Los manuales del señor Mario
Mario Schraiber comenzó a vender libros en el barrio hace 36 años, frente al colegio Normal Nro.3, en Bolívar al 1200. Y esa referencia urbana fue mi brújula para encontrar su librería, un lugar lleno de estanterías que llegan hasta el techo repletas de textos, artículos escolares y de oficina. Ellas son parte de su mundo diario. “Lo bueno de esto es que vengo porque me gusta. En ningún momento sentí este trabajo como pesado u obligatorio. Hay muy poca gente que se dedica a lo que quiere” nos comenta Mario orgulloso.
Su vocación comenzó hace cincuenta años y, al instalarse en San Telmo, empezó vendiendo todo tipo de libros como novelas y textos escolares. Luego agregó librería escolar y más tarde un servicio de atención a empresas con artículos de oficina y computación. Su última incorporación fueron los libros técnicos. “Lo único que me falta adicionar es librería artística” dice Mario.
En sus más de tres décadas al frente del negocio, Mario fue siguiendo la evolución de los libros de texto escolares. Por este motivo nos comenta que primero vendió libros usados, después la gente, por exigencia de los maestros, quería comprar los nuevos, los actuales. “Las editoriales van cambiando todos los años los ejemplares y obligan al maestro a hacerlo también. Anualmente cada editorial publica nuevas ediciones”. Así, es imposible que entre hermanos se vayan pasando los libros, como ocurría hasta hace siete u ocho años. “Es la forma que tienen las empresas de ´sobrevivir´”, ya que también se ha potenciado la tendencia al uso de apuntes. “Muchos estudiantes toman apuntes en las clases y eso hace mermar la venta de libros” agrega Mario, teniendo en cuenta que la mayor parte de la bibliografía que usan los alumnos universitarios para estudiar es a través de apuntes.
Cuenta que su inclinación por la venta de textos escolares se fue dando naturalmente. “Tengo cincuenta años de lectura. Cincuenta años vendiendo libros. La misma gente me hizo traer al negocio textos escolares. Cuando empecé aquí hace 36 años, los clientes hacían cola para comprar libros escolares porque no había otra librería de este tipo en el barrio”, comenta. Hoy, su librería escolar y universitaria es la única que se dedica a la venta de libros de texto en cuatro barrios: Constitución, Barracas, La Boca y San Telmo. Lo que significa un total de sesenta colegios e instituciones, cuyo alumnado adquiere textos en su negocio.
Una de las razones por las cuales la gente sigue eligiendo la librería de Mario, es la puntualidad. “Abrimos siempre a la misma hora -a las 7:15, en punto-, ni un minuto más tarde para no faltarle el respeto al cliente”. Otra clave que hace a la continuidad del negocio es “saber el contenido de los libros”. Pero la más importante de todas es la relación de amistad que él ha suscitado entre los vecinos. Muchos de sus clientes asistieron a las escuelas de la zona y son varias las generaciones de santelmeños que aún siguen yendo a comprarle.
“Los clientes son amigos, eso es lo bueno” agrega Mario mientras me convida un cortado. Cuando le pregunto por su relación con la gente del barrio, se queda pensando y se acuerda de algunas historias que han transcurrido en su librería. Como la de Pablo, de quien hasta hoy es su amigo. Relata que en los 80´, Pablo iba a buscar a su novia todos los días al Normal3. Aveces entraba en la librería y se quedaba charlando o jugando al ajedrez con él, porque los dos son fanáticos de ese juego. “Ese es el primer amigo que tuve gracias al negocio”, cuenta con una sonrisa en los labios.
Y termina nuestra entrevista, con un último ejemplo de amistad: “Ayer, vino una clienta a las 8:30 de la mañana y yo estaba tomando mate. Entonces me dijo: ´Uh, si sabía que había que venir temprano a tomar mate, entonces vengo todos los días temprano´ y ahí nos pusimos a tomar mates”.
Me despido de Mario y salgo de su librería pensando, que debe ser muy bueno pasar los días entre libros y amigos debe ser muy bueno pasar los días.
Por Clara Rosselli