La enseñanza: pasado y presente

Dos maestras de diferentes épocas comparten sus reflexiones acerca del rol de profesor

La educación es una lucha silenciosa que debe confrontar con obstáculos, a veces naturales y otros impuestos. Cuando el maestro llega para sembrar la semilla de la curiosidad y machacar el concepto de cultura, enseña el camino que conduce a la libertad de los pueblos. La educación nos iguala y es nuestra “arma” más poderosa.

Silvia Fernia. Foto: Edgardo "Super 8" Gherbesi.

Silvia Fernia. Foto: Edgardo "Super 8" Gherbesi.


Tenemos muchas inquietudes respecto al presente educativo, pero para poder contestarlas necesitamos saber de dónde venimos. Por eso hablamos con la Sra. Beatriz Casanova (maestra de la Escuela Cnel. Suárez -Independencia 758- desde el año 1961 al año 1986) y la Sra. Silvia Femia (actual Profesora de Geografía del Colegio Nro.7 Juan M. de Pueyrredón, Chacabuco 922) quienes nos pueden ayudar a entender un poco más sobre el tema, a través de las siguientes preguntas:

Beatriz Casanova. Foto: gentileza de Beatriz Casanova.

Beatriz Casanova. Foto: gentileza de Beatriz Casanova.

1) ¿Cree que el sistema de educación pública cumplió/cumple con su mandato social? ¿Por qué sí o no?

Beatriz: El sistema de educación pública de antes como el de ahora, no ha sido ni es perfecto. Pueden hacerse modificaciones, teniendo en cuenta la práctica de la educación como forma de liberación a favor de la emancipación de los sectores populares. La sociedad ha cambiado, tiene otras metas porque tiene otras necesidades. La escuela tuvo que ir adaptándose al cambio social, pero debe haber reglas y hay que mantenerlas teniendo en cuenta la nueva sociedad. La flexibilidad la marca la necesidad social. Antes las pautas eran rígidas sin reparar quizás en las carencias que tenían algunos chicos, pero cumplía con su meta básica de educar.

Silvia: Depende que se entienda por “mandato social”. En líneas generales estimo que lo cumple, si bien hoy la Escuela pública no es la promesa que fue en el pasado. No olvidemos que la función de la escuela, que es educar, trasmitir conocimientos y valores, -en mayor o menor medida lo cumple- y, además, no se ha creado aún otro espacio con esas características en el que se puedan llevar a cabo estas demandas. Si hablamos de educación publica nos estamos refiriendo a escuela pública, si esta última cumpliera con todas las expectativas de la sociedad no existiría la educación privada y, lamentablemente, en las últimas décadas la sociedad tendió a fragmentarse cada vez más,  paralelamente con la educación. La ausencia del Estado y las políticas neoliberales implementadas años atrás en nuestro país, dejaron a la escuela pública desmantelada y a  amplios sectores de la población en un estado de vulnerabilidad muy grande. Hoy ese Estado vuelve a estar presente con políticas que están a la vista, pero creo que la escuela requiere un gran esfuerzo por parte de todas las personas que forman el sistema educativo, ese es el gran desafío para el cual hace falta –además del esfuerzo- capacidad y mucho trabajo en equipo.

2) ¿Cree que es el plan educativo o el profesional, el que induce a los alumnos a interesarse por el estudio?

Beatriz: El plan educativo analizado en cada disciplina por la capacidad del docente y

reforzado con las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, harán que el alumnado participe con mayor interés, despertando el deseo de debatir y confrontar ideas. La sociedad cambió, el alumno marca pautas, como lo hace un hijo en el seno de la familia y esto debe ser interpretado por el Estado para que los contenidos sean de utilidad para los alumnos. Eso hará que se interesen.

Silvia: Si bien hay que modernizar los programas y estrategias, siempre depende de la creatividad del docente que está frente al grupo y del equipo directivo. Hoy las escuelas tienen libertad para generar su propio proyecto acorde a su realidad. Ante el avance tecnológico -sobre todo en informática e Internet-, hoy el conocimiento tiene otras vías de acceso, la apropiación de los saberes ya no es solamente a través de la escuela, se accede por muchísimos canales, por lo tanto la función del docente también está en permanente cambio, en una búsqueda constante de aggiornarse a los nuevos tiempos. Y las causas del desinterés de los alumnos por el estudio no deben buscarse en los planes o el nivel profesional, porque las causas y los factores que intervienen son múltiples. Es importante tener en cuenta que donde la escuela deja espacios vacíos éstos van a ser ocupados por otros intereses y eso sí es muy preocupante. El gran desafío de la escuela de hoy es captar ese interés y recuperar ese espacio de promesa que una vez tuvo. Muchas veces el problema no está en el afuera, sino en los límites de la invitación que estamos haciendo para albergar, proveer y proyectar otros vínculos con el conocimiento y con la sociedad.

3) ¿Percibió/be la educación pública más como una entidad asistencial o como un transmisor de conocimientos?.

Beatriz: La escuela transmite conocimientos. Es la encargada de poner al alumno en contacto con el libro y para ello debe revitalizarse no encerrarse en el uso de textos meramente informativos, sino proveyendo libros que despierten en los educandos el gusto por leer, desarrollando el placer de la lectura y al unísono la búsqueda del camino hacia el saber. Me opongo a la escuela pública donde el alumno va a comer o a tener un plan social, porque para eso hay otras entidades del Estado que enfocan esa tarea. La escuela es una institución donde su prioridad debe ser dar formación, estudio e impartir aprendizaje y a partir de ahí sí podemos ampliar a otras necesidades, pero no tenerlas como fin en si mismas. Estoy de acuerdo con una jornada completa y ahí sí se le debe dar de comer al niño, porque antes la madre no trabajaba y ahora sí entonces ¿el chico dónde queda si la escuela no lo asiste? Aunque con esta situación social vemos que el Estado induce a que el educando vaya a comer y después a estudiar, cuando en realidad tiene que ser al revés.

Silvia: No, por supuesto que no. La escuela tiene la función de trasmitir conocimientos y saberes. Obviamente que si un alumno llega sin comer o con problemas de cualquier índole, primero tengo que atender estos requerimientos, pero luego tengo el resto del día para trasmitir conocimientos, enseñar a pensar… No sé, me parece una excusa un poco cómoda; entiendo que hay instituciones con necesidades muy grandes y con gran vulnerabilidad. Ellos tendrán que repensar estrategias para trabajar con esos chicos, siempre hay algo que se puede hacer, no digo que sea fácil, pero no imposible. La palabra escuela asistencial me suena a juicio y condena, no hay ninguna razón para que un chico que llega a primer año del secundario no sepa leer e interpretar lo que lee. Si no le enseñamos estamos haciendo un mal muy difícil de remontar.

4) Para enfrentar la problemática social ¿cree que los docentes necesitan, además de lo que se llama conocimientos “duros”, otras herramientas -por ejemplo la psicología- para poder enseñar y a la vez contener al estudiante?.

Beatriz: El docente debe fundamentar su acción con psicología y metodología activas ante el proceso enseñanza-aprendizaje. El niño posee una necesidad interna de saber, que lo lleva a buscar y seleccionar permanentemente en el medio que lo rodea. El maestro provee y el niño decide. El docente no está capacitado para resolverlo todo, por eso es bueno que haya un gabinete psicopedagógico, pero esto no da cabida a que no se respete lo que dice el docente, quien es el que trata diariamente con el alumno.

Se debe trabajar en equipo, apoyando la labor del maestro. Antes le indicábamos al padre aspectos de la educación de su hijo y éste lo aceptaba; ahora nadie acepta la palabra de nadie, ni del maestro, ni del médico, ni del gobierno. Es como una rebeldía a todo y a todos, pero esta rebeldía no tiene un criterio lógico y cierto, sino que es algo generalizado. De cualquier manera, todo empieza por la casa, la familia es el ente más importante. Antes el docente influía en la formación. Nosotros sabíamos muchas cosas que ocurrían en la familia, nos lo contaba el mismo chico y tratábamos de hacerlo fuerte en ese conflicto para que pudiera enfrentarlo. Éramos los que los guiábamos, tanto al alumno como muchas veces a sus padres, cuando nos contaban sus problemas cotidianos buscando nuestra opinión.

Silvia: Si, obviamente, las herramientas uno las va adquiriendo con la formación profesional. Muchas veces siente que no puede, que no está preparado para ciertas situaciones, pero en realidad los docentes tenemos capacidad de contener, escuchar y muchas veces resolver las distintas problemáticas que se van presentando.

También hay muchos organismos a los que uno puede recurrir. Además hoy las escuelas de la Ciudad de Buenos Aires (por lo menos las de Media) cuentan con un psicólogo, profesores tutores y referentes que detectan los problemas y lo derivan a quien corresponda. Pero si un docente cree que puede entrar a un aula y trasmitir sus saberes y nada más, al mejor estilo enciclopedista, se va a llevar una gran decepción… digamos que es imposible en el contexto actual.

5) Concretamente ¿cuáles son las diferencias entre la educación que recibió y la que da?

Beatriz: A medida que el tiempo transcurre, todo cambia: la escuela, la sociedad, el mundo. Educar no es solo impartir enseñanzas como sí lograr que el alumno las capte, se apropie de ellas y las incorpore a su personalidad. Así, pues, la verdadera educación es formativa y no meramente informativa. Tendrá consecuencias no solo en el intelecto y en el comportamiento exterior del individuo, sino que servirá de estructura interior que dé soporte y razón de ser a cada acto libre. Yo estudié en la Escuela Normal Nro.3 y a mi no me daban clases magistrales, me hacían participar de la clase. En cambio, mi hermano –dos años mayor- que iba a otra escuela pública, en ese sentido recibió una educación completamente diferente: lo que decía el maestro era “palabra Santa”. Eran modalidades distintas. Cuando fui maestra ya había una apertura,  el trato nuestro con los alumnos era más familiar. Pero otros profesionales no estaban de acuerdo, su opinión era muy “cerrada”, no los dejaban participar ni podían “abrirse” con ellos. En mi casa, mi hermano y yo dábamos nuestras opiniones y compartíamos nuestros temas con mi papá (obrero gráfico) y mi mamá y nunca nos dijeron “callate que sos chico”, por lo tanto cuando  tuve que educar tampoco lo hice.

Silvia: Hay un abismo, eso de que todo pasado fue mejor,  en mi caso no se cumple.  Tuve la mala suerte, junto con mi generación, de haber estudiado todo mi secundario (escuela pública) durante la dictadura militar, años 78 a 82, y todo estaba prohibido. Pero lo peor de esas prohibiciones no fueron las que tenían que ver con las reglas como uniforme o esas cuestiones, sino con el vaciamiento que se produjo en el pensamiento. Era una época de  mucho miedo. Todos lo tuvimos, por eso lo que vino después fue posible. En cuanto a lo pedagógico, el método que se utilizaba era el enciclopedista donde el profesor era el que todo lo sabía y el alumno tenía un rol muy pasivo, éramos alumnos pasivos, receptores. La escuela tenía una matriz muy autoritaria, allí nada era consensuado. Los saberes que recibí en mi escuela primaria fueron tan buenos que aún recuerdo muchos de ellos, recuerdo a sus docentes con mucha calidez y entrega; nos enseñaban y contenían. Lamentablemente no puedo decir lo mismo de mi secundario, donde no encontré gente que se juegue, muy pocos fueron los profesores que marcaron mi paso por él.

En cuanto a las diferencias con el presente, a veces miro las aulas y pienso que la estructura es la misma, pensada para que el docente esté en el frente y dé su clase magistral… (Pero) el alumno de hoy tiene mucha más participación: opina, pregunta, hasta consensúan su reglamento de convivencia. Y en cuanto a la realidad social también hay un abismo, nosotros teníamos papás con trabajos fijos y sin miedo a perderlos, hoy eso ya no es así. Insisto hay muchas cosas de esa matriz de escuela que heredamos que aún subsisten y que, por supuesto, hay que repensar.

6)  ¿Cree que el docente tenía/tiene prestigio dentro de la sociedad? ¿Era/es modelo para los alumnos?. Si ya no lo es, ¿cómo cree que lo podría recuperar?

Beatriz: El docente fue y es modelo para alumnos cuyas familias así lo reconocen. Es lamentable que una parte muy importante de la escuela pública, hoy, no lo posea. El alto porcentaje del desprestigio docente en la escuela pública, que lleva más de dos décadas, tiene como gestor actitudes gubernamentales. El Estado fomenta eso. Hay una gran parte de la sociedad que no respeta al docente. Antes el maestro era reconocido, no porque fuera más que otro sino porque por sus conocimientos estaba capacitado para aconsejar en cuestiones familiares. Cuando yo daba clases, los padres venían a consultar sobre la conducta de sus hijos; su interés por el estudio; cómo ayudarlos con las tareas; hasta sus problemas de pareja y aceptaban la opinión del maestro, porque era un referente. La familia entera lo respetaba, en los distintos niveles sociales y económicos. Yo trabajaba en la Boca, cruzaba el Riachuelo, donde las familias eran muy humildes, pero también lo hacía en la escuela Roca. Ahí el nivel cultural era más alto, con familias de clase media, algunos profesionales y allí también era valorada la contribución del maestro. Cuando acompaño a mis nietos, converso con las madres y ellas no aceptan la palabra del maestro así porque sí, sin ofenderlo, lo cuestionan. Le hablan de igual a igual, pero siempre con respeto aunque esto se ve más en la escuela privada que en la pública. Para recuperar el respeto social, docente y familia deben caminar por la misma senda en busca del perfeccionamiento del educando y el Estado tiene que ser sólido en su apoyo.

Silvia: La verdad me tiene totalmente sin cuidado, no elegí esta carrera para ser prestigiosa y menos un modelo a seguir. El respeto sí me interesa y eso creo que lo construye cada persona sin importar la profesión que realice. Considero que el trabajo que desempeña el docente es sumamente importante y el que no lo valore tiene que cuestionarse algunas cosas. Por supuesto que escucho muchas veces a los padres como vapulean la tarea del docente y creo que les hacen daño a sus propios hijos. Una forma de recuperar el respeto, sería mejorando los salarios para que el docente no tenga que trabajar en tantos colegios y turnos y poder capacitarse y preparar mejor su trabajo. Esa seria una forma de reconocernos.

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