Los altares secretos de la Plaza Dorrego
El homenaje que hacían los militantes peronistas, durante el Proceso, en honor a Evita
Por Daiana Ducca
Las calles de San Telmo, sus esquinas, sus adoquines y también sus personajes guardan pedacitos de historia… y cuando salen a la luz en forma de recuerdos y anécdotas, nos demuestran que siempre hay más por descubrir en nuestro barrio.
Lilia Vives o “Lilita”, como la conocen todos, es una vecina que vivió toda su vida en nuestro barrio. Con tono agradable y la sonrisa que esboza cada vez que un recuerdo invade su mente, nos permite vivir -por un instante- un poco en el San Telmo de otras épocas y saber sus secretos.
Lilita recuerda que durante la dictadura militar, para los aniversarios de la muerte de Evita, los militantes peronistas construían altares secretos para homenajearla. Esto sucedía en distintos barrios de la ciudad. En San Telmo ella, junto con otros compañeros, lo hacía en la Plaza Dorrego. “El amor hacia Evita era muy grande y este era un barrio proletario”, cuenta.
La construcción de altares en diferentes puntos del país “comenzó cuando Evita estaba enferma”, mientras “los anti-peronistas escribían en las paredes ‘viva el cáncer’, los militantes peronistas prendíamos velas y rezábamos por la salud de ella”, relata Lilita. Esta costumbre se extendió por muchos años; Lilita y sus compañeros comenzaron con el armado de altares en plaza Dorrego, desde el período que comprende el proceso militar hasta -aproximadamente- el comienzo de la democracia. Así es que en cada aniversario de su muerte -el 26 de julio- y, exactamente a la hora en que Evita dejó de existir -20:25-, en San Telmo se armaba el altar en su honor.
Lilita recuerda con nostalgia que “El lugar de encuentro era mi casa de antigüedades, en la calle Bethlem justo frente al aljibe de la Plaza Dorrego. Se colocaba la foto de Evita, flores, una tarima de tres o cuatro escalones plegables y en uno de los escalones se ponía una pila de velas. Los vecinos que sabían qué iba a suceder estaban a la expectativa, prendían velas y se ponían a rezar”.
Era una época difícil donde lo que prevalecía era el miedo, porque los nombres de Perón y Evita estaban prohibidos además de todo lo que tuviera que ver con ellos: libros, fotos, canciones, etc.
“Era plena dictadura, teníamos mucho miedo. (Cuando hacíamos los altares) uno de los compañeros se paraba en la esquina de Humberto Primo y Defensa y avisaba si veía un patrullero. Si eso pasaba, apagábamos las velas y escondíamos todo. Había policías a los que mandaban para hacer la requisa y, como eran peronistas, tomaban otro camino”, cuenta Lilita que aún guarda cierto temor al hablar de estos temas. Y agrega que el año pasado se volvió a armar el altar en homenaje a Evita, “fue idea de Víctor Cantero -Secretario General del Partido Justicialista, Circunscripción 12- y me dieron un diploma por ser, como me llaman mis compañeros, una militante histórica”.
Las marcas que dejaron tantos años de terror en el país, se evidencian en la manera cautelosa que utiliza Lilita al referirse a esa época. A su vez, manifiestan la dimensión de estos hechos que hoy, en democracia, leemos como simples anécdotas. Pero en el contexto en el cual sucedieron, cada altar levantado significaba el riesgo de perder la propia vida y por lo tanto, se requería valor y fuertes convicciones para llevarlo a cabo. O, transmitiéndolo en las palabras de Lilita: “me siento orgullosa de haber tenido ideales, de haber luchado por mi país”.
*Participante en una clínica de periodismo comunitario que realizó El Sol de San Telmo en la librería Fedro en marzo, 2012. Este proyecto se puede realizar gracias al apoyo de la Embajada de los Estados Unidos en Argentina.
Gracias,Lilíta (ex socia/pareja) me hiciste recordar esas difíciles épocas.