Pirámide de Mayo

A tres años de su restauración integral.

Se acaban de cumplir tres años del momento en que finalizó la última intervención en la Pirámide de Mayo. Atribuido al constructor Francisco Cañete, el monumento más antiguo del país fue construido en 1811 para recordar el primer aniversario de la Revolución de Mayo y rendir homenaje a los primeros héroes de la Patria. La pirámide, que se asemeja más a un obelisco o columna conmemorativa, a pesar de haber atravesado sucesivas intervenciones y modificaciones, es uno de los pocos hitos arquitectónicos de comienzos del siglo XIX que sobrevive en Buenos Aires. Además, de los valores históricos, artísticos y simbólicos que le son propios, tiene una declaratoria como Monumento Histórico Nacional.

La pirámide primitiva era más sencilla y de menor altura que la actual siendo modificada -en 1857- por el artista Prilidiano Pueyrredón, con la intervención del escultor Joseph Dubourdieu, autor de La Libertad -agregada como remate- y de otras cuatro esculturas dispuestas en su base, todas ellas de mampostería. También se le incorporaron relieves alegóricos junto con la inscripción: “25-MAYO-1810”. Hacia 1875, la municipalidad de la ciudad reemplazó las cuatro esculturas de la parte inferior y que -presumiblemente- se encontraban deterioradas, por las de mármol que conocemos.

En 1906, en vísperas del Centenario, se organizó un concurso para erigir un monumento Conmemorativo a la Revolución de Mayo y a la Independencia Argentina o “Monumento a Mayo”, de un tamaño tal que -a modo de templete- alojara a la pirámide en su interior. Ese concurso fue ganado por los italianos GaetanoMorettiy LuigiBrizzolara. La ejecución de dicho proyecto requería del traslado de la pirámide al centro de la Plaza de Mayo, el que fue ejecutado en 1912 y necesitó de una compleja obra de ingeniería y de que fuera despojada de las cuatro esculturas. El nuevo monumento nunca se concretó y la pirámide quedó sin sus estatuas.

La restauración integral del monumento, contratada por la Dirección General de Espacios Verdes del Ministerio de Ambiente y Espacio Público del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, comenzó -con los trabajos preliminares- a fines de 2016.

En las primeras semanas se avanzó en la recopilación de información histórica y en la investigación de la propia obra, incluyendo -entre otras tareas- la realización de relevamientos arquitectónicos, cateos y análisis de laboratorio. Estas acciones permitieron reconstruir diversos eventos relacionados a la evolución del monumento y cómo estos habían influido en la situación que presentaba. Si bien la pirámide había tenido diversas intervenciones, se encontraba deteriorada tanto por la degradación de los materiales con los que había sido construida, como por el tipo de procedimientos empleados en su mantenimiento a través de los años. Por ejemplo, era habitual que, como un recurso rápido para tapar las leyendas políticas o grafitis que quedaban como resultado de las manifestaciones políticas y sociales que siempre tuvieron lugar en la plaza, su basamento fuera repintado. Las capas de pintura -en algunos lugares- alcanzaban a 1,5 cm de espesor, impidiendo que se apreciaran tanto sus detalles y relieves, como sus deterioros. Además, esas capas retenían la humedad generando innumerables daños.

Estudiada la situación y teniendo en cuenta lo antedicho, se comenzó por retirar la pintura y los revoques no originales que se encontraban en mal estado, los que fueron reemplazados, reponiendo molduras y relieves. Previamente, los restos de la mampostería primigenia, se consolidaron. Además, se restauraron los elementos decorativos premoldeados originales, tal el caso de las placas que contienen los escudos en los cuatro lados del monumento y se hizo un trabajo de recuperación de aquellos que se encontraban en muy mal estado. Así, a partir de los restos de los originales, se prepararon modelos usados para elaborar los moldes de las piezas de reposición que fueron colocadas en el monumento.

También se restauró la figura de “La Libertad”, ubicada en la parte alta de la pirámide, incluyendo la reposición de la punta de la lanza que lleva en su mano derecha, perdida hacía tiempo. Las superficies de la pirámide propiamente dicha fueron terminadas con una pintura a la cal y protegidas aplicando un hidrofugante de siliconas, que evita que el agua de lluvia pueda penetrar en su interior, dañándola.

Por otro lado, se restauraron las cuatro esculturas: La Navegación, La Industria, La Geografía y La Astronomía que -como se dijo anteriormente- formaron parte de la pirámide hasta 1912. Desde ese entonces habían estado en diferentes lugares de la ciudad hasta que, a comienzo de la década de 1970, fueron colocadas en la Plazoleta San Francisco, en la intersección de las calles Alsina y Defensa. De allí fueron llevadas a la Plaza de Mayo, siendo recolocadas en el basamento de la pirámide después de 105 años.

Las cuatro presentaban su superficie erosionada y sucia y con una serie de deterioros producto del vandalismo al que se vieron sometidas por años, entre los que se contaban las roturas de dedos, narices, etc., manchas de pintura sintética, leyendas escritas con marcador e incisiones.

Un problema a resolver era el de su traslado a la plaza para ser restauradas y la posterior recolocación en el monumento. Para ello se diseñó y construyó una estructura metálica que permitió estas operaciones con un adecuado nivel de seguridad para las esculturas. Una vez en la plaza fueron sometidas a procedimientos de limpieza específicos para eliminar la suciedad retenida en la superficie. También se retiraron los parches antiguos cuyo aspecto de terminación no eran acordes al del mármol, buscando recuperar la lectura integral de la obra. Posteriormente, se las consolidó para dar lugar luego a las integraciones de faltantes, las que se realizaron por modelado y reproducción.

El montaje de las obras en el monumento se realizó entre el 22 y el 23 de julio de 2017, esto dado que recién un día antes se había completado la colocación de la reja que bordea su perímetro. Luego se realizaron las tareas de terminación, que consistieron en el retiro de las protecciones empleadas durante el traslado, el tomado de juntas entre la base de las esculturas y el podio, los retoques de pintura a la cal requeridos para corregir algunas manchas producidas en el basamento durante el montaje, etc.

Quedaron algunas tareas pendientes que no habían sido incluidas en el contrato de la obra y cuya necesidad se puso en evidencia en su desarrollo. Este es el caso de las afectaciones al basamento que -en función de las excavaciones arqueológicas- se pudo determinar que se originan en la humedad del terreno circundante donde se deposita el agua de lluvia y cuya solución requiere de impermeabilizar el cimiento. Además, hay que volver el terreno a los niveles antiguos, esto es de alrededor de un metro por debajo del actual y reemplazar el césped o la granza por una vereda perimetral que aleje el agua del contacto con la pirámide. A pesar de que estas tareas se iban a realizar unos meses después, como parte de la remodelación de la Plaza de Mayo, aún esperan su concreción.                                                               

Mg. Arq. Marcelo L. Magadán

El momento de la recolocación de una de las esculturas en el monumento.
El lado oeste del basamento, finalizada la restauración.

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