La importancia del HACER

“A nadie le faltan fuerzas, lo que a muchísimos les falta es voluntad.” Víctor Hugo.

Hacer lo que se tiene que hacer muchas veces no es una frase aceptada por todos, sin embargo es muy importante ya que permite a las personas o a los grupos concretar proyectos, solucionar inconvenientes, llevar a cabo acciones comunitarias, etc.

Las personas tenemos no solo que asumir nuestra responsabilidad, sino también luchar todos los días para cumplir y perfeccionar el quehacer cotidiano, con continuidad y perseverancia, generando hábito y así poder conseguir la capacidad para hacer grandes esfuerzos, por períodos de tiempo más largos.

Todos estamos en continua actividad y hasta los individuos más perezosos realizan una serie constante de tareas ¿Por qué nos movemos, actuamos, nos interesamos por las cosas y nos inquietamos sin cesar? ¿Es la fuerza de voluntad o la búsqueda de poder, las estructuras económicas, el inconsciente, la cultura del confort lo que nos mueve?

Cuando se actúa, aunque haya inconvenientes para ello, se realiza un acto que representa un ejercicio de voluntad. Cuando nos sentimos muy motivados a realizar una actividad específica, la voluntad se ejerce de manera más espontánea. Teniendo esto en cuenta, podemos decir que nuestra voluntad opera -principalmente- en dos sentidos:

–          espontáneamente cuando nos sentimos motivados y,

–          cuando nos convencemos para realizar algo, llegando así a la decisión de actuar teniendo en cuenta los inconvenientes que vemos en ese momento y en ese entorno.

El estudio de la motivación, no es otra cosa que el intento de averiguar a qué obedecen todas esas necesidades, deseos y actividades. Es decir investiga la explicación de las propias acciones humanas: ¿Qué es lo que motiva a alguien a hacer algo? ¿Cuáles son los determinantes que lo incitan a ello?

Por tanto vemos que toda actividad está inducida por algo y ese algo es lo que hemos llamado motivo. Motivo es, pues, lo que nos impulsa a la acción. Esta actividad motivada es como un circuito cerrado en el que se pueden distinguir tres momentos principales: motivo, conducta motivada y disminución o satisfacción de la necesidad.

La motivación está constituida por todos los factores capaces de provocar, mantener y dirigir la conducta hacia un objetivo. La motivación también es considerada como el impulso que conduce a una persona a elegir y realizar una acción, entre aquellas alternativas que se presentan en una determinada situación.

En efecto, la motivación está relacionada con el impulso, porque este provee eficacia al esfuerzo colectivo orientado a conseguir los objetivos. Por ejemplo, empuja al individuo a la búsqueda continua de mejores situaciones a fin de realizarse profesional y personalmente, integrándolo así en la comunidad donde su acción cobra significado.

Una meta adecuada es el único secreto de nuestra voluntad, encendiendo así el ideal que pondrá en marcha nuestras energías.

Por todo lo expuesto podemos concluir que la motivación facilita -considerablemente- el éxito de los proyectos, tanto personales como sociales. Es esa generadora de energía  que logra que tengamos buena actitud para emprender el camino, que nos hará conseguir lo deseado.

Lo verdaderamente importante es hacer lo que necesitamos para estar mejor, como comunidad, más allá de nosotros.

                                                                                              Hugo Lavorano

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