Iniciativa para recuperar la impronta ilustre del “Normal 3”

Foto: gentileza del museo de la Escuela Normal 3.

Foto: gentileza del museo de la Escuela Normal 3.

Un proyecto de museo pone en relieve las transformaciones del colegio histórico

Por Raymond Howze / Isabel Bláser

En el corazón de San Telmo (Bolívar 1235) -como no podía ser de otra manera- se levanta el edificio de la Escuela Normal Superior Nro.3 Bernardino Rivadavia, conocida por los vecinos como “el Normal”. Fue inaugurado el 24 de abril de 1905 y es obra del arquitecto italiano Carlos Morra.

La intención del Inspector General de Enseñanza Secundaria y Normal -Leopoldo Lugones- al elevar la propuesta de crearla, era atender a la población trabajadora a fin de proporcionar carreras a las niñas pobres.

Foto: gentileza del museo de la Escuela Normal 3.

Foto: gentileza del museo de la Escuela Normal 3.

Su Directora -hasta 1928- fue la educadora Flora Amézola (primera kindergartenista del país). Esta Institución ha sido, desde su creación, precursora ya que en 1915 se reunió una comisión formada por la directora, profesores y representantes de los padres que tenía como finalidad instalar y mantener tres consultorios para la asistencia médica de las alumnas (otorrinolaringología, odontología y oftalmología). Así, el Normal 3 creaba la primer Asociación Cooperadora en las escuelas normales argentinas llamada Asociación “SALUS”. Más adelante se organizó el consultorio de ortopedia, luego el de clínica médica y el de dermatología.

Este Instituto Superior de Formación Docente, forma parte –actualmente- del Sistema de Educación Pública de Gestión Estatal. Pasaron por sus aulas -tanto del Normal Nro.3; del Comercial Nro.4 (turno tarde); de su escuela primaria o del Profesorado para la Enseñanza Primaria (turno noche), la mayoría de las vecinas de San Telmo como de La Boca y Barracas (porque recién fue mixta desde 1992).

Foto: gentileza del museo de la Escuela Normal 3.

Foto: gentileza del museo de la Escuela Normal 3.

Para los que estudiamos en él, integrar el alumnado del Normal es un orgullo. No olvidemos que su impronta educativa fue generada por profesores de la talla de Calixto Oyuela (escritor, poeta y ensayista), Horacio Quiroga (dramaturgo y poeta), Ricardo Rojas (periodista y escritor), Pablo Pizzurno (pedagogo y educador), Angelina Pagano (profesora y directora de teatro), María Teresa Ferrari (primera catedrática universitaria de América Latina), Mateo Alonso (escultor) y, más contemporáneo, José Cosmelli Ibañez (Profesor de Castellano y autor de los libros de Historia Argentina).

En 1997 se produjo la jubilación masiva de profesores que dedicaban todas sus horas de cátedra a la Institución, generando así una relación profunda con el alumnado amén de la calidad profesional que ostentaban, lo que originó un quiebre porque esos profesionales fueron reemplazados por otros interinos que tenían muy buena formación pero escasos conocimientos pedagógicos, a lo que se sumaba el hecho de que sus horas de cátedra se desarrollaban en diversos establecimientos al mismo tiempo.

Este sistema se generalizó en esa época, perdiéndose así la relación de pertenencia que se daba entre establecimiento-profesor-alumnado, como también el seguimiento integral de cada alumno. A esto se sumó el cambio de perfil de la población escolar. No olvidemos que el Normal ha producido, en su historia educativa, el hecho de que generaciones de familias estudiaran en sus aulas y ese momento provocó que muchas de ellas comenzaran a mandar a sus hijos a colegios estatales más alejados y que, consideraban, conservan su prestigio (Nacional Buenos Aires, Mariano Acosta, etc.) o a escuelas privadas, dejando las vacantes para los niños y/o adolescentes del conourbano bonaerense, como también para los extranjeros generalmente de países limítrofes.

Algunos profesores, que dan su opinión pero que no quieren molestar a las autoridades, dicen que no solo se produjo ese cambio dentro de los educandos sino también entre los colegas y que el Normal se mimetizó con la sociedad. Creen que el discurso institucional pasó de ser demasiado formal, al de la calle. Sienten que están estancados.

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Silvina Tenorio (ex-alumna desde los 4 a los 17 años y actriz, egresada del IUNA), nos comenta que “si bien es una institución pública, en aquellos años había un cuidado extremo en cómo se debía acudir a clase: guardapolvo blanco y equipo de gimnasia azul; no se permitía el maquillaje y eran estrictos en las normas disciplinarias. Ha tenido cambios a lo largo de estos años, no creo que haya sido del todo beneficioso a la hora de mantener su status”.

Sin embargo, estas instituciones no pierden su memoria histórica. Debajo de la autopista 25 de Mayo casi llegando a la calle Defensa (dentro del predio denominado Polideportivo “Martina Céspedes”, que está en conflicto con el Gobierno de la Ciudad por querer éste impulsar la instalación de la Feria del Sur), hay un cuarto pequeño lleno de historia, de su historia.

Foto: gentileza del museo de la Escuela Normal 3.

Foto: gentileza del museo de la Escuela Normal 3.

Desde el suelo hasta el techo hay cajas con libros que tienen cientos de fotos, diapositivas de vidrio y un proyector grande. Las fotos están en blanco y negro y proveen una mirada al pasado de una escuela muy integrada al barrio de San Telmo. Se guardan también allí, las obras completas de Sarmiento; instrumentos que se usaban en las clases de geometría, física, química; libros antiguos que consultaban los profesores en la biblioteca; máquinas de escribir, etc..

Es difícil que toda la crónica de este colegio pueda caber en ese cuarto, pero esto no ha sido problema -por ahora- para armar un pequeño museo que está dirigido por tres profesores: María Ángela Varela, Javier Alberto y Pilar Laje. El equipo trabaja para proteger el resabio cultural que pertenece a la escuela. Todo forma parte de las herramientas para la educación que imparte desde hace más de 100 años.

Actualmente el museo no tiene futuro cierto porque en el edificio principal no hay espacio y el ambiente donde se guardan las reliquias tiene problemas de humedad y pérdidas de agua en el techo, que -obviamente- no son las mejores condiciones para mantener ese legado que -aún así- los profesionales dedicados a su conservación protegen esperando le otorguen un lugar adecuado para su exposición, sin riesgos de eventuales daños. María Ángela que está “enamorada” de esos tesoros, los cuida celosamente porque sabe que representan la memoria cultural del barrio.

Foto: gentileza del museo de la Escuela Normal 3.

Foto: gentileza del museo de la Escuela Normal 3.

Pilar insiste en que “en este espacio, hay patrimonio histórico del colegio y también de la ciudad y la educación”. Nos dijeron que iban a ver la posibilidad de amar un espacio para incluir el museo”. Paradójicamente, el 12 de noviembre de 2011 el Normal 3 participó de La Noche de los Museos mostrando su acervo histórico en “La escuela de ayer y la escuela de hoy”, con “Los Maestros que hicieron historia” y con la colección de material didáctico audiovisual. Esta es una muestra más de su reconocida importancia cultural.

Todos son conscientes que el futuro del museo depende un poco de lo que pase con la Feria del Sur. No tendría que ser así, pero lo es. El alumnado, las autoridades de las Instituciones que conviven en el establecimiento (Normal 3; Comercial 4, la escuela primara y el Profesorado que funciona en el turno noche) y la comunidad educativa en general, defienden ese predio que, debemos decirlo, no es el mejor lugar para que nuestros hijos o nietos asistan a realizar sus actividades deportivas. Y, si así fuera en el futuro,  deberá ser acondicionado por las autoridades gubernamentales a fin de que los alumnos concurran a un lugar digno. La educación que para todos los habitantes debe ser libre, gratuita y laica, haciendo honor a la Ley 1420, fue siempre reivindicada por esta Institución señera.

Por eso, no importa lo que pase, el Normal seguirá su curso educativo. Su origen le marca el rumbo, porque en sus aulas habita la historia grande de la educación argentina y él se resiste a pasar desapercibido, acompañando con su presencia la formación y el compromiso ciudadano.

Foto: gentileza del museo de la Escuela Normal 3.

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