La comunión de un grupo
Por Isabel Bláser
“Esto también es El Sol”. Esta frase surgió cuando, por una idea de Hugo del Pozo, nuestro Grupo le regaló a Edgardo ´Super8´ Gherbesi -el fotógrafo que colabora con nosotros- una cámara de fotos, porque la suya se había roto.
Lo que le pasó a Super8, en alguna medida nos pasó a todos nosotros. Obviamente no con la misma intensidad, pero sí compartimos su ´bajón´ porque esa circunstancia no le permitiría seguir haciendo lo que le gusta o, por lo menos, su tarea se le iba a complicar. Eso provocó que nos uniéramos -más allá del proyecto del periódico- para ayudarlo, ya que era lo que sentíamos todos en ese momento. El grupo se fusionó más, no solo por el interés o el gusto de participar en un periódico comunitario sino por el sentimiento que nos había ´cruzado´ el alma. Creo que a partir de ahí, ya no fuimos los mismos.
El sentido grupal en una sociedad que tiende a aislar a sus sujetos, bombardeándolo con miedos, es un logro porque de esa unión surgen sentimientos solidarios, ideas diversas, vivencias de las realidades ajenas y, fundamentalmente, el hecho de colocarnos en el lugar del otro ´saliéndonos´ de nuestro propio ´ombligo´, para compartir -esencialmente- la vida en toda su magnitud y no solo a través de nuestra lente.
Nosotros, los Soles, además decidimos aunarnos para no dejar “caer” este hermoso proyecto barrial llamado El Sol de San Telmo, que corría ese riesgo con la vuelta de su fundadora -Catherine M. Black- a su Hawai natal. En un primer momento todo parecía derrumbarse, nada era posible. Sin embargo, casi naturalmente, cada uno comenzó a ocupar su lugar, a hacerse cargo, a despertar al remolón, a arengar al que veíamos que no iba al ritmo necesario para lograr el objetivo, a festejar los aciertos y emocionarnos con los logros. Y aquí estamos entregándoles otro número, que pudimos hacerlo porque nos atrevimos a dejar de lado nuestra individualidad, afirmándonos en el grupo para transformarnos así en un equipo.