“Hay que perder más tiempo en el otro”

Manuel Fernández, presidente de la República de San Telmo y conocido defensor del barrio, habla de la tercera edad, la niñez, y el significado de ser vecino

Por la calle Estados Unidos, entre Bolívar y Defensa, al lado de la entrada al Mercado de San Telmo, hay un señor que conversa con todos, atiende consultas y siempre saluda con cordialidad. Es el presidente de la República de San Telmo, o “Quique” para los amigos, y para hablar con él no hay protocolo.

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¿Cuánto hace que vivís en San Telmo?

Estoy radicado en San Telmo hace aproximadamente 43 años, pero conozco y vengo al barrio hace 64. Venía desde chico, después me casé y con mi mujer nos vinimos a vivir acá. Me crié sin padre y sin madre y de joven viví de lo que pude y de lo que la vida me fue presentando.

¿Qué cosas te engancharon con el barrio en aquellos comienzos?

Yo participé en cosas del barrio desde afuera, luego empecé a militar por el barrio y a estar más involucrado. Ahí uno se va dando cuenta que elige el barrio. No me obligaron a venir a vivir acá, sino que lo elegí. Siempre me gustó por sus características históricas y su forma de vida. Es un barrio. Antes fue un barrio bacán, con riqueza histórica: uno observa casas señoriales con ornamentación muy rica. Cada lugar que uno ve tiene una historia. También se encuentra una fuerte identidad con el tango, la esquina sin ochava, el empedrado, la solidaridad, el ser vecino y conocerse. Sus características notables hacen que San Telmo sea un barrio y también una república.

¿Cómo era aquel San Telmo de cuando recién viniste?

Había mucha más sonrisa en aquella sociedad. No sé si había más ganas de vivir, pero era distinto. Se perdía un poco más de tiempo en el otro. Ahora quizás la gente no se de cuenta, pero no pone en valor lo mejor que tiene el ser humano; el amor, la solidaridad, el cariño.

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¿Existe el vecino? ¿Hoy en día queda esa categoría?

No es fácil captar eso si uno no lo vive. El vecino uno lo va siendo todos los días. Ser vecino no es una casualidad. San Telmo tiene un patrimonio muy importante, tiene perfume a nostalgia, esa cosa que te atrapa… y hay motivos para eso. El vecino se entusiasma porque hay mucho por defender. Si lo mirás bien, si te involucrás, llegás a querer a San Telmo, es casi una obligación. Te toca los sentimientos.

En este número tocamos los temas de la niñez y la tercera edad. ¿Cómo los ves en el barrio?

Acá hay mucha gente mayor, aunque ahora está viniendo una generación intermedia. Yo creo que en el barrio hay un poco más de orden y hay menos niños y ancianos en situación de calle. Digo esto a nivel barrio, es decir gente de acá, porque también hay mucha gente transitoria. Pero creo que hay que darle el lugar que le corresponde al jubilado. Fijate que se hizo una fiesta tremenda por el Bicentenario, se gastaron millones, se le dio lugar a presidentes, autoridades, pero no hubo una grada para jubilados y nadie dijo nada. Cuando uno llega a cierta edad pierde empuje, fuerza, voluntad, y entonces es medio difícil pelear por el espacio. La Plaza Dorrego la han hecho la plaza del comercio y el jubilado perdió su lugar. Y bueno, se fueron a su casa, o al geriátrico, y muchos están en el cementerio. ¿Por que les pasó eso? Y… porque no se pudieron defender, porque se angustiaron, porque perdieron el único lugar que tenían de entretenimiento. Y quienes debían darles el espacio y preocuparse son el Estado, el Gobierno, pero al contrario, los han sacado.

Los niños también han perdido su espacio y no tienen lugares de recreación. Hay que buscar de alguna manera que el chico juegue en su barrio, que el chico tenga, aparte de la escuela, su placita. Y que no se piense en los lugares que usan los jubilados y los niños sólo para hacer negocio, que es lo que hacen ahora. Nos falta lugar, espacio y tiempo para el jubilado y el niño.

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¿Se ha perdido el espacio de encuentro?

El jubilado sale como sale cualquier otra persona pero tiene más frío, está más cansado, menos paciente, tiene menos de todo. Entonces ¿qué sucede? Necesita que el otro le dé un lugar, un espacio para que cruce las veredas con mesas y sillas, el lugar cerca de la pared que es el más seguro y donde puede sostenerse. Esos detalles deben estar cuidados. Lamentablemente, muchos lugares públicos se han convertido en reservorios para drogarse y alcoholizarse. El chico o el grande necesita la ayuda del otro, y la sociedad tiene que dar un espacio físico más seguro, más controlado, más a disposición. Un espacio que es público no para ir a vender o lucrar. La Plaza Dorrego fue comprada por los vecinos para que sea un espacio público, no para lo que es hoy. Entonces. si vos querés que el niño y el joven estén mejor, dale lo que les corresponde. ¿Querés que el anciano esté bien? No le des $ 800 por mes que no alcanza para nada.

¿Qué lugares de encuentro había antes y que ahora no están?

La Plaza Dorrego, el Parque Lezama, pero algo muy importante que se perdió es el estar en la puerta de su casa sentado tomando mate, estar afuera charlando con la patrona y el perro. Porque por ahí pasaba un amigo y charlaban cinco minutos. La comunicación entre los seres humanos es lo más importante que hay.

¿Qué cosas crees que podemos hacer, en qué detalles podemos reparar en lo cotidiano sin esperar que le aumenten la jubilación sino ahora?

Fundamentalmente el tiempo. Perder tiempo en el otro. La cadena económica hizo que salga la mujer a trabajar y el jubilado también y entonces el niño se quedó solo con el perro. Ese chico no adquirió las costumbres de relacionarse. Vivimos de las costumbres, y la mejor es participar de algo. Hay que armar cosas que convoquen. El carnicero charla con la gente. Y vos observás que esa anciana que se quedó un rato más, a lo mejor el carnicero le regaló una morcilla. Hay comerciantes que solo van a su casa a dormir, porque su vida es el barrio. Cuando juntamos firmas para el tranvía me di cuenta que hablaba con 1000 personas por día. Esto es colectivo, entre todos y cuando es así las mejoras aparecen.

¿Qué cosas crees que están pendientes en San Telmo?

Recuperar el espacio público. Conservar nuestros valores históricos. Pero que no se llegue tarde como lo de la Torre de la Avenida Garay. Lo de la estación de servicio de Bolívar e Independencia ahí andamos a los golpes.

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¿Cuales serían según vos los pros y los contras del nuevo San Telmo?

El haber sabido convivir con toda la diversidad cultural de gente que vino de distinto países y que justamente viene al barrio por sus características singulares, y no por las torres ni las cosas modernas. San Telmo tiene cosas muy lindas— el Mercado, la Plaza Dorrego, el pasaje San Lorenzo, el monumento al Trabajo etc. Este barrio es el primitivo de la ciudad y se llamaba barrio Prócer. Teníamos el río cerca. San Telmo es lo mas puro que podés encontrar en esta ciudad, es todo misterio. Pero se perdió el 50%  de sus cosas históricas y fue por negocio o por desidia porque no les interesaba.

¿Qué planes tiene para los próximos meses?

Festejos, porque la República de San Telmo cumple 60 años. Fue fundada el 9 de julio de 1960 en la pulpería “Los Troncos”, Balcarce 959. Hombres y mujeres dispuestos a brindarse por el bien común y un gran sentido solidario decidieron crear esta institución sin fines de lucro. Concientes de que San Telmo es un pedazo de Patria misma e inspirados en la tradición histórica crearon la joven República en resguardo de las buenas costumbres y el buen humor. En este aniversario vamos a recordar a los expresidentes y miembros de la comisión directiva. Con el nacimiento de la institución fue creada la bandera y el escudo y se editó el libro “San Telmo: su pasado histórico” (Padre Manuel Juan Sanguinetti, 1965).

—Entrevista: Daniel Boldini

Más información: www.larepublicasantelmo.com.ar o acercarse al local de Quique en EEUU 458

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