La lucha por la identidad
Se huele en el aire el “aroma” de la alegría, la juventud, el bullicio, las risas, la simpatía, la belleza y… la música. Domingo a la noche, voy caminando por la calle Defensa casi llegando a San Juan y, de pronto, diviso a una cuadra una formación de -aproximadamente- treinta chicas y muchachos.
Las mujeres bailan adelante y, por sus movimientos, parecen “de goma”. Detrás, los que tocan o acarician esos hermosos y coloridos tambores uruguayos denominados: chico, repique y piano, de acuerdo al sonido que emiten. Parece fácil pero no lo es. Las ondas sonoras son poderosas y las percibo perfectamente. Sí es el famoso candombe, cuyas raíces tienen cientos de años de antigüedad, originado en África y trasplantado a estas tierras a través de los -tristemente- llamados traficantes de esclavos.
Me acerco lentamente, por la gran cantidad de gente que se suma a la algarabía desbordante. Todos bailan. Muchísimos turistas encantados de lo que están presenciando, sacando fotos y filmando todo. Se ríen más que nosotros, no lo pueden creer. Me encanta. Los acompaño hasta el final, junto con todos; son diez cuadras. Descansan media hora, reponen energías y regresan tocando hasta el parque Lezama. Todos los domingos se repite el mismo ballet cósmico, sincronizando las órbitas y sonidos. Regalando felicidad.
Siete días después, vuelvo… ¡Ay qué lástima, llueve muchísimo! No vienen, imposible estar al descubierto. Habrá que aguardar una semana… los extrañamos, pero siempre regresan. San Pedro González Telmo los espera.
Llegó el domingo, voy al encuentro de los tambores y le pido a Claudio Artigas Martirena -uruguayo, nacido en el Barrio Sur de Montevideo- fundador de la escuela de tambores Las Lonjas de San Telmo (1997), si puedo conversar con él para que me cuente y yo a los vecinos, a través de El Sol de San Telmo, por qué siente necesario divulgar -dicta talleres en el Centro Cultural Fortunato Lacámera y tiene presencia activa, los domingos, por las calles- las raíces africanas que tanto nos cuesta reconocer a los argentinos.
Artigas, atento a lo que pasa a su alrededor, accede muy cordialmente al pedido y dice: “Hace 24 años que doy talleres y también es un trabajo de toda la vida el lograr buscar, como ser humano, una identidad propia. Esto es muy importante también como sociedad.
El candombe viene de una cultura, de un lugar y siempre estuvo abierto a la humanidad. Estamos tratando de revertir la historia, porque es de acá. No viene de África, es uno de los ritmos que quedó de la cultura negra del Rio de la Plata. Ha subsistido por su integración quizás; la identidad que uno lleva y trae y que estamos tratando que quede sembrada en este territorio. Es un respeto enorme a esa historia.
El candombe existe, las personas viven aún en él y ha quedado marcado por nuestra Nación. Tenemos que salir por nuestra creencia y nuestra voluntad, pero lo tiene que iniciar el pueblo y eso va a llevar tiempo, muchos años para entender quiénes somos.
Estas chicas y muchachos que nos acompañan, son tremendos seres humanos. Están tratando de entender esta cultura que se interpreta con el cuerpo, con los sentidos, con el Ser del ser humano. Es muy difícil porque no se enseña, se adopta, se toma.
Estamos atravesados por la política, por el sistema. Las luchas que hay hoy las valoro, pero la mía tiene más de 200 años, es legítima y es por la identidad. La identidad nos va a hacer crecer como pueblo, que no estemos unos contra otros; ni femenino ni masculino, solo el ser humano. Acá no hay una religión, somos cada uno de nosotros, vos y yo. Si cada uno sabe entregársela al otro, impregnársela en la piel, es lo que vamos a dejar para la eternidad”.
Hugo Cristian Céspedes
No en gusta el título, xq lejos esta en nosotros la lucha. Lo hacemos desde el amor, la alegría y el respeto que se merece esto que nos sale del alma. Gracias, Gracias, gracias.