Historia de una plaza y un mercado
Una falsa impresión nos hace pensar que la ciudad descansa sobre una planicie, cuando en realidad la topografía de Buenos Aires en bastante movida y sus pendientes parecen no haber sido una molestia para la adaptación de la rígida traza urbana traída por los españoles. Desde mucho tiempo atrás a gran parte del actual barrio de San Telmo se lo conoció como el Alto de San Pedro, por hallarse en una de esas elevaciones del suelo porteño.
Los jesuitas: La Compañía de Jesús llegó a estas tierras en 1608, estableciéndose en un sector de la actual Plaza de Mayo. Años después Isabel Carvajal, una vecina de la ciudad, les donó un predio y los jesuitas se trasladaron al mismo, construyendo la iglesia de San Ignacio y el complejo religioso que conocemos como Manzana de las Luces.
Los jesuitas en el Alto de San Pedro: Ignacio Bustillo y Zeballos, un español recién llegado al Río de la Plata, impulsado por su profunda fe religiosa, decide realizar una importante donación que permitió a los jesuitas instalarse en la zona en el año 1734 y comenzar la construcción de la iglesia Nuestra Señora de Belén, proyectada por el hermano Andrés Blanqui. Con el correr de los años se adelantaron las obras, se levantó una capilla y otras dependencias, conociéndose el lugar como la Residencia. La extraordinaria obra realizada por los jesuitas tuvo un drástico final en el año 1767, cuando la Corona Española expulsó a la orden del continente americano.
Tres años después de la expulsión de los jesuitas, la orden de los Hermanos Betlemitas se estableció en el complejo de la Residencia y trasladó allí el Hospital de Santa Catalina. Una de las calles que conforman la Plaza Dorrego lleva el nombre Bethlem, en recuerdo de la Orden.
Un Mercado para el barrio: Si bien en el siglo XVIII la ciudad ya se había extendido hacia el sur, la población que se encontraba más allá de arroyo, que con los años tomó el nombre de Zanjón de Granados y Tercero del Sur, estaba relativamente alejada de lo que podríamos llamar el centro de Buenos Aires. Cuando el arroyo aumentaba su caudal aislaba a los pobladores, incluso hasta fines del siglo XIX en que se lo entubó. Un tramo de la calle Chile no es recto, ya que sigue la traza del cauce del Tercero.
En el año 1783 un grupo de vecinos solicitó a la Junta de Temporalidades, organismo que pasó a ser el administrador de los bienes expropiados a la orden de los jesuitas, el espacio que hoy ocupa la plaza Dorrego, para poder instalar un mercado de abastos.
Después de los trámites pertinentes lograron la compra del terreno y pudieron instalar su propio mercado barrial. Años más tarde, precisamente en 1861, se construyó el Mercado del Comercio que duró un poco más de treinta años ya que -en 1897- se inauguró el Mercado de San Telmo. Este mercado fue proyectado por el arquitecto Juan Antonio Buschiazzo, autor de gran parte de los proyectos que transformaron a Buenos Aires como la apertura de la Avenida de Mayo que, en su momento, significó una revolucionaria decisión urbana llevada a cabo por el intendente Torcuato de Alvear.
Siempre es bueno recorrer el Mercado de San Telmo, a pesar de las reformas que se le están haciendo y que han hecho desaparecer mostradores de mármol de Carrara, rejas e instalaciones originales y muchos puestos de venta de productos de abasto, ante el avance de los vendedores de cosas viejas y bares de todo tipo.
Muchos recordarán al Mercado del Centro, también obra de Buschiazzo, que se levantaba en la esquina de Sarmiento y Montevideo donde ahora se encuentra el Paseo La Plaza. Este mercado fue demolido a fines de la década de 1970, lo que hace aún más importante mantener y conservar el de San Telmo.
En 1900 se denominó Plaza Dorrego a ese lugar emblemático y lleno de historia, llamado Plaza de las Carretas varios siglos atrás o Plaza del Comercio en 1822. Y, en tren de recordar, es curioso acotar que en 1927 se instaló en la plaza el monumento Canto al Trabajo del escultor Rogelio Yrurtia. Estuvo allí diez años hasta que se lo trasladó a su actual ubicación en la Av. Paseo Colón 800.
Pido perdón por tantas fechas pero no puedo dejar de citar la creación, en el año 1970, de la Feria de San Telmo debida al ingenio del arquitecto José María Peña que reinstaló en la Plaza Dorrego una feria, esta vez para el beneficio de anticuarios, paseantes y turistas.
Eduardo Vázquez