Hernán Lucero / Mestizo
Alto y cabal, mirada transparente, risa gardeliana.
“Me gusta pensar el tango como un universo, más que como un género musical”, dice Hernán Lucero. “Pensarlo con historias que se replican y que suceden en las grandes ciudades del mundo. Por eso, más allá del tango puro, el mío es un tango mestizo”.
Hernán Lucero es una de las voces más importantes del tango del siglo XXI y, además, es nuestro vecino. Su vida transcurre en la calle Brasil, al lado del Británico y enfrente del Parque Lezama.
Del latín tardío mixticius (“mixto”, “mezclado”), mestizo es quien nace de padre y madre de distintas etnias. La mayoría de la población latinoamericana es mestiza, producto de la conquista. Los mestizos contaban con un estatus inferior al de los blancos, lo que les impedía acceder a ciertos cargos o servicios.
Hernán Lucero es un cantor nacional que cruza el tango con nuestra música nativa pero también con las calaveras de la nada de nuestro rock o la música de Chico Buarque, Alfredo Zitarrosa o de Hilda Herrera.
“Tic Tac” es su prueba “mestiza”, una marinera de pluma propia que cuenta la historia de una mujer peruana que viene a trabajar a Buenos Aires y deja a su hijo en Lima. “Es una historia de inmigrantes, como las que se cuentan en algunos tangos viejos”; el corazón del inmigrante late como las agujas del reloj, tic, tac, tic acá, tac allá.
Lo mestizo acontece también cuando entona las “Nostalgias tucumanas” de Atahualpa Yupanqui o “Cosas que enseña el amor” con música propia y la letra de otro “cruzado” como Fernando Barrientos.
Lucero nos propone una fiesta rioplatense con bandoneones, guitarras y tambores candomberos. Él y los suyos hacen música en constante movimiento entre las contradicciones históricas y políticas de la patria: “Nuestra función de tangos es distinta, porque pensamos que toda la canción popular de esta parte del mundo se hermana a partir de nuestra estética tanguera” asegura y argumenta Lucero, un mestizo que ilumina.
En “Escolaso” de Aieta y García Jiménez o “Milonguita”, de Delfino-Lining o Regin del “Tape” Rubin acontece el cantor melódico de buena voz e íntimo decir que, con prestancia, deviene en “objeto de deseo”.
En el aura poética de “Sur” de Troilo y Manzi aparece la nostalgia como una legítima y sana tristeza del que añora un bien que ya no es, una tristeza que quiere que las estrellas que nos iluminan no se apaguen nunca y el deseo de un mundo mejor.
En el 2023 Lucero dio el concierto de apertura del Torcuato Tasso y realizó una serie de actuaciones en los Altos de la Poesía, ámbitos culturales de San Telmo donde -por las tardes- lo vemos acompañando a sus hijos al colegio.
“El tango es un lugar de encuentro, de contradicción… es una épica que nos interpela” nos dice Hernán y le pide a Fito Páez que lo alumbre con “La Loca tuca de Dios”.
Lo que tengas ahí, lo quiero besar / tu sonrisa sin fin y mi miedo mortal / ya lo sé, ya lo sé, no te quiero cansar con mi tango feliz, con mi herida mortal.
Texto e ilustración: Horacio “Indio” Cacciabue