“Estamos atravesando una nueva revolución industrial”
“Con la automatización de los procesos de producción estamos atravesando la cuarta revolución industrial”, asegura Daniel Marin (35), ingeniero informático y vicepresidente del Club Atlético Deportivo Paraguayo, ubicado en Piedras 1676, CABA.
El Sol: Todos conocemos la primera, ocurrida en Inglaterra a mediados del siglo XVIII, cuando el invento de máquinas que mejoraron los procesos productivos provocaron una serie de trasformaciones sociales y económicas. Pero ¿Cuáles son las otras tres?
D.M.: La primera revolución industrial estaba basada en la introducción de equipos de producción mecánicos impulsados por agua y energía a vapor. La segunda se caracterizó por aparición del concepto de división de tareas y el uso de la energía eléctrica. La tercera coincidió con la producción automatizada, gracias al uso de la electrónica e informática (IT, Information Technology). En tanto que la actual, se caracteriza por el uso de sistemas físicos cibernéticos (CPS, Cyber Physical Systems), como los robots.
A través de una iniciativa propia, Daniel da charlas de informática para jóvenes de la colectividad paraguaya (no exclusivamente) sobre herramientas disponibles en sistemas informáticos y el mercado laboral IT. Así, en ocho meses de capacitación gratuita, pueden obtener certificados avalados por el Ministerio de Educación, con salida laboral.
E.S.: ¿Cuáles son las alternativas que tienen los jóvenes en el área de estudios de sistemas?
D.M: Hay distintos programas de capacitación en IT, como el “Plan 111 mil” para aprender a programar. Se trata del nuevo plan nacional que impulsa el Ministerio de Educación y Deportes junto con el Ministerio de Producción de la Nación, que busca formar, en los próximos cuatro años, a 100 mil programadores, 10 mil profesionales y mil emprendedores con el objetivo de cubrir la demanda laboral en las industrias basadas en el conocimiento. También está el “Programa codo a codo”, un curso gratuito que otorga una certificación de conocimientos acordada con el Ministerio de Producción de la Nación con validez nacional y reconocido por las empresas del sector. Además, están las becas “Control F”, sobre programación, seguridad IT y hardware. Hay 242 cursos en todo el país.
E.S.: ¿La industria de software que se realiza en la Argentina, está bien considerada internacionalmente?
D.M.: Sí, de hecho, emplea a más de 87 mil personas con salarios 45% más altos que el promedio. Además, la industria triplicó su personal entre 2003 y 2015 y duplicó la cantidad de empresas en 10 años. Factura 63 mil millones de pesos por año y exporta 1.000 millones de dólares al año (200 millones más que la exportación de vinos). Argentina se encuentra en el ranking 22 de países exportadores de servicios de IT y esto es considerado, por cualquier gobierno, como uno de los ejes productivos del país. De hecho, el desarrollo del software nacional es un plan estratégico que excede al gobierno actual y ya es una política de Estado desde la aplicación de la Ley de Promoción de Industria de Software.
E.S.: Además de estos cursos ¿Qué otra actividad ofrece el Club Deportivo Paraguayo?
D.M.: Aquí se enseña: patín (para niñas y adolescentes), guaraní y danzas folclóricas. También organizamos eventos culturales, charlas políticas y presentación de libros. Por otro lado, ofrecemos las instalaciones para actividades solidarias, como la recolección de donaciones para los afectados por las inundaciones de Ñeembucú (Departamento ubicado en el sur de la Región Oriental de Paraguay).
Daniel nos muestra con orgullo los distintos espacios del Club: el comedor, con las fotos de los equipos de fútbol paraguayo, la sala mayor de usos múltiples y su oficina, con los trofeos ganados desde el año 1986, cuando se instaló la sede en la calle Piedras.
El Sol: ¿Cómo es tu relación con Paraguay y con el Club?
D.M.: Soy argentino, mi padre es paraguayo. Era Maestro Mayor de Obra y vino al país buscando trabajo, luego de la caída de Stroessner, cuando tenía 19 años. Fue preso político por tener un hermano militante. Me conoció cuando era un bebé de dos meses: nací el 31 de marzo de 1982 y a él lo liberaron en junio de ese año. Soy el tercero de cuatro hermanos varones y cuando éramos chicos íbamos todos los años a Paraguay a ver a mi abuelo. En cuanto a mi participación en la institución, vivía cerca, me asocié y empecé a colaborar
El Sol: ¿Cómo definirías la idiosincrasia del pueblo paraguayo?
D.M.: Esencialmente es un pueblo muy trabajador, especialmente en la industria de la construcción. Y, como a los argentinos, les gusta el fútbol y el asado. Nos une, además, el mismo idioma y la religión católica.
Texto y foto: Diana Rodríguez