Intervenciones en los edificios del Casco Histórico de la Ciudad de Buenos Aires
Charla Debate en la Sociedad Central de Arquitectos
Por Clara Rosselli
“La obligación de los arquitectos y de los que construyen es saber combinar la historia con lo que es nuevo. No somos esclavos de la historia pero de alguna manera tenemos que mantener lo existente” expresaba el arquitecto José María Peña, ex Director del Museo de la Ciudad, durante la charla debate que tuvo lugar en la Sociedad Central de Arquitectos el pasado 16 de junio.
Además del arquitecto Peña participaron de esta actividad el arquitecto Luis Grossman, Director General del Casco Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, el arquitecto Guillermo García, especialista en Preservación de Patrimonio y miembro del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios de Argentina (ICOMOS) y el arquitecto Augusto Penedo, del estudio de arquitectura Urgell, Penedo, Urgell.
Con la coordinación de la arquitecta Rita Comando, Presidente de la Subcomisión de Patrimonio de la Sociedad Central de Arquitectos, y un auditorio colmado de profesionales y vecinos de San Telmo y Monserrat, la razón que nos convocaba a todos los allí presentes era conocer las propuestas de los expositores con respecto al tema de la intervención en el Casco Histórico.
Con propuestas lejos de ser conservadoras, todos los disertantes coincidieron en que la zona del Casco Histórico no debe congelarse sino integrarse. “Se pueden hacen las cosas con criterio contemporáneo sin dañar ni alterar la realidad existente” dictaminó el arquitecto Luis Grossman mientras que el arquitecto Guillermo García intentó desmentir con tres ejemplos urbanísticos de España el mito de que los especialistas en patrimonio se dedican a congelar a los edificios. Los casos de Toledo, Santiago de Compostela y Alcalá fueron los modelos mediante los cuales expuso su intención de buscar la resignificación de la ciudad con nuevos valores.
El arquitecto Augusto Penedo, mostró un punto de vista más “activo” de la cuestión. Según comentó, su experiencia con respecto a las actuaciones de su estudio dentro de la zona de Casco Histórico siempre ha sido la de no confrontar sino la de respetar los lineamientos que fija la zonificación de Área de Protección Histórica (APH). Curiosamente han descubierto que esta actitud ha sido bien acogida por aquellos encargados de hacer respetar las normas. “Hay bastante buena interlocución. Tratamos de que dentro de los márgenes que te ofrece la normativa hacer lo que mejor se pueda», comentó Penedo. Ejemplos de sus intervenciones son la Universidad Católica en Puerto Madero, el Hotel Continental en Diagonal Norte y Chacabuco y el Hotel NH City, en la calle Bolivar 160.
La toma de conciencia con respecto a la recuperación y revalorización del área histórica llegó de la mano de los códigos de zonificación que el arquitecto Peña impulsó hacia la década del 70 desde su labor paralela a la de la gestión en el Museo de la Ciudad. “La intención no era seguir con recuerdos nostálgicos, que no son necesariamente malos, pero que no son conducentes” aclara. El objetivo de la oficialización del sector antiguo de la ciudad era representar el carácter de Buenos Aires, manteniendo la memoria colectiva y permitiendo la natural costumbre de la superposición de estilos que caracteriza a nuestra ciudad. La Urbanización 24 (U24) fue la primera zonificación histórica que tuvo Buenos Aires. En ella se hacía gran hincapié en que en terrenos baldíos y en donde hubiese edificios insalvables se construyesen edificios contemporáneos. La ciudad debía avanzar.
Pero una ordenanza es por ella misma un conjunto de leyes a seguir. Los efectos que ella tenga sobre la ciudad deben estar avalados por el accionar y el compromiso de los profesionales.
El arquitecto Guillermo García, especialista en patrimonio, coincide con los arquitectos Peña y Penedo en la importancia de las normas: “Los planes de ordenamiento constituyen un cuerpo normativo que garantizan de alguna manera la seguridad jurídica dentro de la preservación de la ciudades históricas, tanto para sus edificaciones como para los espacios libres o abiertos obligando por igual tanto al poder público como a los privados que accionan sobre este patrimonio”. García sostiene que dentro de los planes de ordenamiento es importante proponer el concepto de patrimonio no como enemigo del desarrollo sino como un buen instrumento para comenzar a trabajar en el posicionamiento de algunos sectores degradados de la ciudad.
Un ejemplo del buen funcionamiento de las normas fue la intervención en el antiguo City Hotel de calle Bolivar 160 y su edificio anexo llevada a cabo por el estudio del arquitecto Penedo. En aquella ocasión, la normativa restringía la construcción de un edificio que ocultase las vistas de la fachada lateral del hotel. Por esta razón, la nueva construcción vidriada fue retranqueada hacia atrás y no ocupa todo el largo de los metros de la fachada, permitiendo tener una clara perspectiva del hotel viniendo desde Diagonal Sur.
Poco se habló de los actores que intervienen sobre el desarrollo de la ciudad. En este respecto fue el arquitecto García quien dispuso con igual responsabilidad tanto al Estado como a los privados. “La intervención sobre el patrimonio no debe incurrir sólo a políticas del Estado sino que esta debe estar abierta a aquellos privados que estén interesados en invertir en el Casco Histórico, siempre bajo las exigencias de las normas”. Pero también es necesario plantearse para quién es el patrimonio. No es sólo el turismo quien disfruta o vive en el Casco Histórico, porque también lo habitan y transitan una gran cantidad de vecinos todos los días. Por ello hay que evitar los desalojos y los alejamientos de sus habitantes y finalmente lograr la cooperación de todos los sectores en pos de una preservación inteligente e inclusiva.
Como incentivos al desarrollo del Casco Histórico y del resto de la ciudad, deben existir propuestas concretas. El arquitecto García nombró algunas: diversificación, líneas estratégicas y económicas, creación de empleo, consolidación del tejido empresarial, apertura de las posibilidades para las pequeñas y medianas empresas, promoción de inversiones, movilidad, mejoramiento de la accesibilidad, integración, confección de redes de transportes y de servicios eficientes, atracción del turismo, provisión de servicios, difusión cultural y artística.
Asimismo, en el marco del debate, los arquitectos Luis Grossman y Rita Comando, presentaron el concurso que será lanzado por la Dirección General del Casco Histórico y la Sociedad Central de Arquitectos, cuya propuesta es la de poner en valor y reconocer los proyectos e intervenciones en el área del Casco Histórico. Dicho concurso busca incentivar a los arquitectos a llevar a cabo obras en esta zona de la ciudad que promuevan la buena arquitectura y entiendan que los edificios del Casco Histórico no son piezas arqueológicas sino que pueden ser intervenidas con tecnologías modernas.
Durante el breve debate que se mantuvo, la calle Bolivar fue la más nombrada. Los vecinos comentaron sobre el estado de esta calle, el paso de los colectivos, la “peatonal” frente a la iglesia de San Ignacio que es utilizada como estacionamiento, el acceso a los estacionamientos de la calle Bolivar al 100 que interrumpen el paso de los peatones y el débil pero propiciamente sostenido surgimiento de nuevos bares que se están asentando en el tramo de México hasta Chile.
Al finalizar la charla, todos los presentes habíamos comprendido el mensaje de los expositores que fue corroborado con las palabras del arquitecto Penedo: “El patrimonio no es enemigo del desarrollo. Yo coincido con eso”.