La Peluquería
En el año 1981, cuando algunas luces se encendían en medio de la oscuridad del Proceso Militar, dos amigas decidieron abrir en San Telmo un espacio de reunión en donde los porteños pudieran tener un lugar de encuentro con músicos, escritores y artistas, ya que desde hacía años no podían expresarse libremente.
Cristina y Sara alquilaron un local en la calle Bolívar 949, antes ocupado por un almacén, que conservaba las antiguas cajoneras para los productos que se vendían al peso. Con muy pocos recursos y ayudadas por parientes y amigos, adaptaron el local y se lanzaron a la aventura.
El barrio de San Telmo ya había comenzado a resurgir de su largo abandono, gracias a la aplicación de las normas de protección de la Zona Histórica que no solamente impedían la destrucción del conjunto urbano consolidado sino que -además- promovían el desarrollo de actividades sociales y culturales. La Feria de San Telmo, creada por el Museo de la Ciudad en el año 1970, ya era conocida y exitosa y la zona se fue transformando en un centro de atracción para los porteños y el turismo.
Otro antecedente muy destacable fue la Noche del Vals, que organizó el Museo de la Ciudad desafiando al clima de miedo y silencio de esos años. En ese sábado de 1978 se logró congregar a una multitud de porteños que bailaron en la calle, lo que dio origen a muchos encuentros callejeros igualmente exitosos.
En poco tiempo La Peluquería se hizo popular y los espectáculos musicales se sucedieron, lográndose un nivel artístico excepcional. Sería demasiado larga la lista de los protagonistas de esas noches musicales, pero será bueno recordar algunas: El programa Solo Piano en la que Horacio Salgán, Ubaldo De Lío, Enrique “Mono” Villegas, Gustavo “Cuchi” Leguizamón o Manolo Juárez brindaron noches de música inolvidable. Es imposible no recordar las actuaciones de Chany Suárez, Marián Farías Gómez, Gerardo Gandini, Julia Zenko, Tarragó Ros, Dino Zaluzzi, Miguel Abuelo, Lito Vitale, Alejandro Lerner o Teresa Parodi.
Muchos intérpretes afianzaron su carrera en La Peluquería. Una noche, sin que nadie la esperara, llegó Mercedes Sosa pues quería conocer el lugar; la programación de ese día tenía como artista a una cantante que llegó tarde, en su lugar y ante el apuro la sustituyó otra hoy muy conocida. Mercedes la escuchó y no solamente la aprobó sino que se transformó en su madrina artística.
La música uruguaya encontró en La Peluquería un espacio donde poder mostrarse, el inolvidable Alfredo Zitarrosa fue uno de los tantos artistas que llegaron a esta orilla así como la cantante venezolana Soledad Bravo, que también actuó en ella.
Muy importantes fueron los encuentros de literatura, como Solo Cuento o el dedicado a la poesía. Entre sus prestigiosos participantes podemos citar al escritor chileno José Donoso, Liliana Heker, Miguel Brascó, Mario “Pacho” O´Donnell, Santiago Kovadloff, Abelardo Castillo, Dalmiro Sáenz, Jaime Bayly, Arturo Cuadrado, Héctor Angeli, Fernando Noy, Sylvia Iparraguirre, Héctor Yánover, Luis Chitarroni, María Luisa Robledo; entre muchos escritores, poetas, dramaturgos y pensadores que pudieron exponer sus ideas, muchas veces antagónicas, en un ámbito de completa libertad.
En las horas en que no se realizaban reuniones artísticas o literarias la sala albergó usos totalmente diversos, tal era el espíritu ecléctico de La Peluquería.
Para justificar su nombre, por la tarde, el peluquero de los músicos del rock cortaba el cabello y tanto ellos como sus seguidores invadían el lugar, mientras que -en otro horario- un grupo de historiadores de la arquitectura se reunía a debatir los problemas de la protección del patrimonio porteño.
Con la llegada de la democracia La Peluquería cerró. Su objetivo, en gran medida, se había cumplido y otros espacios se fueron abriendo. Los que actuaron en su sala y el público que los acompañó siguieron, como todos nosotros, un nuevo y esperanzado camino.
El local de la calle Bolívar está cerrado y, lamentablemente, abandonado desde hace mucho tiempo.
Pasados los años, a La Peluquería y a sus creadoras se las recuerda por esas ya míticas noches de música que por unas horas nos hacían olvidar lo que pasaba.
Ninguna institución oficial o cultural, jamás, les agradeció la patriada.
Eduardo Vázquez
tube el honor de vivir en la peluqueria junto a mis padres fueron noches magicas