Foro abierto: rejas en el Parque Lezama

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Clickeá aquí para leer el argumento por las rejas

No confundamos una reja con la seguridad

Mi historia en Buenos Aires está muy ligada al Parque Lezama, no solo porque viví muy cerca y luché por el campaña “NO a la reja” a fines de los ‘90 sino porque mi primer trabajo práctico de estudiante en la Facultad de Arquitectura era un Jardín de Infancia ubicado a la vuelta del parque, en Finochietto y Defensa, donde ahora hay una torre.
Allá por 1997, el Gobierno de la Ciudad también tenía un proyecto de enrejado cuyo costo era de 1 millón de dólares. En una nota detonante de junio de ese año, en La Nación decían que los vecinos estaban de acuerdo con una medida del Gobierno comunal para enrejar el parque, cosa que era inexacta, ya que no habían consultado a un conjunto razonable de vecinos, ni habían hecho una asamblea participativa (creo que lo más objetable de las autoridades es que se olvidan de la palabra “participación”).
Los vecinos que supuestamente estaban de acuerdo en realidad querían seguridad, no rejas, cosa muy distinta. Entonces realizamos unos talleres de discusión todos los sábados en el parque y nos sentábamos en el césped a discutir. Instalamos una radio abierta y la gente hablaba y exponía su opinión. Traíamos a políticos, urbanistas, opinólogos, y juntamos firmas a favor y en contra de la reja —como una votación— hablando con la gente una por una.
Allí surgió algo distinto: la gente que pedía las rejas comenzó a pedir lo real: seguridad. Y finalmente la mayoría firmó en contra de la reja.
Una de las cosas más importantes respecto de la reja, técnicamente, es que transforma ese espacio en un espacio mudo durante 10 horas de noche. En aquel momento escribí un argumento como respuesta a un funcionario de Espacios Verdes que decía que “después de las 10 de la noche nada bueno podía hacerse en un parque”.
Describí todas las cosas que los vecinos hacíamos allí después de las 10 de la noche, incluyendo a quienes vivían en piezas de conventillo (abundantes en esa época) que se morían de calor en verano en sus cuchitriles de techo de chapa e iban a cenar al parque; también los empleados de las rotativas del diario que pasaban un rato allí antes de entrar a trabajar, y los vecinos que nos reuníamos en torno al monumento de Brasil y Defensa (hoy enrejado) que tenía un borde diseñado por su autor para sentarse en él.
Conformamos una ONG que se llamó “Vecinos en Defensa del Parque Lezama” e inundamos el barrio de volantes que decían “Por un parque abierto pero cuidado” donde exponíamos unas prolijas cuentas que demostraban que dedicar ese dinero a contratar veinte personas por turno durante cinco años como personal adicional para trabajos de Seguridad y Mantenimiento costaba igual que la reja, y estábamos en épocas de una crisis terrible (como hoy), donde el trabajo hacía falta. Esa fue la premisa sobre la cual comenzaron las negociaciones con el Gobierno porteño.
Hoy creo que una solución viable en este tipo de situación es la implementación de “planes de manejo consensuados” donde se trabaje entre los vecinos y las autoridades de la Comuna no sólo la parte física, sino también la social.
En aquel momento, lo conseguimos durante un breve lapso: organizábamos la agenda cultural del anfiteatro con colaboración de la entonces Secretaria de Cultura, nos ocupábamos de conseguir ayuda y hasta juegos de mesa para los jubilados que jugaban al ajedrez a la vera del anfiteatro. También pensábamos en trabajar con las áreas sociales del Gobierno en temas como drogadicción, adolescencia y otros… hasta se rehabilitó una sala de usos múltiples que se iba a destinar para reuniones de vecinos, en la barranca que da a los juegos.
Cuando nos opusimos a la reja “ganamos”… o eso creímos. Porque la reja no se puso y el parque se arregló. Pero luego no se mantuvo. En realidad, si arreglan el parque con o sin reja pero no hay una comisión de vecinos o un grupo que se encargue de hacer un seguimiento constante para que las condiciones pactadas con las autoridades no decaigan, todo es en vano. En aquel momento logramos arreglar el parque, pero cuando nuestro grupo se disolvió por razones de la vida y las que constituíamos la columna vertebral del grupo tomamos otros caminos, todo se disolvió y el parque volvió al abandono…
El nuevo proyecto de reciclaje del Parque Lezama vuelve a poner sobre el tapete el tema de la reja. Ahora, en la vida real de todos los días, los vecinos –ya cansados de promesas y de problemas– piensan que no les queda otra en su clamor por algo mucho más grande: la seguridad.
Escuchando un clásico y abundante argumento a favor de la reja que dice “antes el parque tenía reja”, me puse a buscar material sobre ese antes. Década del ´30: ¿Saben cuál fue uno de los argumentos que determinó la razón para sacar la reja? La SEGURIDAD. Las crónicas de la época dicen que los malvivientes se ocultaban dentro del parque “amparados por la reja” (sic) y… el parque se convertía en uno de los lugares más seguros… para los ladrones.
Setenta años después, el argumento para ponerla es el mismo: la SEGURIDAD.
La reja del Parque Lezama entra y sale de escena, va y viene, quita y pon por seguridad… y no logra la seguridad. Porque la seguridad* es una cualidad, un valor, y no una forma. Y si la seguridad es un valor, la solución a su ausencia son valores, no formas.
Escribí por aquella época: “La sociedad pretende resolver con una forma (la reja) lo que no está bien de fondo (la falta de horizontes, el desempleo, la inseguridad). Si no hacemos urgente algo de fondo va a ser gran negocio fabricar formas (rejas) ya que no sólo vamos a tener que enrejar los monumentos y las plazas sino las calles, las casas, los colegios, y por supuesto, vamos a tener que hacer más cárceles con más rejas: kilómetros y kilómetros de rejas para parar no sólo a los vándalos sino a la delincuencia provocada por la falta de política social y política de empleo”
Hoy, diez años después, ya no me opongo a la reja tan tenazmente, pero pobres nuestros dineros públicos si es que son destinados a esta nueva reja cuando paralelamente nuestros gobernantes siguen sin comprender que el gasto social no es gasto, sino ahorro en seguridad, si siguen sin comprender el valor de la prevención, si siguen sin comprender que los árboles son elementos vivos y hay que cuidarlos todos los días y no sólo en las inauguraciones.
Pero como todo esto no es fácil de solucionarlo rápido, las rejas podrán ser paliativos, el parque estará más lindo, llegará a ser tal vez un mundo utópico de ocho hectáreas, pero el problema no estará resuelto. A lo sumo, será trasladado hasta el borde…
—Arq. Adriana Perez Moralejo, ex vecina de San Telmo, e integrante de la ONG Basta de Demoler
*http://es.wikipedia.org/wiki/Seguridad_(concepto): Cotidianamente se puede referir a la seguridad como la ausencia de riesgo La seguridad es un estado de ánimo, una sensación, una cualidad intangible, un valor, un objetivo y un fin que el hombre anhela, como una necesidad primaria.

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1 respuesta

  1. 16 junio, 2009

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