Julio José Cardenas, amigo de la calle.
Caminando por las calles de San Telmo lo veo venir a Julio, acompañado por sus seis perros, los trae a todos atados menos a uno, que le obedece y solito sigue sus pasos. Me saluda con su amplia sonrisa y la amabilidad que lo caracteriza, charlamos un rato mientras le cuento por qué lo estaba buscando y él accede a darme la nota. Caminamos juntos por Humberto Primo, hasta llegar casi a la esquina de Balcarce, allí donde para siempre. Se disculpa pero antes que nada, debe atar a sus perros, darles agua y comida. Una vez hecho esto, entonces si se dispone a empezar con la entrevista.
Julio es un hombre muy querido por los vecinos del barrio, quizás sea porque en él se puede ver a una persona transparente, o quizás sea esa sonrisa siempre pintada en su rostro la que inspira confianza. Tiene 55 años y hace tres que vive en la calle.
“Antes vivía con mi familia en Berazategui con mi hijo que ahora tiene 21 años y mi pareja… hasta que me separé y me fui. La relación con mi hijo continua, él siempre viene a verme.” relata el hombre.
Mientras estamos allí sentados conversando pasa una señora, vecina del barrio, y lo saluda llama a cada uno de los perros de Julio por sus nombres y cuenta que lo conoce de la Iglesia San Pedro Telmo a la que él asiste frecuentemente a bañarse y comer.
“Me gusta San Telmo porque me respetan como ser humano, tanto andar por todos lados, encontré en este barrio buena gente”, confiesa Julio.
Pero en la calle sus verdaderos amigos son sus seis perros: Ramón, Yolanda, Mangolito, Pedro, José y Sofía , que más que amigos, según sus propias palabras, son “su familia”. La responsabilidad de tener que cuidarlos es lo que le da fuerza para salir adelante y ganas de estar mejor.
“Los perros son mi familia, son fieles, me dan amor y calor cuando tengo frío. Tuve una época al principio en la que estaba deprimido, metido en el alcohol y en la droga… pero cuando encontré a Pedro me dije, no puedo estar así tengo que cuidarlo y parece que Dios me escuchó porque apareció Yolanda y así, los fui encontrando a todos…” cuenta el hombre.
Julio es tan querido por los vecinos del barrio, que hay personas que lo ayudan no sólo con alimentos para él sino también colaborando con la comida de sus perros. Hace poco Julio comenzó a trabajar en el ciber café que se encuentra justo en frente del lugar donde él para, allí sus dueños le ofrecieron la oportunidad de que pueda ayudar lavando copas o cocinando. Trabajar allí le brinda a Julio “mas esperanza y ganas de salir adelante”, según me cuenta. Su más anhelado sueño es “tener una casa, con un terreno grande” para que su familia, es decir, sus perros, tengan espacio para correr.
—Daiana Ducca
Daiana, te felicito por la nota, quedo muy bueno!
Muchas gracias por tu comentario! y otra vez, te agradezco por la foto!!!