La vocación heredada, para bien o para mal.

Por María Ángela Varela

Somos el producto de varias generaciones de M’ hijo, el dotor[1], padres inmigrantes o hijos de inmigrantes, que tenían todas las expectativas puestas en nosotros -los hijos- y en nuestras vocaciones. Los hijos debíamos superar, en preparación, a los padres. Todos aceptábamos eso, ¡sin chistar! Había que tener una profesión digna y poder ganarse la vida con ella, para bien o para mal.

En ocasiones los jóvenes postergan ciertas decisiones, no encuentran fácilmente su rumbo y mucho menos su vocación. Surgen ideas, se comentan en familia, pero aún así suelen aparecer dudas que asustan, desaniman y retrasan la esperada decisión. Siempre es muy valiosa la influencia de referentes, profesores, amigos, conocidos que, con sus actitudes, experiencias, ejemplos o relatos, pueden operar como el disparador de una vocación, para bien o para mal.

Pero es bien sabido que los padres somos algo más que un disparador, somos quienes ejercemos mayor influencia sobre las elecciones de nuestros hijos, para bien o para mal.

Muchas veces, la elección de un mismo oficio o profesión, parece ser casi una huella de ADN, donde por generaciones se repite un mismo patrón vocacional. Algo tendrán que ver también las sutilezas, esas pequeñas cosas que nos conectan a ellos y nos permiten comunicarnos a través de un mismo lenguaje.

¿Será casualidad o será un código genético? ¡Serás lo que debas ser, o no serás nada…![2]

En la familia Spoltore, vecina de nuestro barrio, como en muchos otros casos que todos conocemos, pasa algo así. Entrevistamos a Gerónimo Spoltore y le preguntamos:

¿A qué se dedican tus padres?

Mi madre es restauradora de muebles y objetos y mi padre – Héctor Spoltore- tiene el oficio de platero.

¿Qué  tipo de objetos produce tu padre como platero?

Él es un experto en mates, pulseras, sahumadores y otros objetos. Además de vender sus trabajos y dar sus clases, trabajó para el Museo José Hernández. Recibió premios y fue invitado a una muestra en Ecuador.

¿Alguien más en tu familia tiene esas profesiones u oficios?

Sí, mi hermano, que vive y estudia en Barcelona, también es platero. Aprendió el oficio junto a mi padre. Y como él, también dicta clases.

¿Qué nos podés contar de la relación entre tu trabajo y el de tus padres?

En mi caso, estoy trabajando con mi madre en la restauración de muebles y objetos. En verdad, estoy aprendiendo su oficio.

¿Crees que sus profesiones influyeron en vos o en tu hermano?

Sí, estoy seguro de eso.

¿Crees que podrías hacer otras actividades diferentes a las que ellos eligieron? ¿Cuáles? ¿Qué proyectos tenés?

Sí, de hecho también practico un arte marcial, que es algo que me gusta tanto que querría poder enseñarlo a otros, en un futuro.

Pero no hay porqué pensar que siempre sucede así. En muchos casos, los hijos y los padres no llegan a tener ni la menor coincidencia vocacional y al elegir hasta lo hacen en forma opuesta a ellos. Es así que toman a todos por sorpresa, para bien o para mal.

 


 

[1] Florencio Sánchez. 1903

[2] José de San Martin.

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