Hablan los protagonistas de la obra de teatro «El viejo criado»
El elenco de «El viejo criado» recibió a El Sol en el Teatro La Máscara y ofrecieron esta breve entrevista.
Minutos antes de la función, el elenco de “El viejo criado” dialogó con El Sol de San Telmo. “Yo ya conocía la obra, la vi en el estreno en 1980, dirigida por el mismo Cossa. Después vi la versión de Beto Brandoni. La verdad es que cuando me convocaron para hacerla me puse muy contento, porque siempre me gustó”, explica Aldo Pastur.
El Sol: ¿Qué diferencia hay entre la versión del ‘80 y la actual?
A.P.: Sigue teniendo vigencia porque además del tema de la dictadura, tiene que ver con la amistad, con lo que pasa con la clase media argentina y eso se mantiene vigente. Más allá del encierro del café, se ve la personalidad de los dos porteños, tanto del boxeador como el intelectual, atrapados en ellos mismos.
Gabriel Fernández: Me parece muy interesante, yo no la había leído ni sabía de qué se trataba y creo que se puede contextualizar perfectamente. Yo había hecho dos obras de Cossa, “El angelito y “La Nona” y esta pieza me encantó. Habla de los argentinos, de cómo a pesar de refunfuñar por el país y de discutir sobre lo que está bien y lo que está mal, no podemos irnos de acá. Además, por el recorrido que hace, es una obra que disfruta mucho la gente grande y los más chicos se informan.
El Sol: ¿Vos sufriste la censura de la dictadura?
G.F.: En el ’78 yo tenía 12 años y no pude ir de viaje de egresados, por ejemplo. No se podía salir, más de tres personas no se podían juntar. Y con estas obras uno se exorciza, de alguna manera. Poner en algún lugar los miedos y las angustias que ha transitado en algún momento de su vida y decirlas arriba del escenario, permite exorcizarlas. Que vayan fluyendo y el devenir, en el contacto con el público, hace que a ellos le pase lo mismo.
A.P.: La obra tiene mucho humor, es muy especial. Es la primera en que Tito corta con el realismo. Hay un manejo interesante en cómo mezcla las cosas. Tiene mucho humor.
G.F.: Hay algo de Tito que me conmueve: es liso, llano, simple, pero a la vez profundo. Además, cuando lo mezcla con el humor, hace que te relajes y te “entre”. Escribe muy bien, entonces se convierte en universal. Está tan bien escrito que le gustó a mi viejo, que tiene 74 años y a mi hijo de 12. A mi viejo le gustó por el tema del tango, de Gardel, del truco, de la amistad; mientras que a mi hijo le llamó la atención la poca comunicación que había en ese tiempo. El tipo que vuelve de Francia no sabía nada de lo que pasaba acá. Y es cierto, no había internet. Como decía Pichuco, “lo difícil es hacerla fácil y bien”.
Diana Rodríguez