Guerrilla Gardening
Esta organización, es un fenómeno que nació en Estados Unidos a fines de los años ´60. La idea es muy simple: ocupar y transformar espacios urbanos plantando semillas, plantas y árboles para la comunidad.
Existen muchas asociaciones, cada una vinculada con un territorio y una comunidad específicos. No se trata de una gran organización con ramificaciones en todo el mundo, sino una idea que se le ocurrió a distintos grupos para remediar los problemas locales de una manera original y que le sirve a la sociedad en general.
La palabra “Guerrilla” fue elegida porque se refiere a un ejercido ilícito que no asalta al otro sobre el campo de batalla de manera convencional, sino con intervenciones específicas, puntuales y organizadas por pequeños grupos autónomos.
Hoy en día es gente conectada a través de las redes sociales, que se reúnen, generalmente de noche, para intervenir en espacios urbanos descuidados. Llegan con semillas, plantas, agua, compost, adoquines o árboles ya crecidos ¡Y los vecinos se despiertan al día siguiente con un jardín o una huerta donde nadie lo hubiera imaginado!.
Estas acciones son consideradas como actos de vandalismo por las autoridades y, a veces, llevan presos a los jardineros voluntarios. También arman “bombas caseras”, que son pelotitas de arcilla llenas de semillas y de nutrientes. Las tiran en los lugares inaccesibles, como los parques que se encuentran cerrados al público. Una vez que llega a su destino, la pelotita de arcilla explota y deja las semillas en el suelo con todo lo que necesitan para crecer.
Lo que buscan es que las comunidades afectadas reconsideren tanto su medio ambiente, como el impacto que pueden tener sobre él.
Muchos plantan verdura, frutas, vegetales aromáticos, en algún lugar que resulta como un auto servicio gratis para la gente de la zona, una vez crecidos. Así que no se habla solamente de intervenir para embellecer un sitio, sino también de tener un impacto sobre la alimentación de sus ocupantes.
La mayoría de estos jardineros también militan por la permacultura (sistema proyectado sostenible que integra armónicamente la vivienda y el paisaje, ahorrando materiales y produciendo menos desechos, a la vez que se conservan los recursos naturales) y la agricultura orgánica y consideran que sus intervenciones en las ciudades son actos políticos, ya que se posicionan en contra de la agricultura de masa y los productos genéticamente modificados. Creen que un niño tiene el derecho de plantar y cuidar a la planta que un día podrá comer y, que estas huertas urbanas tienen un verdadero impacto pedagógico para los adultos como para los niños.
El sueño que tienen es que cada uno se anime y plante donde pueda, en su vereda, en su balcón, en su terraza; que los habitantes de torres o edificios se reúnan para invadir las terrazas comunes de los inmuebles, que trabajen juntos para un futuro más saludable y pensando en el bienestar de las generaciones futuras.
En nuestro querido barrio siempre se habla de cómo están mal cuidadas las veredas, los parques, las plazas y este fenómeno podría ser un lindo ejemplo para seguir. Nos podríamos juntar entre vecinos y reunirnos para organizarnos y empezar con operaciones “ilícitas” pero pensadas para hacer bien a nuestra comunidad.
¿Cómo sería San Telmo lleno de girasoles, frutillas, jacarandas, tomates y chauchas? ¿Con más colores, insectos y buen aire…? Si tienen ganas y están dispuestos a aceptar el desafío, esperamos sus comentarios en [email protected]
Por Tatiana Michalski