Felipe “Yuyo” Noé
A cinco décadas del estallido de “La Otra Figuración”
Con 51 años de oficio, Luis Felipe Noé sigue su camino como si rejuveneciera a cada paso y cuenta: “la obra es a la creación lo que la huella es a la acción de caminar”.
Como su arte, inquietante y movedizo, así parece ser la personalidad de este incansable artista. Y para festejar a lo grande, Felipe Noé (Yuyo, para los más cercanos), presenta su obra en dos memorables muestras a fines de 2010.
La primera se inauguró en octubre pasado en el Museo de Bellas Artes de Buenos Aires (MNBA), donde se presentó con sus tres colegas del movimiento de la Nueva, o mejor dicho la Otra, Figuración: Rómulo Maccio, Ernesto Deira y Jorge De la Vega, los dos últimos ya fallecidos. Con curaduría de Mercedes Casanegra, fue la última y más importante muestra de 2010 en el MNBA (hasta el 16 de enero), y conmemoró el Bicentenario argentino. Los cuatro artistas fueron protagonistas, con su gran “estallido” en la pintura argentina, en un contexto de cambio de paradigmas estéticos que surgieron de las vanguardias culturales de posguerra y la entrada a la posmodernidad.
La segunda muestra es una imponente retrospectiva en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro (MAMRIO), desde el 30 de noviembre de 2010 hasta febrero de 2011, curada por Franklin Pedroso. La muestra en el MAMRIO cuenta con 55 obras, 10 de los años 60 y 45 de períodos intermedios.
La Otra Figuración
Estas muestras son un merecido reconocimiento para Noé, tanto por su espíritu creador como por su comprometida trayectoria artística y crítica en el arte argentino. Es un verdadero testigo, no sólo del arte contemporáneo en el contexto local, sino en toda América Latina, y con su estilo inquieto y vital sigue influyendo a artistas, estudiantes y amantes del arte.
Pasaron 51 años desde su primera muestra en 1959, en la Galería Witcomb, donde tempranamente Yuyo sorprendió al público. Autodidacta, su único maestro fue Horacio Butler con quien estudió un año y medio.
En 1961, en la primera muestra del grupo La Otra Figuración, como les gustaba ser llamados, Noé, De la Vega, Deira y Maccio dieron el primer paso del movimiento que fue, hasta 1965, uno de los más importantes de la historia del arte argentino, marcado por su color, energía caótica y kinética, contenido político y espontaneidad. El grupo trabajó en San Telmo, barrio donde el abuelo de Noé había instalado su fábrica de sombreros sobre la entonces calle Independencia, entre Bolívar y Defensa, un espacio que sirvió de taller para los cuatros pintores en 1961 y 1962 y que siempre le había encantado al joven Noé, desde que jugaba ahí con sus primos.
Como cuenta Noé, “un grupo no nace para la eternidad, sino que nace para enunciarse, y es siempre conveniente cuando se pretende postular con un enunciado nuevo, irrumpir en un grupo. Puede ser un enunciado generacional, o de una época; nosotros teníamos como enunciado superar la diferencia entre abstracción y figuración, además de romper todo tipo de prejuicio, utilizando todas las posibilidades”.
Marcos teóricos
Noé cuenta que La Otra Figuración nació del informalismo: “llegamos a la figuración pero éramos, ante todo, gesto, materia. Llegábamos al tema, no partíamos de él. Éramos libres y desprejuiciados, y nunca nos gustó el término “Nueva” Figuración (con que suele referirse al grupo). Si se trata de Nueva Figuración, es Picasso, pero nosotros éramos una paradoja, de una figuración abstracta, pero también una ruptura del cuadro y de los límites”.
En una charla con Noé en su casa en la calle Tacuarí, le preguntamos sobre una de las ideas que aparecen en su último libro, Noescritos, sobre eso que se llama arte, publicado en 2007 (Adriana Hidalgo): el “striptease”, o el despojamiento de las tradiciones del arte y la propuesta de reponer a la “diosa” del arte otra vez sus vestimentas.
“Nuestra vanguardia no seguía la misma lógica de las versiones norteamericana y europea (de la misma época), de obras con cada vez menos”, explica Noé. “La crisis era la crisis de la imagen simbólica, un arte que desafiaba el concepto de lo estético. A partir de la Action Painting y del informalismo, hubo la posibilidad de dos cosas: una línea era un vitalismo total y otra como una especie de ‘cada vez menos’”. El artista dice que oficialmente lo que fue consagrado en el arte contemporáneo de la época fue la segunda línea: “cada vez menos” o desnudar al arte y la “gran diosa”. Pero lo que eligieron hacer él y sus compañeros de La Otra Figuración fue la primera. “Por eso creo que nuestra actitud quedó un poquito marginada”, concluye.
Luego, según Noé, en los ‘80, surgieron los movimientos de neo expresionismo y de Bad Painting, ambos más figurativos y de alguna manera una respuesta al minimalismo de las décadas anteriores. “En cierto modo coincidían con el planteo nuestro”, explica.
En los últimos dos años, además de los inmensos trabajos que envió a la última Bienal de Venecia, Noé ilustró la colección de libros de Eduardo Galeano Memorias del Fuego, editado por Página/12. “Hacía cinco dibujos por semana durante un año y medio. Ahora podría enmarcarlos y mostrarlos. La suma de estos trabajos se editó en tres volúmenes, y fue un trabajo que tomó mucho tiempo”.
Noé reside en San Telmo con su esposa Nora Murphy desde el ’87, cuando volvió del exilio que vivió en París desde el 76. A pesar del desarrollo turístico del barrio y de la gran cantidad de galerías que empezaron a instalarse en los últimos años, el artista opina que “sigue siendo un barrio de bohemios y artistas. Es cierto que, cuando las galerías vienen, se empiezan a valorizar más los terrenos, pero el crecimiento ayuda a configurar una nueva imagen, y San Telmo tiene cada vez más vida”. Como el barrio, el artista sigue creciendo y compartiendo su energía vital, un lujo para sus vecinos y el público argentino.
—Isabel Cristina Bogoni
Las muestras de Luis Felipe Noé se pueden visitar en:
Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos aires: Av. del Libertador 1473. www.mnba.ar
Museo de Arte Moderno de Rio de Janeiro: www.mamrio.com.br