Macri y el Casco Histórico
A partir del 10 de diciembre hay un nuevo sheriff en la Ciudad. Mauricio Macri, ingeniero y empresario, toma las riendas de Buenos Aires y con ellas la responsabilidad sobre el desarrollo de su Casco Histórico (que incluye San Telmo, gran parte de Monserrat y tajadas de otros barrios). Esta responsabilidad cabe al Ministerio de Cultura, del que se hará cargo Hernán Lombardi, quien fue Secretario de Turismo de la Nación durante el gobierno de Fernando de la Rúa.
Hasta ahora se sabe poco de la dirección que darán al Casco Histórico desde el nuevo gobierno. Pero revisando los nombres ya confirmados para el organigrama de cultura, se puede por lo menos tantear la filosofía que va a guiar la gestión.
Primero, el flamante Ministro de Cultura, con su experiencia marcada por el turismo y la promoción, seguramente reparará en la importancia de tener una política de estado clara sobre el desarrollo del Casco Histórico, cuna del patrimonio del país. De hecho, Lombardi no es ningún extraño en cuanto al desarrollo de San Telmo y Monserrat.
Actuó como uno de los principales promotores del Axel Hotel Buenos Aires, en la calle Venezuela (ver nota de tapa). Se puede esperar que Lombardi disfrute de una relación fluida con los que manejan el turismo en la ciudad y en San Telmo, y que de alguna manera se comprometa con la zona.
Ya ha dicho que el primer “compromiso político” de su gestión es llevar adelante el proyecto del Polo Cultural Sur en Defensa y San Juan. Si es llevado a buen puerto, este proyecto podría dar más jerarquía a la oferta cultural de la zona, que carece de un museo de arte importante.
Josefina Delgado, escritora y profesora de letras que estará a cargo de la Subsecretaría de Patrimonio Cultural, ejercerá mucha influencia sobre el Casco Histórico, que estará dentro de su cartera. En este punto es interesante citar partes de un editorial que escribió para La Nación, el 16 de noviembre. En él dice que al fusionar turismo y cultura es importante evitar “el desplazamiento de los habitantes permanentes” por favorecer al comercio y los paisajes orientados al turista.
También habla Delgado de la necesidad de evitar la mercantilización de la cultura por pensarla como un producto hecho para complacer extranjeros. Escribe que se debe “evitar la conversión de las ciudades en lugares artificiales mediante imitaciones y réplicas de las diferentes expresiones culturales originales, desde la arquitectura hasta las costumbres y tradiciones”.
Tanto en este escrito, como en las declaraciones hechas a la prensa, los nuevos funcionarios de cultura se han comprometido a proteger y incentivar, al margen de lo que pretenda el mercado, las auténticas expresiones culturales de los porteñas. Esperemos que así sea. —M.B.