La naturaleza está al alcance de la mano

rincon huerta1La casa de cada uno de nosotros puede convertirse en una pequeña granja con solo unas cuantas macetas, semillas y paciencia.

La permacultura es un sistema integral en el que se combina la ética, los principios ecológicos y los posibles planes de acción para lograr cuidar a la tierra y las personas, poniéndole límites al consumo. Se basa, entre otras cosas, en los diseños sostenibles, en la reducción de los desechos y en el ahorro de materiales.

Fabián Rabuffetti y Florencia Pittaluga se mudaron a San Telmo porque encuentran en nuestro barrio un continuo movimiento de gente “de muchos colores”, alegre, con un estilo más libre y más propio. Él es biólogo y ella trabaja en una empresa de gestión de calidad. Ambos practican, de manera doméstica, la permacultura. Fabián nos cuenta que “Muchos de los conceptos de la permacultura tienen que ver con la aplicación de los conocimientos científicos respecto al sistema ecológico y a la agricultura. Yo lo venía haciendo a muy micro escala y, simplemente, con mi razonamiento de biólogo me fui dando cuenta de que, con Florencia, estábamos aplicando ese sistema o sea dejar que las cosas sucedan espontáneamente, en nuestra huerta; por ejemplo”.

BROTE DE ZAPALLOLos comienzos de su huerta, montada en la terraza de su casa, fueron muy improvisados. El lugar era amplio, con mucho sol y el dueño anterior había dejado unas macetas. Gracias a todo eso, Florencia y Fabián se lanzaron a armar su primer huerto. “Primero empezamos con las plantas más básicas, las aromáticas: siboulette, perejil, etc. y nos dimos cuenta que todo crecía, entonces nos fuimos animando a más. Tuvimos girasol, maíz, ananá, berenjenas, jengibre, porotos, zapallo anco, todo en macetas porque no hay piso de tierra. Todo lo que plantábamos, funcionaba”, dice Fabián.

Muy entusiasmados con su emprendimiento, quisieron mejorar las condiciones del lugar. La terraza recibía mucha luz del sol y en verano generaba mucho reflejo y calor. “Hicimos un curso de permacultura, para ampliar nuestros conocimientos en esa materia, donde nos enseñaron las nociones básicas y -a partir de allí- se nos ocurrió hacer un mural en esa pared”, señalan. Transformaron entonces una pared blanca en algo verde. “Fue muy divertido, un poco como el ´juego del verano´, muchos de nuestros amigos y sus hijos vinieron a pintar”. Además, realizaron un pequeño tableado de pallets recogidos de la calle y reciclados -el reciclaje es otra actividad que, dicen, siempre intentan practicar-, para sostener macetones grandes donde hoy crecen lechugas, tomates, ají morrones y otras plantas varias que van creciendo.

FyF - huerta verdeFabián y Florencia consumen los productos de su huerta -de hecho ya no necesitan comprar algunos- aunque todavía no son suficientes porque, hasta ahora, los hacen crecer en macetas chicas. Con la reciente implementación de macetones de 40×40 creen que las plantas van a desarrollarse más y así piensan tener verduras y frutas para abastecerse.

La permacultura considera la reducción de los desechos. Una manera de lograrlo para Florencia y Fabián, fue haciendo una compostera. “Veníamos dividiendo la basura desde antes de vivir en San Telmo. Cuando nos mudamos, avanzamos un poco más en este tema. Todo lo que es orgánico vegetal lo vamos colocando en una maceta grande, lo metemos con tierra y conseguimos lombrices que ayudan a la descomposición. Pasados más o menos seis meses el compost se convierte en tierra. Entonces nosotros lo usamos para las macetas”.

No solo una cuestión de ecología

Florencia y Fabián creen en el poder de las plantas como algo creativo, decorativo y educativo. “Nos pasa que hijos de amigos nuestros ven lo que tenemos en la huerta  y se entusiasman simplemente por el divertimento de conocer algo diferente a lo que ellos están acostumbrados”. Aprenden mirando, explorando, jugando.

La permacultura también podría traer vientos de cambios para San Telmo. “Lo que me gustaría implementar como acción para el barrio es llenar de plantas todos los pulmones de manzana, todos los espacios vacíos, las terrazas y las azoteas”, dice Fabián. Sueña con llenar con “bombas” de semillas (ver nota #44 Guerrilla Gardening y en este número el recuadro de Jeffrey Evan Arnold) los jardines y plazas olvidadas de San Telmo. Él, como biólogo, tiene inclinación por las plantas nativas. De hecho en su terraza hizo una prueba con La Pasionaria, que trae las larvas de una mariposa. “Durante todo el verano tuvimos mariposas -de las grandes- yendo y viendo por todo el pasillo. Los chicos que vinieron a casa en esa época, cuando llegaban querían ir a buscar mariposas”. Un silencio interrumpe mi charla con Fabián, es que ambos nos quedamos soñando con un San Telmo lleno de mariposas volando por los balcones. Sería tan fácil como traer las plantas donde las larvas de aquellos insectos crecen para poblar el barrio de sus etéreas y coloridas alas. Con iguales acciones se podría poblar también de colibríes.

TOMATENo es difícil hacerlo. Simplemente hay que  “…tratar de empezar a crear conciencia de que estos pequeños detalles tienen un impacto a corto, mediano y largo plazo en la medida que uno crea que pueden funcionar. O sea, esos pequeños cambios si uno los mantiene y logra creer que funcionan, tarde o temprano van a tener un impacto”, dice -convencido- Fabián.

                                                                                                                     Clara Rosselli

 

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