ESTEBAN DE LUCA
Un patriota que usó la espada y la palabra para defender la Patria.
Si venimos por Carlos Calvo hacia Defensa, ya sea desde Paseo Colón o desde la Av. 9 de Julio, podemos apreciar cómo el terreno se eleva entre las calles Bolívar y Balcarce, llegando a su punto más alto en la intersección de las arterias Carlos Calvo y Defensa, uno de los cruces más antiguos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Allí mismo, en Carlos Calvo 383, fue construida la casa que sería el lugar donde viviría, hasta sus últimos días, uno de los personajes más trascendentes de nuestro barrio… el poeta, periodista y militar Esteban De Luca (1786-1824). Gran luchador patriota involucrado en la resistencia de la ciudad contra las invasiones inglesas de 1806 y 1807. En esa misma casa sucedieron también algunas reuniones entre los patriotas de la Revolución de Mayo de 1810.
Recordemos que De Luca fue artillero de renombre y en 1814 fue nombrado director de la Fábrica de Fusiles de Buenos Aires. Uno de sus mayores logros fue contribuir a armar al ejército de liberación que cruzó los Andes bajo el mando del General José de San Martín. Asimismo, se destacó como compositor del primer himno a la libertad titulado «Una canción patriótica» -que se hizo muy popular en aquella época-. previo a lo que fue luego, decretado en 1813 por la Asamblea Constituyente, el Himno Nacional argentino compuesto por su amigo Vicente López y Planes.
A esa canción popular pertenecen estas estrofas inspiradas en la Revolución:
“…La América toda
Se conmueve al fin,
Y a sus caros hijos
Convoca a la lid,
A la lid tremenda
Que va a destruir
A cuantos tiranos
La osan oprimir.
Americanos,
Mirad ya lucir
De la dulce Patria
La Aurora feliz…»
Y también compartimos unas estrofas de su “Oda al Pueblo de Buenos Aires”:
» …La hermosa Buenos Aires, destinada
A dar un alto ejemplo
De justicia y poder, a abrir el templo
Del honor en su seno, atribulada
Se verá y confundida, si sus hijos
El juramento olvidan,
Que a la virtud hicieron
El día en que emprendieron
Dar a la Patria libertad y gloria…»
En 1822 fue fundador de la Sociedad Literaria donde supo participar de la redacción de dos periódicos de la época que allí se editaron: «La Abeja» y «El Argos».
Volviendo a la casa de la calle Carlos Calvo, hacemos notar que conserva la estructura original propia del estilo clásico colonial: la fachada lisa sin ornamentación y su techo tejado a dos aguas; tiene dos habitaciones y un patio interno que originalmente era a cielo abierto. Fue declarada monumento histórico en 1942.
Es interesante saber que a una cuadra de la casa de Esteban De Luca, sobre la calle Defensa donde hoy se encuentra la Plaza Dorrego, antiguamente era una parada comercial para los carros que provenían del Riachuelo con mercaderías, esa parada más conocida como Hueco del Alto o el Alto de las Carretas funcionaba como un mercado de abastecimiento donde seguramente Esteban de Luca -como vecino santelmeño- habrá ido más de una vez a comprar alimentos lo mismo que su círculo social. Fue ahí donde años después los patriotas juraron la independencia de España, en 1816.
Asimismo, tengamos en cuenta que lo que hoy se conoce como Av. Paseo Colón antes era la costa del Río de La Plata o sea que la casa estaba ahí nomás de la orilla. Este detalle, nos permite imaginar como seria vivir con el rio tan cerca, aunque ahora… tan lejos…
Otra cosa para considerar es que, en aquella época, San Telmo era un barrio de clase alta con caserones de tejas, que supo albergar también a vecinos ilustres como la familia del político y militar patriota Domingo French quien fue protagonista en la lucha por la independencia y el poeta y escritor Esteban Echeverria quien introdujo, a través de sus versos, el romanticismo en nuestro país.
Como dicen… “en San Telmo siempre pasan cosas…” y, sin duda, a principios del siglo XIX, fue escenario de momentos históricos que aún perduran en sus calles de adoquines, en su aire colonial, en su arboleda antigua y en letras de poesías y periódicos de antaño.
Tengo recuerdos que desde muy pequeño recorrí esas calles, pasé por la puerta mil veces sin saber qué historia guardaba en su interior. Seguramente a más de un vecino o vecina le habrá sucedido lo mismo; San Telmo atesora misterios y un legado vivo imborrable. Es nuestro compromiso mantener esa historia que -sin duda- es parte de nuestra identidad.
Continuaré recorriendo el barrio, “descubriéndolo” una y otra vez y contando su historia a lo largo de estos 218 años de vida…
Ignacio Lavorano