La casa de Liniers —patrimonio en riesgo del olvido

¿Se vende la casa de Liniers?

Parece increíble que una casa que no sólo pertenecía a uno de los grandes héroes de la historia argentina, sino que también presenció uno de los hechos más importantes de las Invasiones Inglesas —la capitulación del capitán inglés William Carr Beresford a Santiago de Liniers— podría estar en venta como cualquier otra. Y más increíble todavía que el Gobierno de la Ciudad todavía no la haya adquirido dado su valor patrimonial, aunque un año atrás el ministro de Cultura Hernán Lombardi avaló una propuesta de comprar la propiedad y trasladar ahí las oficinas de las áreas de Patrimonio, el Archivo Histórico y el Instituto Histórico.

La diputada Teresa de Anchorena habla en una protesta para salvar la casa organizada por Basta de Demoler

La diputada Teresa de Anchorena habla en una protesta para salvar la casa organizada por Basta de Demoler

Tomás Estrada es descendiente de Liniers y director de Ángel Estrada y Compañía, Sociedad Anónima (ver recuadro), la entidad a la que hoy pertenece la propiedad, incluyendo sus imponentes oficinas sobre la calle Bolívar y la casa colonial en el lote lindero. Estrada cuenta que tras unos años de colaboración con el Instituto Histórico, organizando muestras y actividades educativas en la casa, la directora del Instituto Liliana Barela propuso que el GCBA adquiriera la propiedad (tasada por el Banco de la Nación a un valor de US$ 2,3 millones) en 2008.

“Estábamos todos de acuerdo con que el Gobierno lo comprara -dice Estrada-. Vino Lombardi a visitarlo y estaba encantado. Firmamos un acuerdo en septiembre del ’08, salió en el Boletín Oficial, hasta hicieron la escritura y la editorial emprendió una mudanza muy cara a nuevas oficinas. Pero después nos avisaron que no había presupuesto y quedó todo paralizado”.

Una de las habitaciones originales con sus rasgos coloniales de la casa

Una de las habitaciones originales con sus rasgos coloniales de la casa

Y así el asunto quedó en un limbo durante un año, hasta el mes pasado, cuando el Instituto Histórico Santiago de Liniers, una organización civil dedicada al estudio del último Virrey, hizo circular la noticia de que la casa estaba en venta. Esto provocó una mezcla de horror e indignación en los medios y defensores patrimoniales como Basta de Demoler, impulsando una renovada serie de acciones para “salvar” la casa.

En la Legislatura porteña nació una iniciativa presentada por las diputadas Inés Urdapilleta y Teresa de Anchorena, Presidenta y Vicepresidenta de la Comisión de Cultura, solicitando al Poder Ejecutivo vender dos inmuebles estatales actualmente usados como depósitos del Archivo Histórico para generar los fondos necesarios para la compra de la propiedad.

El jueves 24 de septiembre esta declaración fue votada en el recinto con la gran mayoría de la Legislatura a favor, uniendo a los distintos bloques políticos y expresando una opinión ante el Ejecutivo. Pero eso no significa que el asunto esté resuelto: ahora el Ejecutivo tendrá que presentar un proyecto de ley que volvería a la Legislatura para ser aprobado antes de poder expropiar las dos propiedades que la Ciudad luego vendería. Aún si pasara todo esto, dado que no hay plazos estipulados para el proceso, es teóricamente posible que otra entidad haga una oferta de compra mientras tanto, o simplemente que la casa sigue en su estado actual, sin el mantenimiento que merece una estructura declarada Monumento Nacional en 1942.

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Una casa y una familia con historia

La casa colonial fue construida a fines del siglo XVIII por Don Manuel de Sarratea, suegro de Santiago de Liniers, quien se casó con Martina de Sarratea y Altolaguirre. Se destaca en los anales históricos porque ahí se firmó el rendimiento de la primera Invasión Inglesa. En 1869, su bisnieto, Don Ángel de Estrada, creó la empresa que se convertiría en el ícono Editorial Estrada, primero como una “Fundición de tipos para imprenta”, sobre la calle Belgrano al 200.

En 1878, la empresa se trasladó al viejo solar familiar de la calle Bolívar, donde iniciaron sus actividades de importación de papeles de imprenta, artículos de papelería y de escritorio (incluyendo las conocidas marcas Rivadavia, El Arte, Belgrano, América, La Pampa y El Nene), y la publicación de materiales didácticos “con el fin de servir las necesidades específicas de la enseñanza y de la cultura de nuestro país”, según la “Historia” de la institución (ver fuentes, debajo).

Tomás Estrada, descendiente del héroe de las Invasiones Inglesas

Tomás Estrada, descendiente del héroe de las Invasiones Inglesas

Ángel de Estrada era uno de los titanes de la industria y economía del fin del siglo XIX, y participó en las instituciones sociales y bancarias que se fueron creando en el país en esa época clave; formó parte del directorio fundador del Banco de la Nación Argentina, fue miembro fundador de la Sociedad Rural Argentina y parte del primer Consejo General de Educación que presidió Sarmiento y participó en reglamentar la primera Ley de Educación Común de 1875. Fue condecorado por el Gobierno nacional y el Vaticano, antes de fallecer en 1918, heredado por sus dos hijos que mantuvieron la tradición de letras y negocio detrás de la famosa marca Estrada.

Escribió Manuel Mujica Láinez en la revista Hogar: “Pocas habitaciones hay en Buenos Aires tan densas de histórico señorío y de acogedora intimidad como ésta que rodea la biblioteca de los Estrada. Sus dueños actuales me han contado que su padre la trasladó intacta de la casona solariega de la calle Bolívar, que alberga hoy la editorial fundada por don Ángel, y que vio nacer y formarse a un grupo de hombres de trascendente gravitación en el florecer de nuestro pensamiento”.

Tomás Estrada, bisnieto del fundador, cuenta que a lo largo de los años la casona colonial fue utilizada como oficinas administrativas, imprenta y depósito, hasta que el directorio de la empresa decidió arreglarla en 1984 porque estaba “destruida adentro”. Invirtieron más de cien mil dólares para recuperar y restaurar el inmueble con el asesoramiento y la ayuda del arquitecto José María Peña y su equipo.

Dice Estrada que demolieron todo lo que estaba fuera de época, remplazaron pisos, puertas, ventanas y techos. Aclara que gran parte de la casa actual no es original, pero el trabajo de recuperación respetó el estilo y los materiales de la arquitectura original. A partir de ese momento la casa se utilizaba para funciones privadas y actividades culturales, incluyendo muestras y visitas escolares, muchas veces en colaboración con el Instituto Histórico.

Según Estrada, tienen intención de participar en el Bicentenario con actividades culturales, aún si la compra no se termina de negociar, pero afirma que “es una lucha impresionante hacer esto. La casa tiene que ser patrimonio de la Ciudad, forma parte de la poca historia que nos queda pero parece que a la gente no le interesa conservarla”.

Hoy la casa y su patio interno —ambos en gran parte vacíos— respiran el aire de un pasado dormido, quedado en las tinieblas del olvido y la invisibilidad. Como tantos otros espacios del Casco Histórico, aquí pisaron y vivieron figuras que son hitos en la formación del país y de la cultura e identidad argentina. Vale la pena plantearse la pregunta: Si es tan difícil valorar la historia, ¿cómo se puede conocer el presente o hablar de construir el futuro?

La capitulación de Beresford a Liniers

La capitulación de Beresford a Liniers

Momento clave en la creación de una identidad argentina

Santiago Liniers de Bremond era un capitán de fragata de origen francés que se transformó en héroe de la defensa y reconquista de Buenos Aires, en gran parte porque supo aprovechar el creciente sentimiento de identidad autónoma en la diversa población de Buenos Aires. La victoria de las milicias improvisadas, integradas por criollos, negros y españoles, además de la activa participación de los habitantes, fue un paso importante en la construcción de una identidad nacional propia.

Según la publicación Cronista Mayor de Buenos Aires, “Las Invasiones Inglesas marcan un punto de partida en cuanto a la transformación de la sociedad colonial y es aquí cuando comenzará a plantearse la posibilidad de ruptura con la metrópoli (…). La reconquista y defensa fue responsabilidad y mérito de los habitantes de la ciudad y no de la corona española. Los criollos, como parte fundamental de las fuerzas que defienden la ciudad, se reconocen a sí mismos como grupo y a partir de los hechos toman conciencia de su potencial fuerza autónoma y de un profundo sentimiento de libertad”.

—Catherine Mariko Black

Fuentes: “Historia de una institución que es orgullo de nuestra industria editorial”, Revista Veritas, Buenos Aires, 30/5/1963

Invasiones Inglesas al Río de la Plata, Dirección General Instituto Histórico, GCBA, 2008

Cronista Mayor de Buenos Aires, Núm. 58, Julio 2007

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