“Hay que hacer grandes cambios y va a ser necesario solidaridad y creatividad”
Eduardo Graham (59), desde mediados del año 2019 es el nuevo párroco de la Iglesia de San Telmo.
Originario de una familia “tipo” del barrio de Caballito -que luego se mudó a Belgrano- cursó la escuela secundaria en el Colegio La Salle y entró a la Universidad Católica Argentina -UCA- para estudiar ingeniería. Pero “cuando estaba en tercer año, empecé a participar de un grupo de oración y retiro y ahí sentí la vocación que me llevó a dejar esa carrera y entrar al Seminario”, recuerda.
Se ordenó en 1988, cuando fue la mayor ordenación de sacerdotes que se registra. “Toda esa década hubo muchas vocaciones. Ese año fuimos 24 sacerdotes, pero no parecía mucho porque había habido 18 o 19 en otros momentos. Luego sí llamó la atención porque disminuyó la cantidad”, cuenta a través del teléfono -uno de los medio imprescindibles para poder comunicarnos en estos días de estricta cuarentena, que ya tienen un capítulo especial en la historia de la humanidad-.
¿Por qué se produjo esa merma?
® Son muchos los factores, el tema es diverso y muy largo. Pero creo que, básicamente, hay dos modos de pensar la Iglesia. Uno es: como pueblo de Dios; la imagen gráfica podría ser si vas caminando para Luján o en San Cayetano o también cuando se realiza cualquier acción social, cultural o política ya sea individual o en grupo, siempre hay bautizados cristianos o no cristianos, ateos o agnósticos que colaboran con el bien común y ese es el pueblo de Dios. O sea, somos todos los bautizados junto con los otros habitantes del mismo lugar de otros credos o de otras opiniones que colaboran con el bien común. Desde ese punto de vista, no veo un decrecimiento de la Iglesia. Veo la fe de los católicos del pueblo de Dios peregrino, con todos los argentinos y del mundo también.
¿No es una visión muy generosa?
® Todos los bautizados lo somos, vayamos o no a misa y por tanto hay una vivencia de fe en la oración personal, sobre todo se ve en la solidaridad porque lo más característico es el amor al prójimo. Teniendo una visión más amplia, en la fe cristiana es el prójimo el que está por encima de otros puntos de vista; por tanto la imagen de Dios en el hombre, los derechos humanos, lo sagrado de la persona humana, la soberanía de los pueblos a los que el ser humano pertenece… no hay libertad personal sin libertad de la Nación, sin soberanía de la Nación, esas ideas son todas cristianas y la gran parte del pueblo de Dios y aún los no cristianos viven según esas ideas.
¿Cuál es el otro modo al que aludiste?
® El otro punto de vista -que quizás fue durante bastante tiempo prevalente y los medios aluden cuando hablan de la Iglesia- es que ella son los obispos, el Papa, etc. Si uno mira la Iglesia desde su jerarquía como una especie de organización, el punto de vista es muy distinto al anterior y se observa un decrecimiento. Lo que pasa es que la crisis es de las instituciones.
Las instituciones las forman los hombres…
® Claro, pero no quiero traspasar los síntomas de enfermedad de las instituciones humanas al pueblo de Dios en general porque me parece que la salud está en el pueblo, en el ser humano y por tanto la renovación y la formación de nuevas instituciones o la renovación de las que están, los cambios, va a salir de la buena voluntad del pueblo de Dios. Lo mismo pasa con la Iglesia, en la medida que el pueblo de Dios asuma creativamente su libertad y participación van a surgir también renovaciones de las estructuras de la institución; en una época de cambio tienen que cambiar muchas cosas, debemos ser creativos porque no es solo cambiar con lo conocido sino buscar otras maneras.
¿Estaremos transitando una bisagra histórica?
® Tengo muchas más preguntas que respuestas. Creo que es una crisis de salud, pero también económica y cultural. Coincido que todo está cambiando radicalmente y los cambios los veremos muy rápido.
¿Enfrentamos la crisis solidariamente?
® El pueblo argentino es sumamente solidario, siempre que no esté influenciado por medios de comunicación que generan enemistades. Todos somos muy frágiles ante una influencia negativa mediática y hay que estar atento a esa fragilidad, pero cuando no hay influencia externa buscamos juntos la solución al problema y allí surge la solidaridad que tiene raíces muy muy hondas en nuestra cultura.
Hemos salido de un montón de situaciones complicadas y siempre ha habido ayuda para enfrentar los problemas: si hablamos de pestes, acá en San Telmo estuvo el hospital en la época de la fiebre amarilla; si seguimos recordando la historia, cuando se produjo la invasión inglesa los habitantes se unieron para echarlos, eso fue solidaridad con sentido de pueblo, de Nación, de soberanía. Y así podemos seguir recordando; por eso digo que siempre hubo problemas pero también hubo reacción. Lo que pasa que sí es cierto que la influencia mediática, a veces, es muy perniciosa.
Pero vemos que el individualismo aflora…
® El egoísmo humano también existe, pero en estos momentos la gran mayoría por suerte responde positivamente. En el barrio veo una respuesta magnífica, es poca la gente que se rebela. Los medios magnifican con una idea pedagógica, preventiva, pero no percibo que sea preocupante. Creo que la respuesta ha sido muy dócil y que el capítulo complicado que sigue, es el económico. Estoy mirando más lo que viene después que lo que pasa ahora. Está muy claro el agradecimiento de la sociedad hacia todos los que trabajan en los servicios de salud que están cumpliendo un rol importantísimo, pero después no sé cómo vamos a hacer.
¿Iremos a una sociedad mejor?
® Ojalá, tenemos que trabajar para eso porque hay que hacer grandes cambios. No sé cuáles deben ser, pero supongo que habrá gente trabajando en ese sentido. Ahí va a hacer falta la solidaridad y la creatividad. Ojalá me equivoque, pero veo una situación gravísima como no tuvimos nunca. Fijate que mundialmente los grandes países están en la misma: la gravedad económica de Francia, Alemania, Italia, España, será muy importante después de esto.
¿Por qué cuando el ser humano está en ese peligro, aunque no sea creyente, recurre a Dios?
® No siempre, no es automático. Creo que, como se la llama en Teología, hay una fe implícita que es obra de Dios. No tiene que ver con las formas institucionales, pero que es el mismo Dios. Es una inquietud que se puede generar por distintos motivos.
La pregunta ante la muerte siempre es muy personal y creo que la libertad personal sí se juega ante la muerte.
Lo que me parece es que lo que vivimos hoy y que abarca muchas generaciones, es una especie de cotidianeidad donde la muerte queda en los márgenes. Eso es un gran engaño, un engaño mercantilista o como se quiera llamar; la rueda sigue girando y al que se cae lo ponemos a un costado, lo que denota que somos parte de una sociedad muy enferma.
Porque nos han hecho creer que hemos nacido para producir…
® En general se habla de que nunca la humanidad tuvo tantos progresos como ahora, esa es una mirada científica o técnica. Es legítima en su ámbito, pero espiritualmente raquítica para hacer valer la trascendencia.
¿Cómo corregimos esa deficiencia humana?
® El desafío es encontrar vínculos armónicos de lo espiritual con lo material, de transcendencia con inmanencia en términos filosóficos; lo visible y lo invisible en términos de mirada artística. Todos esos vínculos, esos puentes, esas mediaciones, todos los que trabajan en eso están colaborando mucho con esta nueva cultura que -de algún modo- tiene que surgir; ya sean los artistas, las religiones, creo que no hay conflicto cuando se busca ahondar en eso, hay hermandad.
¿En ese sentido fue tu acercamiento al Maestro Juan Carlos Gené?
® Sí siempre me interesó el tema de la teología y el teatro y, en un momento, gracias a unos amigos del barrio, actores y dramaturgos, cuando quise conocer un poco más me sugirieron hacer un taller de dirección con Gené y así lo hice. En ese entonces dictaba sus talleres en la calle Perú, también a veces nos reunía en el bar La Poesía (Chile 502) y en el Centro Latinoamericano de Investigación y Creación Teatral – CELCIT que primero estaba en Bolívar 825 y después se mudó a Moreno 431. Los últimos cinco años de su vida estuve cerca de él.
¿Qué ves en el teatro que sea similar a tu dedicación?
® El teatro es un arte que tiene muchos puntos de conexión con la fe cristiana. Por ejemplo si pensás en Calderón de la Barca (1600-1681) era sacerdote; Lope de Vega (1562-1635) hacía autos sacramentales y obras religiosas; Shakespeare aprendió a leer y escribir, en la escuela que estaba al fondo de la iglesia, leyendo al mismo tiempo Las metamorfosis del poeta romano Ovidio como la Biblia. Por eso, en sus obras, están entremezclados los mitos grecolatinos con mitología bíblica e incluso hay estudios sobre sus citas bíblicas.
Hay un punto de contacto que es lo que se llama el drama litúrgico en los autos sacramentales, donde todavía perduran con un Vía Crucis o un pesebre viviente u otras formas de los trabajos litúrgicos medioevales. Pero no es el único, el más importante de hoy y que tiene relación con el futuro es el que tiene que ver con el arte cuando el teatro tiene forma autónoma, independiente, con diversidad de autores y concepciones. Las grandes preguntas que el teatro se hace son: ¿Quién es el hombre? ¿Quién soy yo? ¿Cómo se lucha por el bien? ¿Qué es la justicia, la convivencia? En general se accede a ellas por un pensamiento filosófico, pero también por un pensamiento con formas artísticas dramáticas.
¿Entonces se complementan?
® La fe tiene mucho que aprender e interactuar con el teatro, las grandes lecturas dramáticas de escenas bíblicas, la más conocida de los últimos años es la obra maravillosa de Mauricio Kartun (1946), “Terrenal”, que recrea el mito de Caín y Abel. Entonces, en ese sentido, el intercambio tiene una potencialidad inmensa. Por supuesto que en el seminario y en la formación del sacerdote se sabe muy poco de teatro y arte en general, pero esa es una deficiencia de la formación eclesiástica. Volvemos al inicio, la gente cristiana, el pueblo de Dios, tiene desarrollo artístico y también teatral.
Sé que dirigiste algunas obras…
® A raíz de las clases con Gené terminé probando dirigir teatro y lo sigo haciendo. Estrenamos “Nuestra señora de las nubes” de Arístides Vargas; “Golpes a mi puerta”, una hermosa creación de Gené y en octubre de 2019 “Esos ojos negros”, que reúne dos obras cortas del enorme dramaturgo argentino Ricardo Monti (1944-2019): “Asunción” y “Apocalipsis mañana” y que vamos a reponer cuando esta pandemia pase.
¿Cómo llegaste a la Parroquia de San Telmo?
® Estuve más de veinte años en Santa María de Caballito, de los cuales los últimos catorce fue como párroco. El Obispo me propuso hacerme cargo de esta porque necesitaba un párroco y yo estaba sin parroquia, ya que mi acción estaba dirigida más a la fe y al arte en la ciudad. Después de un tiempo le dije que sí; eso fue en mayo o junio de 2019 y no me arrepiento. Estoy muy sereno y contento viendo qué se puede hacer aquí como servicio.
¿Qué expectativas tenías?
® Estoy muy sorprendido de la historia del barrio y de la parroquia dentro de él. Porque siempre que venía a San Telmo lo hacía para escuchar música en algunos bares u obras de teatro, siempre con gusto pero como turista interno. Ahora empiezo a ver raíces inmensas, memoria histórica muy latente, mucho más de lo que uno como visitante se da cuenta. No solamente por los edificios, las casas y calles sino porque, además, hay una riqueza de valores intangibles que son consecuencia de esa memoria que veo de la cultura, de la forma de vida que tiene raíces muy lejanas.
Desde El Sol luchamos para sostener esos valores…
® Las ciudades, en las zonas marginales, es donde siempre conservan su historia, su cultura, pero lo misterioso del barrio es que cuando la ciudad creció siguió siendo San Telmo. Eso me asombra y me gusta mucho; me refiero a las huellas históricas de las invasiones inglesas, el puerto, el arrabal.
Antes de cortar la comunicación telefónica, le agradezco a Eduardo Graham tener su palabra para que los vecinos -que no lo conocen- sepan que este cura, es director teatral e investigador que integra el Área de Investigaciones en Ciencias del Arte, miembro del jurado de los Premios Teatro del Mundo de la Universidad de Buenos Aires, publicó trabajos sobre La Biblia en el teatro argentino, editó una homilía del siglo XVIII sobre los bailes de Carnaval en Buenos Aires en la revista Pygmalion (Universidad Complutense de Madrid); entre otras muchas actividades, que no solo tienen que ver con su creencia religiosa sino con su trascendencia en la vida.
Isabel Bláser