“No me importa la moda”

Vicky Otero OKVicki Otero: La diseñadora en San Telmo

Su estilo elegante y austero conquistó a argentinas y extranjeras. Lejos de otros diseñadores que opinan sobre “lo in” y “lo out” de la moda, Vicki es lo anti-diva: “Trabajo para generar una idea que no tenga que ver con la tendencia. No me importa la moda. Estoy en contra de las grandes marcas. Lo mío es un proceso más relacionado con el arte que con la moda. Mi idea es crear un estilo atemporal, que sirva para cualquier ocasión”, explica la joven sencilla, sin maquillaje.

Su madre -al igual que su abuela-, hacía vestidos de alta costura. Tal vez por aquella postal cotidiana que definió su infancia, a la hora de elegir una carrera, en lugar de seguir los pasos de su hermana en Medicina, prefirió Diseño de Indumentaria. “Vengo de una familia española. Me gusta la imagen de la mujer folclórica más ligada a la cultura y a mis antepasados gallegos. Hago las mismas polleronas que usaban mis abuelas mientras trabajaban cantando”, recuerda Vicki, vestida de negro. Su paleta de colores incluye los neutros: el negro, el beige y el borravino. Se distingue por su sastrería elegante y sofisticada. De hecho, empezó su primera colección dando vuelta un saco de adentro para afuera. Tener una profunda convicción y trabajar sobre ello, parece haber sido su fórmula del éxito.

Después de haber tenido un local en Palermo y dos en San Telmo, actualmente prefiere el show room a puertas cerradas de la hermosa casona de su amiga Alice Luna, ubicada en Bolívar y Chile. “En Palermo las mujeres son víctimas de la moda. Allí vendía más, pero no me interesaba. San Telmo es el barrio que más me gusta. Comencé a frecuentarlo en las ferias de diseño de abril en Plaza Dorrego. Mis amigos son de acá. Voy a la milonga de Cochabamba. En 2004 me mudé a la calle Humerto Primo, frente a la Iglesia, y empecé a dar clases de diseño en un taller abierto. Desde entonces amo a San Telmo y su bohemia”, explica Otero.

Al igual que muchos de sus colegas, su marca comenzó a extenderse luego de la crisis del 2001. “En ese año estábamos saliendo de la facultad y, a su vez, coincidió con la primera edición del BAF Week, donde tuvimos la oportunidad de mostrar nuestro trabajo independiente. La propuesta, después de aquel BAF, fue hacer un diseño argentino de autor, revisionar nuestras raíces y dejar de mirar para afuera”, asegura.

Aunque sus modelos se llevan e Australia, Francia, Suecia y España, ella sostiene que no es muy ambiciosa a la hora de planificar sus ventas. Después de mucho tiempo de fabricar productos terminados para otros diseñadores, se sintió agobiada y decidió que “lo más sano era cerrar”. Así como siguió su instinto en los comienzos de su carrera, actualmente está feliz de trabajar en su casa de Liniers, donde tiene su propio taller y mostrar sus creaciones en San Telmo, en un ambiente distendido donde las clientas son sus invitadas.

Diana Rodríguez

El oficio familiar

Su madre se llama María Vázquez y tiene un local propio, “Curtis”, que toma el nombre de su pueblo natal en Coruña. El negocio es muy conocido en la zona oeste. Ella hace mucha ropa de fiesta y “la tiene muy clara” en cuanto a la técnica y la moldería. Para Vicki Otero es un referente a quien le pide que supervise sus desarrollos y, por otro lado, la madre le pasa sus “secretos”.

“Mi vieja me llevaba al taller desde que era bebé, yo lo tenía tan incorporado que, a la hora de elegir un oficio no lo dudé. La costura era algo de mi vida cotidiana, aunque ignoraba que existía la carrera de diseño de indumentaria. Cuando me llevaba materias, a modo de castigo, me mandaban a trabajar en la fábrica de mi viejo que, como era ropa de hombre, a mí no me interesaba en aquel momento”, recuerda Vicki.

“Siempre tuve una actitud rebelde hacia los dictados de la moda: en la adolescencia se tradujo en un momento punk y en otro hippie. Mi mamá se esforzaba por vestirme bien, pero yo prefería ropa de ferias o de tías que me pasaban sus atuendos de juventud. Aunque también conservé mucha ropa de etiquetas locales de los años ´70, que vendía en su tienda, como Corp, Nina Ricci, Mirta Marinucci y Elsa Serrano. En la actualidad me gusta ver la tendencia de moda, estar informada pero, a la hora de hacer, voy por otro lado” sintetiza la realizadora, que también es vestuarista de teatro.

Cuando se le pregunta cuál es su sueño como profesional, responde: “Lograr hacer una ropa adecuada, tanto para hombres como para mujeres”.

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