Hacia una pérdida de identidad
Una reflexión sobre los cambios comerciales en San Telmo, y lo que significan para el barrio
El presidente de la Asociación de Anticuarios y Amigos de San Telmo opina sobre la transformación de la identidad comercial de San Telmo. Lo que antes era un reconocido barrio de antigüedades es hoy un barrio de nuevos negocios sin un anclaje en la identidad tradicional del Casco Histórico.
En noviembre de 1970 nace la Feria de Antigüedades de Plaza Dorrego. En ese momento San Telmo tenía un clima de barrio como cualquier otro de la ciudad. Su calle principal, Defensa, concentraba el comercio barrial donde los vecinos del barrio se abastecían de todos los productos.
Con el éxito de la Feria de Antigüedades, los feriantes comenzaron a alquilar y/o comprar locales alrededor de la Plaza Dorrego y sobre la calle Defensa. Esto produjo cierto malestar en los vecinos ante una supuesta «invasión» de anticuarios, pero hay que remarcar que al mismo tiempo se empezaban a abrir los primeros supermercados con los que muchos locales tradicionales no podían competir. Este fenómeno lo empezó a sufrir el Mercado de San Telmo, por ejemplo, donde muchos locales quedaron vacíos.
Con el correr de los años se instaló la marca San Telmo tanto a nivel nacional como internacional, otorgándole una identidad única al barrio. Tal es así que en 2009 la Feria de Antigüedades ocupó el segundo puesto en el mundo, compitiendo con otras ferias internacionales. También en parte gracias a este fenómeno se instaló el concepto de Casco Histórico, lo que implica la preservación y puesta en valor de los edificios y el entorno urbano de la zona.
Muchos de los vecinos cambiaron su opinión sobre la presencia de los anticuarios y nació una excelente convivencia.
Todo empezó a cambiar en los últimos años con la llegada masiva de nuevos comercios de indumentaria y gastronomía, respondiendo al boom turístico desde la crisis de 2001. Aparentemente, estos dos rubros pueden abonar los altos alquileres que no están al alcance de los anticuarios.
Los ejemplos más emblemáticos son Freddo, Havanna y La Martina. Este tipo de empresa quiere estar presente en todas las zonas comerciales importantes y San Telmo lo es. Aún no ganando gran dinero se instalan igual porque quieren presencia institucional o de marketing. Estas marcas, por supuesto, atraen al resto.
Como consecuencia natural, la fisonomía del barrio está cambiando. Cualquier negocio de indumentaria lo podés encontrar en los shoppings o en centros comerciales como los de Palermo, o las avenidas Santa Fe y Cabildo, sólo por citar algunas. Pero en ninguno de estos lugares hay anticuarios como sí los hay en San Telmo.
Los anticuarios que se instalaban en San Telmo ponían en valor los edificios, conservando las fachadas originales y el patrimonio histórico de su entorno. Y en mi opinión, a un edificio antiguo lo acompaña mucho mejor un anticuario o galería de arte que un negocio de indumentaria aunque a veces la combinación pueda ser agradable a la vista.
Las leyes del mercado son despiadadas y muchos anticuarios se están yendo de la calle Defensa, donde los alquileres son más altos. Los que se mudaron fuera de San Telmo no son muchos, e importante hay sólo uno, Federico Marino Antigüedades. Otros, como es mi caso, nos trasladamos de la calle Defensa a otros lugares en el barrio y otros se reubicaron en galerías como la del cine Cecil o el Mercado de San Telmo.
Es muy polémica la discusión sobre si estos cambios son para mejor o para peor. Lo real es que hace décadas los turistas nacionales y extranjeros visitan el barrio para deleitarse con el arte y las antigüedades pero hoy se encuentran con otra propuesta.
Estamos en el Casco Histórico. San Telmo es el centro de antigüedades y obras de arte más importante de Latinoamérica y lo que se puede encontrar en los anticuarios es justamente historia que hace a la identidad. Es algo irrepetible y lo que hace un barrio distinto del resto de la ciudad.
—Juan Carlos Maugeri
Presidente de la Asociación de Anticuarios y Amigos de San Telmo