La historia de la Plaza Dorrego, antes de la Feria de Antigüedades
Hace pocos días la Feria festejó sus 51 años y don Elías Cohen (quien nació hace 93 años en la calle Luján -hoy Pasaje Giuffra- 369, luego vivió en Defensa 915 y al morirse su padre se mudaron a la calle Cochabamba al 600, donde se casó, tuvo dos hijos y vive actualmente) quiso contarnos cómo era antes y, obviamente, lo escuchamos atentamente porque él es la historia viva de nuestra pequeña aldea. Recordemos que Don Elías junto con su hermano Jacobo, tenían una de las zapaterías más importantes en la calle Defensa 940.
“La historia comienza -aproximadamente- en la década del sesenta cuando en Bernardo de Irigoyen entre Independencia y EE.UU había una feria municipal permanente. En ese entonces la Av. 9 de Julio llegaba hasta Belgrano y las autoridades de ese momento decidieron alargarla, como es actualmente. La medida provocó el enojo de los feriantes que lograron que los reubicaran en la placita de la calle Defensa… la Dorrego”; cuenta Don Elías.
¿Por qué allí?
® Porque dos o tres meses antes vieron que había una habitación de alrededor de 4 x 4 perteneciente a la Municipalidad, toda de madera con techo y de color naranja y ahí vendían fruta y verdura. Entonces vinieron de la calle Bernardo de Irigoyen los carniceros, polleros, verduleros, fruteros… Todos llegaron ahí y, junto con ellos, también se ubicaron los que vendían cerraduras antiguas muy grandotas con unas llaves largas de alrededor de 10cm.; otros que vendían veladores usados; también se sumaron los que tenían ropa usada para mujer y había unos que nos compraban zapatos antiguos de los años veinte, pero no vendían el par sino de a uno para poner de adorno.
¿Qué pasó con los puesteros del Mercado de San Telmo cuando notaron la competencia?
® Cuando vieron que trabajaban mucho, se reunieron ya que les quitaban clientes porque competían con los precios del Mercado y se quejaron con nosotros que fuimos -mi hermano y yo- los que creamos el “camino de la calle Defensa” que incluía la placita en cuestión. Nos pidieron que fuéramos a hablar con personal de la municipalidad en una oficina que quedaba en la calle Cnel. Díaz a una cuadra de Santa Fe (en realidad fui yo el encargado de hacer la gestión) para contarles lo que pasaba. Con esa gestión terminaron cediendo un terreno en la calle Defensa al 500, a mitad de cuadra de la vereda impar; entonces se fueron todos los puestos de comestibles y el resto pidió permiso para quedarse porque sus ventas no molestaban a los puesteros del Mercado. En ese momento, viendo el movimiento que había, comenzaron a venir los comerciantes de la calle Juncal y Arenales para alquilar los comercios de los alrededores de la Dorrego. Fue tan grande el éxito que el corredor se fue alargando hasta la Av. Belgrano, donde se fueron ubicando los mayoristas; para la Av. Brasil no había nadie.
¿O sea que la gente compraba todo en el barrio?
® ¡Claro! Uno no tenía que ir a la calle Florida o al centro a comprar nada, porque estaba todo en Defensa. Había 7 zapaterías en tres cuadras, la Óptica Defensa; la perfumería a la altura del 900 en la vereda del Mercado; los helados Macri, muy famosos; se inició Bonafide y ya estaba Bracafé; en la esquina con Carlos Calvo había una gran sedería; estaba La Superiora que vendía vinos, con los toneles; en la esquina con Chile un mayorista de productos de electricidad y vendía electrodomésticos -Trabanco-; en el 715 un edificio viejo y un almacén; también peluquería; casa de sombreros… de todo.
Seguimos conversando de la vida, de los cambios en la sociedad, de política… “Siempre hubo inflación y crisis, pero buscábamos la manera de que la gente comprara porque eso hace mover la economía”, comenta Don Elías con la sabiduría de un comerciante que supo del esplendor de los negocios -de todo tipo- que había en el barrio para abastecer las necesidades de las familias.
Es un lujo tener vecinos que nos puedan transmitir cómo era San Telmo hace más de medio siglo atrás. Eso es precisamente el patrimonio cultural que existe y que muchos de nosotros defendemos -porque no estamos dispuestos a perder la base de la cultura que se va trasmitiendo de generación en generación y que nos une como comunidad- en un barrio que siempre ha tenido identidad y características propias.
Isabel Bláser