La “Espiritualidad”. ¿Cómo Llegás Hasta Ahí?

piramideSan Telmo se puso espiritual. Abundan los locales con atrapasueños, centros de meditación, grupos de encuentro, huele a incienso y mirra por momentos.

La conexión con lo intangible es un viaje de ida: empieza con un sahumerio y cuando te querés dar cuenta tenés en tu casa un Buda de la suerte, una pirámide energética, un cuenco o una piedra luminosa de la abundancia. Transitás del karate al yoga en un tris y, en el momento menos pensado, pasás tus sábados en una clase de reiki.

Lo más llamativo es que acabamos leyendo esos libros que, en nuestro sano juicio, descartaríamos por portación de título: «Usted puede sanar su vida”, «El poder está dentro de ti», «Conversaciones con Dios», «El combustible emocional»… bueno, no tanto. Ari Paluch es el límite, lo mismo que Lapegüe en «Prendé el optimismo», lo único que falta es que el  Rifle Varela escriba «El arte zen del periodista deportivo» y ahí, directamente, desencarno.

Caemos bibliográficamente en la estantería de autoayuda. Sencillamente te das cuenta que tu vida apesta, que todo lo que probaste no te sirvió y, en un momento determinado, resolvés tirarte al vacío y cruzar la línea de la dignidad.

Como aún no te atrevés a «perder tiempo en esa porquería» te limitás a escucharla. Audiolibros, maravillosos, es como que te cuentan un cuentito mientras viajás en colectivo o lavás los platos. Mientras tanto tu hemisferio cerebral culto no se queja porque leyendo autoayuda, lo que se dice leyendo autoayuda, no estás.

El problema es que en ese momento entraste, pisaste el palito. De ahí al equilibrio de los chakras y saltás a las cintas subliminales sin red. No te quedás solo en las que te llegan, empezás a buscarlas, junto con las meditaciones que te conducen derechito a un círculo de mujeres. Te ponés adicta, una jonky de los grandes maestros y, seguro, llegan las afirmaciones, hablándole al espejo te decís «te quiero». Lo peor es que te sentís una pelotuda importantísima. Pensás ¡Qué bajo caí!, sos la viva imagen de la desesperación. Temés por tu salud mental, pero todavía podés caer más bajo: el chat de citas o Arjona.

Carolina López Scondras

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