme con él, porque compraba mis zapatos en su negocio. Fue por Clarita que pude verlo antes de que se publicara la nota que ella escribió. Ella fue quien me dio su teléfono en un papelito cortado a mano, en una de las reuniones del diario. Lo tengo escrito con su letra, pegado a mi PC y eso me ayudó a escribir este artículo. Gracias Clara, tu luz no se apagó, me llega desde el cielo.

Ahora cité nuevamente a Elías en El Federal, donde me entregó varias fotografías de la fiesta de la Primavera en San Telmo, que un primo suyo tenía guardadas y no las quería más. Se las devolvió el día anterior a mi llamado ¿Creen en la casualidad?

Stella Maris Cambre

Agradecemos a Elias Kohen por la foto cedida

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