La arquería tradicional tiene su escuela en San Telmo
Conjugar cuerpo y mente
Por Catherine Mariko Black
En el sótano del Club de Tiro de San Telmo, sobre la calle Piedras al 700, uno se encuentra en un espacio que es casi el opuesto de lo imaginado con relación al ruido, la fuerza y el disparo de armas de fuego. Es que en vez de ir hacia la izquierda cuando pasás por las puertas de seguridad, uno puede ir hacia la derecha y entrar en un salón largo, silencioso y casi meditativo donde un puñado de personas -generalmente solas o de a dos- se paran en esa postura tan clásica, tan universal que es la del tiro con arco y flecha. Alguien hace la señal y hay una pausa en los tiros mientras los practicantes caminan los 18 metros de profundidad para recoger las flechas que quedaron clavadas en las paraflechas de paja. Vuelven con sus flechas y reasumen la práctica. El aire que se respira tiene la calidad de quietud enfocada, generada por la concentración de los practicantes.
Andrés Verde, el director de la Escuela Tradicional de Arquería (ETAR), explica que más de 500 alumnos se han formado aquí desde su creación en 2001. El nombre de la escuela no es casual, porque es la primera y la más importante que se dedica a difundir la arquería tradicional, con el long bow (en vez de arcos modernos y más tecnológicamente orientados como los arcos compuestos).
Pero ¿cómo llegó a ganar adherentes en Argentina un deporte tan atípico y antiguo como la arquería? La historia del mismo Verde es un buen hilo narrador. “Todo lo que es arrojar y puntería me interesaba desde que tengo memoria”, dice y relata que tiene una teoría sobre la atracción “atávica” del tiro con arco. “Creo que tiene que ver con algo genético que se manifiesta en algunas personas y en otras no. Todos tenemos un antepasado cazador, que tuvo que usar algún arma de arrojar para sobrevivir. El que cazaba podía comer, podía criar una familia y sobrevivir. De una u otra manera creo que esto marcó los genes y en algunos quedó más marcado que en otros”. Da ejemplos más cotidianos desde deportes como el básquet hasta el impulso de tirar el bollo de papel en un tacho de basura.
Verde cuenta que la práctica de tirar con arco y flecha europea fue traída a la Argentina por los colonos del “viejo mundo” y, aparentemente, tuvo un momento de popularidad durante la época victoriana. Pero cayó en el olvido hasta que, en los años 70 u 80, empezó a resurgir como un juego de diversión que se encontraba en algunos pubs de Buenos Aires (uno todavía queda, Jobs, en Arenales entre Austria y Agüero). Aunque su primera arma de tiro fue un arco (moderno) que se compró a los 18 años, pasó a aprender otras disciplinas de puntería como el tiro con armas de fuego e inclusive el golf (“sí, el golf tiene mucho que ver con todo esto”, remarca).
Pero fue en un pub -a principios de los 90- que redescubrió el arco y en el 93 se compró un long bow y empezó a entrenar seriamente compitiendo en torneos y, eventualmente, dando clases a partir del 98. Dice que en esa época no había un sistema de enseñanza ni profesores destacados en la arquería de Argentina y mucho de su conocimiento lo fue desarrollando solo. “Yo aprendí a tirar solo, tomando información de distintas personas, leyendo libros de Estados Unidos y mirando videos. Y me di cuenta que lo que decían en general no estaba bien.”
Paralelamente, estudió y se recibió de licenciado en kinesiología, lo que le permitió aplicar principios de la biomecánica y deportología al desarrrollo de una técnica propia que describe como “tiro natural, basada en el principio de tirar lo más simple y lo más fluido posible”.
Hoy los alumnos de la ETAR vienen de todas partes de la ciudad, el país y hasta de Uruguay para aprender, entrenar y, en algunos casos, competir en los torneos organizados por las asociaciones argentinas de arquería, como la Federación Argentina de Tiro con Arco (FATARCO). Uno de estos alumnos es Silvia Tagliaferri, dueña de la inmobiliaria Propia y vecina del barrio. Tagliaferri cuenta que ella iba al Club de Tiro (que queda a la vuelta de su oficina) para practicar con armas de fuego, hasta que una vecina le recomendó que probara el tiro con arco. Lo hizo y desde la primera clase con Verde, hace un año, está “enganchada.” “La experiencia que tuve fue que en la primera o segunda clase ya sentía la necesidad de seguir yendo, de crear hábito en esta disciplina”.
Rápidamente perdió su interés por el tiro con armas de fuego, descubriendo en el arco un desafío personal que le fascinaba. Dice que la concentración y presencia que exige del practicante tirar bien, le ha brindado una experiencia de armonía interna que nunca había experimentado. “Es un lugar donde encontrás equilibrio, una combinación de lo que vos llevás al espacio de la práctica y que podés ir transformando durante la clase”, explica. “A veces llego agitada, pero si querés tener una clase productiva, tenés que bajar y realmente estar presente.
Cuando estás bien parada y tenés la certeza que le tiraste en el blanco, la sensación es parecida a la certeza de haber sacado una buena foto. Es un momento perfecto, la satisfacción de haber logrado una armonía mental y física… no es una exageración, realmente lo sentís así, que no es lo que me pasa cuando voy al gimnasio. Acá sentís que te comprometés, conjugás lo físico con lo mental y eso te armoniza y te disciplina”.
Además de la concentración y coordinación del tiro con arco, Tagliaferri destaca que “tiene su parte lúdica que es muy interesante. No es una práctica muy solemne tampoco. Además la adrenalina de la competencia suma a que es un juego y toda esta combinación hace que sea adictivo y divertido”. Aunque a Tagliaferri le gusta ir a practicar sola igual que tomar clases, dice que el ámbito grupal de la escuela es otra cosa que la diferencia de otros espacios. “Entre todos los alumnos y profesores hay una especie de código de comportamiento que hace que se marque una actitud de respeto y eso tiene mucho que ver con Andrés. Yo lo siento cuando paso esa puerta. A mí nadie me dijo, simplemente te das cuenta que es un comportamiento que marca ese lugar. Es agradable sentir eso porque sabés que ese respeto que le das al otro cuando está tirando, te lo dan a vos cuando tirás. Es como una ceremonia, yo lo vivo así, pero no deja de ser muy divertido”.
El arquetipo del arquero como una persona serena y concentrada se ha plasmado en las expresiones culturales que se realizan desde Oriente a Occidente. Hablando con Verde y Tagliaferri, uno empieza a creer que hay algo fundamental en esta práctica que desarrolla la persona a través de la concentración y la coordinación. Aunque Verde dice que el famoso libro de Herrigel “Zen en el arte de tiro con arco” es un mito, las palabras de Tagliaferri reflejan una experiencia cuya calidad interna se acerca a la de una meditación. “Es el único lugar donde yo voy y realmente me olvido de todo, en ningún otro lado me pasa”.
Escuela Tradicional de Arquería
Piedras 764 (Club de Tiro Independencia)
www.arcosur.com.ar
hola, queria saber los horarios y costos de las clases.
hola como estan todos por ahi, yo soy peruano y vivoaqui en la ciudad de goiania en Brasil,queria saber cuanto cuesta o el valor de ese arco y flecha y si talvez en la frontera hay para yo conseguir comprar,me gusta mucho ese deporte,gracias espero respuesta
hola me interesan los cursos de arquería y tiro