La adicción a personas

Un problema actual

Algunas la reconocerán como “la psicóloga de Utilísima” (en la época en que ese canal de la mujer estaba en San Telmo). Como columnista de Psicología, la licenciada Laura Manssur fue una de las precursoras en hablar sobre el tema de “las personas adictas a personas”. Actualmente existe A.P.A.P. (Asociación de Personas Adictas a Personas), grupo de autoayuda que funciona igual que otros colectivos como A.A. (Alcohólicos Anónimos), N.A. (Narcóticos Anónimos) o ALCO (Asociación de Lucha contra la Obesidad), por citar algunos ejemplos.

El Sol: ¿Cuándo nos damos cuenta que una relación es adictiva?

L.M.: Cuando nos produce daño, perjudica nuestra salud física y emocional y, sin embargo, no podemos liberarnos de ella. “La mujer que ama demasiado” (así categorizada por la doctora Robin Norwood), es adicta al hombre con el que está involucrada. Así como el adicto a una droga necesita y tolera cada vez más cantidad de sustancia tóxica para poder funcionar, las mujeres “adictas al amor” soportan increíbles cantidades de sufrimiento en las relaciones que establecen.

El Sol: ¿Y los hombres también pueden padecer este tipo de enfermedad?

L.M.: Sí, esta alteración de la salud en la conducta emocional también puede presentarse en los hombres. Ocurre que hay una tendencia cultural por la cual el hombre puede volverse adicto más al trabajo, a los deportes o a los hobbies. La mujer está más orientada al amor.

El Sol: Se habla de “co-dependencia” para referirse a esta clase de relación, ¿verdad?

L.M.: Es así: la persona co-dependiente confunde amor con obsesión. Esta obsesión va debilitando paulatinamente la salud de quien a padece. Puede estar dirigida a un hombre en particular, a una serie de hombres o a la búsqueda de un hombre, en caso de estar fuera de una relación. Son las mujeres que se sienten atraídas hacia hombres inadecuados para formar una pareja sana. “Inadecuado” puede abarcar una amplia gama de características o rasgos negativos. La mujer elegirá (pues se trata de una elección) de acuerdo a las propias dificultades de su historia personal. Puede tratarse de hombres melancólicos, distantes, hipercríticos, adictos al trabajo o al juego e incapaces de comprometerse afectivamente. Es decir, hombres que, por un motivo u otro, son emocionalmente inaccesibles.

La mujer co-dependiente realiza todo tipo de sacrificios personales (a veces también económicos), se posterga a ella misma y a sus propios intereses vitales con tal de “ayudar” a hombre del cual depende.

El Sol: ¿Qué características tienen las personas que sufren este problema?

L.M.: Destacan lo bueno y ocultan lo malo de la relación, frente a si misma y frente al mundo. Si la relación no funciona (como de hecho ocurre) ella se echa la culpa por el fracaso;  piensa que es la que falla y que tiene que esforzarse más. Tiene pánico al abandono y, por ese motivo, está dispuesta a hacer cualquier cosa para evitar que la relación se termine. En muchos casos, la seducción y la sexualidad son los factores puestos en juego en la dinámica de la relación. El esfuerzo por complacer se centra fundamentalmente en el área sexual. La mujer supone que mediante la sexualidad ella salvará, curará o cambiará al hombre con el que ha establecido la relación adictiva. Vale decir que puede haber buena sexualidad en malas relaciones.

En realidad, estos intentos por detener y/o cambiar a un hombre se vinculan con el manejo y el control. Por este motivo, la respuesta que suelen tener los hombres es el desprecio, el mal trato, la depresión o un mayor alejamiento emocional.

El Sol: Es un círculo vicioso…

L.M.: Sí, la mujer tiende a abandonar sus intereses personales, sienten furia o impotencia y pueden aparecer síntomas físicos y psíquicos relacionados con el estrés. Por otra parte, llegando a un punto avanzado de la adicción, si la mujer trata de distanciarse o de interrumpir la relación, se produce el síndrome de abstinencia (igual que a cualquier adicto a quien se le suspende el uso de una droga), un estado físico y mental de profundo dolor: sensación de vacío, insomnio, llanto, angustia, auto-reproches, miedo, etc.

La raíz de esta obsesión no es el amor sino el miedo: a estar sola, al abandono, a no ser digna, a ser ignorada. En todo este proceso se da un deterioro de la autoestima, la dependencia es cada vez mayor y perjudicial para la salud física y psíquica de la mujer.

El Sol: ¿Qué es lo que origina esta adicción?

L.M.: Las raíces del problema están en la infancia. Las personas adictas a personas pertenecen a familias disfuncionales. Familias que no satisfacen sus necesidades afectivas básicas. Lo que define el grado de enfermedad no es tanto la gravedad de los problemas que debe afrontar, sino el peso de los secretos, las prohibiciones y/o la incapacidad de hablar sobre lo que sienten sus miembros. La familia disfuncional niega la realidad, la niña que crece en ella aprende a no creer en sus propias percepciones. Este es el núcleo de la enfermedad. Se vuelve incapaz de discriminar cuando algo o alguien no es bueno para ella.

El Sol: ¿Cómo reconocemos a una mujer adicta al amor?

L.M.: Generalmente han aprendido desde su infancia a negar sus propios sufrimientos, a “ayudar” a otros aunque estén carenciadas, a “seducir” aunque estén llenas de miedos.  Incluso hay algunas mujeres son sumamente exitosas en su vida profesional y sin embargo son adictas emocionalmente.

El Sol: ¿Existe una recuperación para este tipo de problemática?

L.M.: Es importante que esta enfermedad sea diagnosticada como adicción por el profesional, para poder encarar correctamente la recuperación. Hay distintas alternativas de tratamiento: la terapia individual y el grupo de pares (donde las mujeres que comparten esta problemática en común, se identifican entre si). La recuperación no es un acto en si, es un proceso que se va conquistando día a día. Pero la vida mejora notablemente y se crean las condiciones para establecer relaciones de parejas más sanas.

Diana Rodríguez

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