La venta de camisetas de fútbol
Pasión que une a la familia
Muchos de los fanáticos futboleros argentinos y extranjeros reúnen su amor por las camisetas de fútbol en un mismo sitio: “Lito San Telmo”. Así se lo conoce, popularmente, al local de Lorenzo Barrios, un vendedor santelmeño que tiene su museo de camisetas dentro del histórico Mercado de San Telmo.
Los puestos Nros. 46-47, ubicados en la calle Bolívar 950, exhiben unas 250 camisetas de fútbol de diversas épocas: desde la banda roja vertical que identifica al club Ríver Plate, hasta el azulgrana del Barcelona de España. Cada una de ellas está colgada en una percha y sostenida por un soporte de acero circular. También posee diversas pelotas de fútbol, zapatillas deportivas y alguna otra indumentaria.
Barrios no puede esconder su tonada provincial norteña. Su sangre correntina lo delata y la necesidad de poder vivir de su trabajo lo impulsó en 2007 a asentarse en nuestro barrio: “A San Telmo lo elegí por comodidad. Me gustó y es tranquilo”.
`Lito San Telmo´ nació un año después de su arribo. Este emprendimiento no lo llevó a cabo de manera individual, sino que se originó en el seno familiar. “Se inició por intermedio de mi hijo, Pablo Barrios, que coleccionaba camisetas de fútbol”, afirma su dueño.
Muchas camisetas las consiguieron mediante el esfuerzo realizado por cada integrante de su familia, para lograr el bien común. Ellos viajan a diversas ferias, compran la indumentaria que les hace falta, la mejoran y la reutilizan para exhibirlas en su local. “Mi hijo vive en José C. Paz -localidad ubicada al noroeste del Gran Buenos Aires- y compra en la feria de esa zona todo lo que necesita. Por lo tanto, lo que él adquiere es lo que reúnen los cartoneros todo los días en la Ciudad de Buenos Aires y que después venden allí”.
La familia Barrios no solo tiene ese negocio, sino que su esposa posee su propio local de venta de zapatos de la década del ´50, ubicado cerca del de Lorenzo. Además, Pablo -su hijo- coopera en la difusión de “Lito” en las redes sociales (especialmente en Facebook) y colabora con la reposición de indumentaria deportiva. “Somos tres familias. Vivimos de esto, a los ‘ponchazos’, tampoco te salvás… pero se vive”, confiesa.
Ellos descubrieron que la solidaridad mutua entre parientes fortaleció -aún más- sus relaciones humanas, amplió los lazos sociales con los vecinos y genera expectativas de crecimiento: “En el ambiente todos nos conocen. Nos traen camisetas y las canjeamos. Eso se logró a través de los años. Soñamos con agrandar el local”, comenta Lorenzo.
Texto/foto: Martín Magurno