Homenaje a tres mujeres que hicieron historia
Ana Biessy, Silvia Pastoriza y Mirta Clara.
“Hay gente que nunca se entrega y ahí va por la vida sembrando amor”. Esa es la frase elegida para homenajear a Ana Biessy, Silvia Pastoriza y Mirta Clara, quienes dejaron su huella en el Centro de Salud y Atención Comunitaria (CeSAC) de Humberto Primo 470 -CABA-.
El primer piso de “la salita” (como se conoce en el barrio al CeSAC N°15, que depende del Hospital Argerich) está colmado de vecinos, pacientes, ex compañeras y familiares de las homenajeadas. No casualmente es el Día de la Mujer. “Quisimos que fuera este día, el de la mujer trabajadora, en el que pudiéramos juntarnos para rendirles tributo. Pero el recuerdo es todos los días, en cada una de estas paredes, en las reuniones de equipo, en cada trabajo territorial. Amigas entrañables, profesionales destacadas, militantes de causas nobles y justas, como las de los derechos humanos, los derechos sexuales y reproductivos, los derechos civiles, el acceso a la salud y a la educación”, afirma Mariel Ruiz, trabajadora social de la institución, quien compartió el día a día con Ana, Silvia y Mirta.
Mujeres comprometidas con los tiempos políticos, históricos y sociales que les tocó vivir. L@s que las conocieron destacan que fueron apasionadas, vehementes, inteligentes y políticamente posicionadas. Sin medias tintas. Y que eso les valió amores y odios, atracciones y rechazos que asumían con la mayor honestidad.
“Entre ellas tres había diferencias, con muchos de nosotros había diferencias”, explica Mariel. “Pero había un gran cariño y un profundo respeto. Tenían algunas cosas en común: ese constante ejercicio de la memoria como acto político. El comentario incómodo para interpelar, para repensar, para transformar”, agrega.
Cuando el CeSAC pasó de ser un Centro de Salud Mental a la polivalencia, ellas fueron protagonistas desde el principio. Convocadas a pensar desde la conducción política institucional, empezaron a construir los equipos territoriales, los programas, los espacios ¿Cómo pensar la atención primaria de la salud en un barrio que tiene la polarización social en una misma postal?
Ana Biessy era trabajadora social de Planta del CeSAC. Junto con otros compañeros, creó el espacio VIH SIDA. Puso todo su esfuerzo y su trabajo hasta lograr -junto con el equipo-,
convertirlo en un Centro de Prevención, Asesoramiento y Diagnóstico (CEPAD) del VIH-Sida. También integró y coordinó el equipo territorial, saliendo al encuentro de los pacientes en villas, inquilinatos, casas tomadas y en todos aquellos lugares donde estos residían. Reconocida militante gremial de ATE, nunca dejó de honrar esa historia, de contener y cuidar a sus compañeros. Los jóvenes se acercaban a ella porque era una referente. “Era para nosotros un puente en los casos de adicciones e infecciones de transmisión sexual. Era de consulta obligada. Ana tenía siempre alguna respuesta para dar”, cuenta Mariel. “Amiga incondicional, leal, fue la voz que se alzó en defensa de sus compañeros despedidos del Cenareso, allá por el 2013. Resistió hasta el último minuto”.
Asoman las primeras lágrimas en los ojos de los que presenciamos el acto. Estamos todos conmovidos: l@s que las conocieron y l@s que lo hacemos ahora, en este homenaje que tardó algunos años en realizarse porque, simplemente, costaba mucho despedirlas.
Silvia Pastoriza era médica especializada en Psicopatología, con una vasta formación clínica. Referente de los residentes en Salud Mental y otras disciplinas, integraba el equipo de Salud Sexual y Reproductiva. Formó parte de los equipos de admisión en Salud Mental, cuando por política institucional se define que la admisión se haría en forma conjunta con otras disciplinas, como Trabajo Social. Fue pionera en la concepción de la salud integral. “En tiempos de neoliberalismo, de pérdida de valores, del fin de las ideologías, Silvia se ubicaba en el lugar de la construcción con el otro, en la defensa
irrestricta de lo público y la respuesta que el sector público tiene que darle a la población más castigada”, explica Ruiz sobre la creadora del equipo de Psicoprofilaxis para el parto.
“Una médica ‘rara’ le decíamos. Le gustaba esa definición. Rara porque portando una profesión hegemónica en tiempos de súper especialización, ella siempre pensaba en una alternativa interdisciplinaria, en conjunto con otro”, señala Ruiz. Y aporta un detalle sobre Pastoriza: “Era restauradora de cuadros y embellecedora oficial de todo cuanto tocaba”. A esta altura, ya empiezan a circular los pañuelos descartables…
Por su parte, Mirta Clara era Psicóloga de Planta del CeSAC. Coordinadora del equipo territorial e integrante del equipo de Salud Sexual y Reproductiva. Docente universitaria y reconocida militante de organismos de Derechos Humanos. Testigo en los juicios de lesa humanidad. Exigió justicia hasta el último día de su vida por su compañero, fusilado en la masacre de Margarita Belén (en Chaco) y por tod@s sus compañer@s víctimas del terrorismo de Estado. Docente en esencia, estaba dedicada a la formación y a la capacitación. La definen como una persona generosa, amiga, compañera
entrañable, protectora de sus afectos. Defensora a ultranza de lo público-estatal. Lectora aguda de la realidad circundante. “Venimos de Salud Pública”, solía decir con orgullo al presentarse. Fue quien permitió a los pacientes tener acceso a su historia clínica; entre otras cosas.
“Pero, más allá de títulos y roles, queremos recuperar una dimensión que creemos la más importante para nuestra experiencia de ser sus compañeras de trabajo por casi 30 años: lo mucho que nos divertíamos trabajando con ellas. Lo graciosas, divertidas e irreverentes que eran (ver recuadro). Momentos donde nos reíamos mucho y disfrutábamos a pleno nuestro trabajo por el amor a la tarea que hacíamos diariamente. Trabajar con ellas fue como tocar el cielo con las manos”, sintetiza otra de sus ex compañeras.
María Elena Folini, directora del CeSAC, propone al público -entre el que se encuentra Eduardo Jozami (ex diputado, escritor y director del Centro Cultural Haroldo Conti, ex ESMA)- que participe activamente del homenaje. Luego de un respetuoso silencio, se anima a hablar la hija de Silvia Pastoriza. Dice que era muy pequeña cuando su madre la llevaba, de la mano, al trabajo. Luego su hermana cuenta que la institución era parte de su vida y de su familia. Por su parte, una amiga de la facultad de Ana Biessy la recuerda siempre con una sonrisa. Una ex paciente de Mirta Clara comenta cómo se sintió contenida y comprendida por ella durante su tratamiento: la ayudó a compartir una poesía, un dibujo. La hija de Mirta rescata que hacía del Centro de Salud su lugar de militancia.
Tres mujeres que fueron golpeadas por la vida y siguieron con más fuerza. Tres “apagadoras” de incendios. Desafiaron al sistema, para incluir, para dar herramientas y hacer de ellas un aprendizaje cotidiano.
Por la Memoria, la Verdad y la Justicia. Ahora y siempre.
Texto y fotos: Diana Rodríguez