Las calles del Casco Histórico y sus transformaciones históricas
La historia en los nombres
Cuando hablamos de San Telmo solemos pensar en calles estrechas de casas bajas, muchas aún empedradas y entrecortadas por las grandes avenidas. Las calles del barrio son un marco de la vida cotidiana y muchas veces las vemos con indiferencia. Pero sabiendo un poco más de su pasado, podemos apreciar mejor el barrio que conocemos hoy.
El Casco Histórico comparte gran parte de la historia de Buenos Aires, siendo el reservorio del contacto con el pasado colonial. Todas las antiguas calles en la ciudad, y en particular las que se encuentran dentro de sus primeros límites urbanos, tienen un historial largo: desde los primeros senderos y caminos hasta las calles o pasajes, algunos que perduran hasta nuestros días.
Primero, la naturaleza
El entorno natural y la cercanía al Riachuelo marcaron el desarrollo de la ciudad colonial. La red de afluentes, riachos y arroyos que atravesaron la zona generaban inundaciones y se transformaban en barreras que podían interrumpir la comunicación con otros sectores por varios días. El suelo era sólido en sus puntos más altos, barroso e inestable en los bordes.
El mismo nombre de San Telmo se refiere a la iglesia de San Pedro González Telmo que se levanta en el “Alto de San Pedro”, una zona elevada sobre el río que hoy incluye la Plaza Dorrego. El “Alto” permitía un descanso para los carreteros y un abrevadero de sus bueyes que, después de pasar la barranca de Marcó (un trecho comprendía la actual calle Defensa, desde Martín García hasta Brasil) a veces se detenían esperando que el zanjón permitiera el paso, pues allí las aguas pudieran ser correntosas.
Según Vicente Osvaldo Cutolo, en su libro “Buenos Aires: historia de las calles y sus nombres”, a comienzo del siglo XIX, en la zona Sur de la ciudad “se extendía una verdadera olla que la lluvia más ligera bastaba para anegar”, donde se originaba un riacho nombrado el “Tercero del Sur”, “de Vera” o “de Granados” que corría en dirección al Este para desembocar en el Río de la Plata por dos brazos. Más tarde, en 1836, estos riachos “se transformarían en las actuales calles cortadas de San Lorenzo y Golfarini (hoy pasaje Dr. Giuffra). Veinte años después la Municipalidad dispuso cegar aquel viejo zanjón, rellenando los terrenos y empedrando la nueva callejuela” de San Lorenzo. En San Telmo y Monserrat las casas de las familias más acomodadas encauzaron los arroyos, integrándolas como túneles y subsuelos, como se puede apreciar en el actual museo Zanjón de Granados, sobre Defensa al 755.
Ya en 1738, la calle Chile se llamaba “De las Zanjas” porque ahí el “Tercero del Sur”, bastante correntoso en los días de lluvia, separaba los arrabales por el lado Sur del resto de la ciudad. Por Carlos Calvo, a comienzos del siglo XIX, corría un arroyo rectificado, un desaguadero pluvial con una acera a cada lado, a la altura de dos metros de su lecho, comunicado por medio de puentecitos corredizos. La zona de la Avenida Caseros, por otra parte, estaba cubierta por cañadas que volcaban sus aguas al Riachuelo. El Riachuelo salía al Río de la Plata por una verdadera canaleta, y marginando un banco de arena en forma de isla paralela, la canaleta corría hasta la actual Humberto Primo.
Así, en 1871, cuando la fiebre amarilla se difundió en San Telmo, no se extraña que en Cochabamba y Juan de Garay existieran pantanos que eran focos infecciosos. Cutolo nos cuenta que el 13 de junio de ese año, el diario “El Nacional” denunció a éstos y criticó a las autoridades por la falta de cuidado en la higiene pública.
Luego, las instituciones públicas
No sólo el impacto ambiental dio nombre a las calles, sino también la influencia gubernamental y eclesiástica.
En 1734, el gobernador Salcedo impuso las primeras denominaciones de las calles, extraídas en su mayor parte del santoral: Chacabuco era “San Pedro”, Piedras era “San Juan” y Tacuarí “Santo Tomás”.
Pero anteriormente las calles se conocían por los nombres de templos y conventos a que daban frente o por las plazas, casas de vecinos calificados, edificios públicos y comercios, o esquinas conocidas, todos los cuales eran puntos de referencia en la joven ciudad. Antes de 1745, la Plaza Dorrego era conocida como el ‘Hueco de la Residencia’, aludiendo a la casa de reclusión y ejercicios de los jesuitas al lado de la iglesia.
Este sitio era uno de los puntos más altos de una zona que quedaba aislada del resto de la ciudad cuando el Tercero aumentaba su caudal en épocas de lluvias. Fue el Hueco o Plaza de la Residencia hasta 1820, cuando los vecinos comenzaron a nombrarla “Plaza de Comercio” en relación a la calle “del Comercio”, como era conocida Humberto Primo antes de recibir su actual nombre en 1900 (en homenaje a un príncipe italiano). La plaza siempre era un punto de importancia dado que se encontraba en el camino más transitado de la Colonia -hoy la calle Defensa- pero en aquellos tiempos llamada la calle Real, porque constituía la vía que comunicaba el puerto del Riachuelo con la plaza Mayor, el Fuerte, el Cabildo y la Catedral.
En 1769 se produjo la primera división eclesiástica de la ciudad en seis parroquias y siguieron dando nombres de santos a las calles. En aquellos tiempos, en San Telmo, la actual calle Chile se llamaba “San Andrés”, Estados Unidos era “San Isidro”, Carlos Calvo era “San Fermín” y Cochabamba se llamaba “Santa Bárbara”.
En 1808, el Virrey Santiago de Liniers revolucionó la nomenclatura urbana, poniendo números en las casas y nombres a las calles y plazas de Buenos Aires por “las gloriosas acciones de su Reconquista y Defensa” durante las Invasiones Inglesas. Las calles recibieron nuevos nombres por personas que se distinguieron en las acciones militares. Así, por ejemplo, Defensa fue por un tiempo la calle “Liniers”, Humberto Primo fue “Núñez”, escribano mayor del Cabildo; y Carlos Calvo fue “Iglesias” en homenaje a los méritos de don Benito Iglesias, Síndico Procurador General en 1806-07 y vecino destacado de la ciudad.
Pero siguiendo las vicisitudes políticas, en 1822 el entonces ministro Bernardino Rivadavia hizo la segunda gran reforma de nombres, suprimiendo los que estaban vinculados a las Invasiones Inglesas y por ende a la colonia española. Los nuevos nombres aludían a las campañas militares por la Independencia: Balcarce, Cochabamba, Chacabuco, Piedras, Tacuarí y la Avenida Independencia, y a otros países americanos libres como Perú, Chile, Brasil y Estados Unidos. La mayoría de estas denominaciones permanecen hoy.
Así, hacia las primeras décadas del siglo XIX empezaba un proceso para replantar, ordenar y modernizar Buenos Aires. Este proceso, en el cual la zona Sur desempeñaba un papel fundamental, paulatinamente resultó en la transformación de la ciudad colonial en la metrópolis de hoy. Pero cuando caminamos por las calles de nuestro barrio, si miramos con atención, veremos que transitamos la historia misma de la Argentina, hasta esos primeros años en el suelo pantanoso e innominado de un nuevo mundo.
—Ilga Maria Vis
Ilga Maria Vis estudió etnología y filología en Alemania, donde trabaja en una agencia regional para el fomento económico de las PYME. Ella también usó su sabático de tres meses para estudiar español en la escuela Amauta y hacer un voluntariado en El Sol de San Telmo en abril de 2010.
Fuentes
Cutolo, Vicente Osvaldo: Buenos Aires: historia de las calles y sus nombres, Tomo I y II, Buenos Aires, 1988.
Llanes, Ricardo M.: Antiguas plazas de la ciudad de Buenos Aires, Cuadernos de Buenos Aires XLVIII; Buenos Aires, 1977.
Barrios, calles y plazas de la ciudad de Buenos Aires: origen y razón de sus nombres, Ed.: Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Secretaría de Cultura; Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires; Buenos Aires, 1983.
San Telmo & Monserrat – Casco Histórico de la Ciudad de Buenos Aires; Ed.: Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Secretaría de Cultura; Buenos Aires, 2004.
hola!
de qué año es ese mapa de Bs As??
gracias!
Como siempre Rivadavia adulando a los ingleses y cambiando los nombres de las calles «desgradables». Así sus amos no se sentirían ofendidos por las derrotas que tuvieron.
Rivadavia ahora sería kirchnerista.
San Telmo es hermoso, pero me molesta y me irrita que se derriben antiguos edificios para construir esas horribles cajoneras que son los edificios modernos de varios pisos.
Se debería mantener parte de nuestra historia, por lo menos las fachadas, que una vez restauradas son bellísimas.
Cuando veo demoler casas antiguas para construir esos cubículos espantosos e incómodos, porque algunos tienen departamentos de 36 mts2 , algo inhabitable y realmente FEO.
Recuerdo cuando el Arq. Peña cuidaba que esas cosas no sucedieran, qué pena tan grande que no se siga la misma política.
Aún así, amo a San Telmo
Hola – existio la calle ZELANDA en capital federal…muchas gracias
puede alguien decirme ,donde estaba la calle de Las Artes en la antiguedad’?
Estimada Ana, le copio lo que encontré: Parroquia de San Nicolás, en la Calle Artes (hoy Carlos Pellegrini) Nº 225. Saludos